¿Qué estás dispuesto a perder?
Me cuestiono si esta es una pregunta que se hace la sociedad actual y si se la hacen las nuevas generaciones que comienzan ahora su vida adulta
Hay un cantante italiano que me gusta especialmente. Cuando me casé y nos fuimos de viaje de novios a Italia, alguna canción suya (el autor se llama Lorenzo Giovanotti) sonaba constantemente allí donde fueras. Y lejos de resultar pesado, o será que el recuerdo que guardan dos jóvenes recién casados del inicio de la vida en común siempre se centra en lo positivo, su música nos gustó especialmente.
Además de la literalidad de la letra, uno, en su cabeza, tiende a buscar el sentido que quiere al mensaje que oye. Y eso es lo que hicimos nosotros con este rapero italiano que por entonces no cantaba rap.
Lo traigo aquí porque en una de sus canciones, ya digo que lo hemos oído mucho, repite en el estribillo: ¿Qué cosas estás dispuesto a perder?
Y hoy me asalta esa pregunta, en la sociedad en la que vivimos, con las circunstancias políticas, económicas y sociales que tenemos y, como todos, con unos años a las espaldas y unas vivencias que hacen que la respuesta a esta pregunta pueda ser muy variada.
Pero antes de plantear una respuesta, me cuestiono si esta es una pregunta que se hace la sociedad actual; y si se la hacen las nuevas generaciones que comienzan ahora su vida adulta. Porque mucho me temo que no se la plantean, o que esta sociedad alimenta una ficción en la que no está dispuesta a perder nada.
Porque quiere mantener todo, porque no quiere salir de esa ensoñación ni perder su comodidad, no se mueve, no arriesga, no despierta, viviendo en un sueño ficticio en el que la inacción, por ese temor a perder, va sumergiéndonos en una pérdida cada vez mayor. Una pérdida de libertad, de criterio, de recursos, de posibilidades … Porque nos creemos las mentiras de los que nos dicen que no vamos a perder nada, a pesar de que cada día comprobamos todas las restricciones que se nos van imponiendo a pasos agigantados.
La vida exige vivir, y elegir, y actuar. No de una manera irreflexiva, sino sabiendo por qué y para qué. Porque si bien es cierto que a priori nadie quiere perder, para ganar, en muchos casos, hay que arriesgar. Así que debemos plantearnos qué estamos dispuestos a arriesgar y qué estamos dispuestos a perder si queremos mantener y ganar en libertad y en dignidad.
Creo que lo primero que debemos estar dispuestos a perder es comodidad y buenismo pueril. Los tiempos nos lo exigen. No podemos seguir inactivos cuando vemos, cada día, ataques a la vida, a la dignidad, a la libertad. Mejor o peor disfrazados. Debemos estar dispuestos a perder el miedo a que nos señalen, porque, incluso aunque no hagamos nada, lo harán. Debemos perder los complejos, la vergüenza ajena y ese afán de caer bien a todos, porque eso no va a pasar.
La realidad es la que es, y la guerra, la crisis y las sanciones nos auguran una situación en la que vamos a perder. En lo material ya lo estamos haciendo. La cuestión es si queremos seguir perdiendo en libertad y en racionalidad y sentido común.
Giovanotti, en la letra de su canción añadía, después de la pregunta, «me fío de ti». A lo mejor, para ver qué estamos dispuestos a perder y qué queremos ganar también tenemos que plantearnos de quién nos fiamos y por qué.
Y a lo mejor, solo a lo mejor, no encontramos la respuesta en casi ninguno de los líderes políticos actuales y somos capaces de mirar más allá. Y ganar.
- Carmen Fernández de la Cigoña es directora del Instituto CEU de Estudios de la Familia.