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jesús tanco lerga

Los frutos visibles del Año Santo Compostelano

El Año Santo 2021-2022 que ha sido –faltaba más– año de gracias especiales y de frutos visibles o invisibles, pero de gran alcance en la vida de la Iglesia

El cierre de la Puerta Santa compostelana, el pasado 31 de diciembre, coincidió con la muerte el mismo día del gran Pontífice –y peregrino a Santiago en el año Santo de 2010– Benedicto XVI. Tuve la dicha de estar en ese encuentro con el Santo Padre en la plaza del Obradoiro, cuando presidió la Santa Misa y profirió una homilía excepcional. Desde luego el impacto fue formidable, como también el haber estado en 1989 –en el Monte del Gozo, por ocasión de la Jornada Mundial de la Juventud– con san Juan Pablo II, también peregrino a Compostela en el Año Santo de 1982 (en el mes de noviembre, creo que el día nueve).

El Próximo año jubilar compostelano será el 2027 y antes habrá jubileo romano: toca en el 2025; y habrá también acontecimientos eclesiales de importancia en estos tiempos de incertidumbre en los que la esperanza es virtud –además de teologal– necesaria más que nunca.

El día 7 de enero pasado, en Ayegui, cerca de Irache, en Navarra, vi pasar el primer peregrino de este año por la calle del Camino de Santiago. Lo saludé con el consabido ¡Buen Camino!, y… no me entendió, el más madrugador de los romeros hacia Compostela.

Con perspectiva, podemos decir del Año Santo 2021-2022 que ha sido –faltaba más– año de gracias especiales y de frutos visibles o invisibles, pero de gran alcance en la vida de la Iglesia. La Oficina del Peregrino de Santiago nos ha ofrecido un adelanto del número de 'compostelas' –el certificado de haber realizado con espíritu cristiano la peregrinación con al menos cien kilómetros a pie, o doscientos en bicicleta o a caballo– con un censo aproximado de 435.000 acreditados. Entre los mismos, los nuestros matrimoniales junto al grupo familiar de sesenta componentes, organizado desde la Universidad de Navarra, que comenzando en la localidad francesa de Le Puy, en tramos anuales, llegamos a la Puerta Santa en junio de del año pasado.

Lógicamente ha sido mucho mayor el número de los que han realizado la peregrinación con otras modalidades y distancias e incluso con las mismas exigencias pero sin haber requerido la acreditación. La ciudad del Apóstol ha estado a rebosar y las celebraciones litúrgicas y actos de culto han sido frecuentes y en general bien preparados. Han estado a la altura el Arzobispo don Julián Barrio –con relevo próximo por razones de edad–, el Cabildo con don José Fernández Lago como deán, la Archicofradía presidida por Francisco Durán, instituciones eclesiales de España y muchos países.

Sin embargo, hay motivos de preocupación de cara al futuro. Uno de ellos es el de la excesiva intervención publicitaria y burocrática de las Administraciones Públicas ante el fenómeno admirable de la peregrinación. Entidades locales, autonómicas, nacionales e internacionales se han volcado en ofrecer productos turísticos y estímulos económicos no escasos, por cierto, en base a promocionar el Camino como fuente de recursos.

Ha habido algún eslogan desacertado a mi juicio, como el de «Camina a Galicia»: con todo el cariño que tengo a esta región hermana y admirada, pienso que con lemas como ese se puede confundir rutas de peregrinación del Camino a Santiago con otras iniciativas turísticas, muy loables de fomento de las atracciones que ofrece la región gallega. El Camino de Santiago es ante todo, soporte de la peregrinación a la tumba apostólica y Galicia, en el Finis-terrae, es la región que alberga los sagrados restos. Pero, ante todo, es una peregrinación universal, católica, cuyo auge y esplendor de los últimos cuarenta años, no tiene fácil explicación meramente humana.

Conozco de primera mano la abundante proliferación de actividades culturales y académicas de este Año Jubilar, de remontada tras la pandemia paralizante. La Academia Xacobea, a la que me honro pertenecer, es una buena muestra. También el Congreso Internacional de Asociaciones celebrado en Madrid, y organizado por la federación española, en la que ha tomado el relevo presidencial en la cúspide el presidente de la de Madrid. Ha habido mucha producción literaria y de divulgación, con investigaciones también señeras; también congresos y jornadas –con medios digitales y herramientas que suplen las distancias físicas, conmemoraciones y eventos– los ha habido con abundancia. Y las redes sociales han estado repletas de documentos al respecto. Las cadenas de televisión han ofrecido abundantes e irregulares producciones con testimonios de gran interés. La Acogida Cristiana en el Camino ha incrementado sus actuaciones.

Sin embargo, proyectos e iniciativas empresariales o de servicios fruto del entusiasmo por la peregrinación han hecho estrellarse desde el punto de vista económico las buenas intenciones de sus promotores. Estamos en tiempos económicos difíciles y esto se nota en el Camino. La peregrinación fraccionada, la de «unos días en el Camino», es una realidad, tanto por no disponer mucha gente de periodos largos para realizarlo como a causa del componente económico.

