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Patxi Bronchalo

Las cortinas de humo del puritanismo

Seamos hombres y mujeres de verdad. Eduquemos en el amor de verdad: fuerte, fiel y fecundo. Si no, otros lo harán por nosotros

El puritanismo es una doctrina religiosa próxima al calvinismo que surgió en Inglaterra y Escocia en los siglos XVI y XVII y que se caracterizó por defender una rigidez moral extrema. El puritanismo pone el acento en una escrupulosidad excesiva en el cumplimiento de determinadas normas de conducta moral pública o privada. Esta doctrina, que como ven ustedes nació en ambientes protestantes, es de lo que muchas personas con poco cariño al cristianismo quieren hoy tachar a la Iglesia Católica. Lo que vemos a menudo es que precisamente quienes menos estima profesan a lo católico son los más puritanos, y es que, el puritanismo no lo causa el catolicismo sino la falta de él.

Si ustedes han seguido los titulares de los medios de comunicación en los últimos días habrán visto que una de las noticias más comentadas ha sido la de unos gritos soeces y de muy mal gusto que desde un colegio mayor masculino han lanzado los chavales a las chicas que escuchaban desde las ventanas del colegio mayor femenino de enfrente. Una noticia bastante tonta y sin ninguna importancia, más aún con la que está cayendo en el mundo y las desalentadoras noticias que llegan desde Rusia. A mí me suena a cortina de humo para intentar tapar otras vergüenzas nacionales, pero el caso es que voy a entrar al trapo pues la historia me sirve para comentar algunas cosas.

Por supuesto que no justifico que el acto de los chicos gritando lindezas desde las ventanas de sus habitaciones esté bien, pero mi pregunta es, ¿de qué nos sorprendemos? Rápidamente políticos, tertulianos de televisión y algún que otro famosillo de tele han salido a condenar el asunto y a fustigar a los responsables del mismo. Todos escandalizados, abanderando así el nuevo puritanismo que pone el grito en el cielo en el que no creen ante todo lo que no sea la pulcritud moral pública (que la privada para ellos es otra cosa).

Insisto, ¿de qué nos sorprendemos? Miren ustedes, nuestra cultura lleva décadas promoviendo a los jóvenes el sexo de usar y tirar, vemos una semana sí y otra también como se nos invita a reírnos de los más burdos chistes vejatorios en series y programas destinados al público joven, y no olvidemos por supuesto el blanqueo que hay hoy en día con la pornografía (¿saben no hay nada más machista que eso?). Y a estas alturas, con este caldo de cultivo de sexualización cultural, vienen en plan puritano a dar lecciones de moralidad y a escandalizarse de lo que han hecho un grupo de universitarios que han crecido en una cultura con esa visión frívola de la sexualidad y la afectividad bombardeándoles por todos lados. Apaga y vámonos.

Irene Montero dice que es necesaria la educación sexual en los colegios. Pues yo digo que no desde luego la que ellos quieren imponer, que no genera más que nuevos puritanos en los públicos y que luego en los privados aceptan que ellos y aquellos con los que quieren acostarse son objetos que ni sienten ni padecen. La educación sexual ha de darse en las familias y el que sea buena y forme bien pasa por el hecho de que se enseñe la verdadera visión del ser ser humano que dice que el hombre y la mujer son maravillosos y complementarios, y que la afectividad y la sexualidad son expresiones preciosas del amor que surge entre ambos y para el que han sido creados, un amor que está llamado a ser tan grande y fecundo que tiene la capacidad de dar y crear nuevas vidas. La católica es una visión positiva del hombre y la mujer, frente a la negativa concepción protestante de un hombre que no puede hacer nada bueno, que es siempre es una tentación para nosotros, que institucionalizó Lutero hace ya unos cuantos siglos.

Lo digo muchas veces porque creo que es necesario: en la medida en que quitamos a Dios de nuestra sociedad todo se deshumaniza, se deshumanizan la educación y la autoridad que tienen las familias para ello, se deshumanizan la afectividad y la sexualidad, se deshumanizan las relaciones y el trato entre hombres y mujeres, y por supuesto se deshumanizan las opiniones de aquellos puritanos de turno que le ponen tronos a las causas y luego se escandalizan de las consecuencias. Seamos hombres y mujeres de verdad. Eduquemos en el amor de verdad: fuerte, fiel y fecundo. Si no, otros lo harán por nosotros.