Qué dice la medicina del cuerpo incorrupto de santa Bernardita, la vidente de Lourdes
Desde el 3 de agosto de 1925, el cuerpo de la Santa está expuesto en un relicario de cristal en el monasterio de Saint–Gilard (Nevers, Francia). La última investigación testimoniaba la sorprendente incorruptibilidad
Como dice la inscripción de la urna «el cuerpo de santa Bernardita ha estado descansando en esta capilla desde el 3 de agosto de 1925», en un relicario de cristal en el monasterio de Saint-Gilard (Nevers, Francia).
Se encuentra intacto «como petrificado», según testimonio de los médicos forenses y de las autoridades las autoridades presentes durante las distintas exhumaciones de 1909, 1919 y 1925. Solo la cara y las manos parecen haberse oscurecido por la exposición al aire, y el cuerpo se encontraba inclinado hacia el lado izquierdo, la misma posición en que se asentó en la tumba.
¿Qué dijeron los médicos durante las tres exhumaciones?
1909
El 22 de septiembre de 1909, treinta años después de la muerte, el cuerpo de la santa fue exhumado por primera vez y apareció sin signos de descomposición. En el informe de esta primera exhumación, los doctores Ch. David y A. Jourdan, declararon:
«El ataúd se abrió en presencia del obispo y prefecto de Nevers, sus representantes y muchos otros clérigos. No notamos ningún olor. El cuerpo estaba vestido con el hábito del convento al que pertenecía Bernardita. El hábito estaba húmedo. Solo la cara, las manos y los antebrazos quedaban expuestos. La cabeza estaba doblada hacia la izquierda. La cara estaba marchita y blanca. La piel estaba unida a los músculos y los músculos estaban unidos a los huesos. Los párpados cubrían las cuencas de los ojos. La nariz estaba estirada y arrugada. Los labios estaban ligeramente separados, así que se podía ver los dientes que quedaban en su posición natural. Los brazos, cruzados sobre su pecho, estaban perfectamente conservados, al igual que las uñas. Las manos sostenían un rosario. Se podían ver las venas en el antebrazo. Los pies estaban arrugados y las uñas intactas. Cuando se eliminó el hábito y se levantó el velo de la cabeza, se pudo observar un cuerpo firme y la piel estirada. Su cabello fue cortado muy corto y estaba firmemente adherido a la cabeza. Las orejas estaban perfectamente conservadas. El estómago estaba apretado, al igual que el resto del cuerpo. Al tocarlo, emitió un sonido parecido al del cartón. La rodilla derecha era más ancha que la izquierda. Las costillas y los músculos eran visibles debajo de la piel. El cuerpo estaba tan rígido que se podía girar de un lado a otro. Certificamos que hemos redactado correctamente este informe, que en toda su extensión es cierto».
1919
El 3 de abril de 1919, el doctor Talon y el doctor Comte constataron que nada había cambiado en el cuerpo de santa Bernardita:
"Después del examen, encuentro que el cuerpo de la Venerable Bernardita permanece intacto, esqueleto completo, músculos debilitados, pero bien conservados; solo la piel estaba arrugada debido a la humedad del ataúd. El cuerpo no mostró signos de putrefacción ni de descomposición, lo que naturalmente se esperaría cuarenta años después del funeral.
Les dije a todos los presentes que no veía este fenómeno como natural"
1923
El 18 de noviembre de 1923, el papa Pío XI firmó el decreto que reconocía las virtudes heroicas de santa Bernardita. Tras la beatificación de la Santa, tuvo lugar la tercera exhumación: el 12 de junio de 1925, para obtener una «reliquia» del cuerpo.
Los detalles de la última exhumación fueron incluidos en el informe del doctor Comte:
«Quería abrir la caja torácica por el lado izquierdo para extraer algunas costillas y luego el corazón, porque estaba convencido de que estaría intacto. Sin embargo, debido a que el torso se apoyaba ligeramente en el brazo izquierdo, tendría dificultades para acceder al corazón. Dado que la madre superior expresó el deseo de no sacar el corazón de Santa Bernardita, que también era el deseo del obispo, cambié mis intenciones y, en lugar de abrir el lado izquierdo de la caja torácica, saqué solo dos costillas del lado derecho, a las que tenía acceso más fácil. Durante esta exhumación, me impresionó la excelente condición en la que se conservara el esqueleto, los tejidos fibrosos, los músculos flexibles y fuertes, los tendones y la piel, cuarenta y seis años después de la muerte. Después de tanto tiempo, cada cuerpo muerto se descompone, se pudre y se calcifica. Sin embargo, cuando estaba cortando el cuerpo, me di cuenta de que tenía una consistencia casi normal y suave. En este punto, les dije a todos los presentes que no veía este fenómeno como natural».