La proporción de peregrinos no españoles respecto al total pienso que ha descendido. Por eso hace falta un esfuerzo entre todos para facilitar, en la medida de lo posible, alojamientos y servicios que, sin desmerecer en la calidad, sean asequibles. Como sabemos, muchos pueblos y zonas rurales han visto acrecentado su comercio y su población gracias al Camino. Pero la crisis económica está haciendo estragos y también nos afecta. Es necesario optimizar recursos. Y empecemos por lo mucho y bueno, por los monumentos humanos que tenemos en esta ruta jacobea que nos crea vínculos de amistad y cordialidad.

Todos los años ya son de la magnitud de los jubilares

En mi caso, he recibido muestras de afecto estupendas como la del nombramiento de socio de honor de la Cofradía del Apóstol Santiago de Varsovia, muestra del entusiasmo que hay en la nación polaca por este movimiento europeo y cristiano. También palpé el afecto de los miembros de la asociación de Amigos del Camino de Santiago con un sencillo homenaje a varios miembros de primera hora. Correspondencia abundante y los mensajes y detalles humanos han sido constantes a lo largo de este calendario festivo anual del 2022, ya en el recuerdo. En él hemos celebrado con más o menos amplitud lo considerado como celebrable, mucho y bueno en lo que respecta a la peregrinación; y, no en pocos casos, nos han compensado de otros disgustos y preocupaciones de nuestros ambientes.

Se nos han ido –ley de vida– personalidades del Camino, a traspasar el Pórtico de la Gloria celestial. El mismo día en que el año pasado publicaba un obituario sobre Pablito Sanz, pionero en la peregrinación en bicicleta en los años Sesenta, venía en la revista Peregrino una relación de fallecidos que me impresionó, como las muertes del expresidente de la asociación de Burgos, el amigo Nebreda, o la de don Eligio Rivas, a quien asocio con el santuario de los Milagros en Orense.

La Vida sigue y el Camino también. Y nos espera

En la tipología de peregrinos, nada nuevo. Se ve un descenso de los peregrinos en bicicleta ante la multiplicación de rutas para estos vehículos del pedaleo. Los voluntarios para la atención de albergues son importantes y no es fácil encontrar los que se necesitan y con la preparación que quizás deberían tener para esta tarea. La colaboración de asociaciones de distintas regiones y países se hace fundamental. Sí, hay una creciente burocratización y papeleo en los albergues y hostales de peregrinos o turistas con espíritu peregrino, más necesarios que antaño por las nuevas exigencias de los tiempos que nos toca vivir.

El Camino Francés, hasta ahora predominante en cuanto a la cantidad de personas que lo recorren, pierde proporción hoy ante el total, puesto que, como se ha repetido tantas veces, una vez realizado, muchos buscan otros itinerarios más o menos consagrados como jacobeos.

Se ha observado, en este año santo, una mayor presencia de agentes de seguridad en el Camino, con actividades muy interesantes de divulgación de auxilios, de prevención de actividades delictivas y de rescate o protección a quienes sufren percances. Hay que agradecer esta disposición de los cuerpos de seguridad y prestarles la colaboración que precisen. Las nuevas tecnologías en este campo como en el de la información también prestan una ayuda que se palpa en la sensación de seguridad, y también en la asistencia médica u hospitalaria, en su caso, de quienes la necesitan.

Amanece la preparación del próximo Año Santo, en el horizonte de 2027, aunque, en cuanto a este fenómeno milagroso, todos los años ya son de la magnitud de los jubilares. El Camino de Santiago es una aportación al mundo de las peregrinaciones, y diría una escuela de andar con sentido, de buscar, en los santuarios marianos y de devoción, las gracias que desde tiempo multisecular se piden y en muchos casos se alcanzan.

Deseos que expreso en voz alta mirando al futuro: Que las subvenciones y la sobreactuación de la Administración no sofoquen las iniciativas sociales y singulares en el Camino. Que se intensifiquen las actuaciones cualitativas de la peregrinación. Que se promueva y facilite la peregrinación familiar, la juvenil y la de grupos con afinidades. Que los que sepan de la bondad del Camino, lo transiten, y quienes lo andan, que sepan y sean conscientes de lo que hacen. Que seamos conscientes de lo importante que para España y para Europa es esta tradición que revive con fuerza en nuestras latitudes y difundamos la devoción al Apóstol Santiago el Mayor. Que sepamos plasmar en publicaciones escritas o audiovisuales los testimonios personales de quienes en la peregrinación hayan mejorado total o parcialmente su vida. Que los santuarios intermedios en las diferentes rutas y etapas tengan el realce que merecen y haya asociaciones y cofradías que los animen. Que los jacobeos militantes optimicemos los recursos que tenemos en nuestras manos y nos tracemos con unos ideales realistas, planes viables y aprovechemos el después de la peregrinación como una forma de ayudar a quienes vienen detrás.

La Vida sigue y el Camino también. Y nos espera.