¿Sabemos participar en misa? Estas son las normas de la Eucaristía
Tras el concilio de Trento, además de las rúbricas, se añadió al inicio del Misal una serie de explicaciones y normas sobre cómo se debía desenvolver el rito
Después de la resurrección de Jesucristo, los discípulos comenzaron a celebrar la Eucaristía, lo que hoy llamamos el sacrificio de la Misa, que actualiza lo que Jesús mismo realizó en la Última Cena y su sacrificio en la Cruz.
Apenas tenemos indicaciones concretas de cómo celebraban los primeros cristianos la Eucaristía, llamada también «la fracción del pan», en recuerdo del gesto de Cristo: conservamos las palabras de la consagración, trasmitidas por los evangelistas y por san Pablo; sabemos que se unía a la «enseñanza de los apóstoles» y a textos bíblicos; se realizaba en un clima de oración y caridad, con salmos, himnos y cánticos.
Sin embargo, muy pronto, se fueron concretando los modos de celebrar. Al crecer las comunidades cristianas e irse formando los ritos litúrgicos, se fijaron los gestos, posturas y modos de celebrar, para que lo exterior ayudara vivir lo interior.
El rito Romano
En el rito Romano, se han conservado los Ordines en los que se explica la manera de desenvolverse la liturgia, especialmente la Misa.
También, conforme se extiende el uso de reunir en un solo libro (el Misal) todo lo que se refiere a la celebración de la Eucaristía, se añaden en color rojo las «rúbricas» (de rubrum, rojo en latín) que son las normas e indicaciones que se deben seguir para celebrar correctamente.
Tras el concilio de Trento, además de las rúbricas, se añadió al inicio del Misal una serie de explicaciones y normas sobre cómo se debía desenvolver la celebración. Ya nos encontramos con una normas claras y precisas sobre posturas, gestos, etc., que afectan al celebrante, a los ministros y a los fieles.
Después del concilio Vaticano II, con el Misal de 1970 y sus sucesivas ediciones, se han conservado las rúbricas y, al comienzo del Misal se incluye la llamada «Ordenación General del Misal Romano». Este documento expone brevemente lo que celebramos en la Misa, luego detalla cada una de sus partes y cómo se debe actuar: gestos, posturas, vestiduras, lugares, etc.
Adecuada participación
En realidad, lo que se busca con estas normas y explicaciones es que todos los que participan en la Misa lo hagan de una forma adecuada, comprendiendo y viviendo lo que celebran, para que sirva a la santificación de los hombres y a la glorificación de Dios.
Vamos a exponer algunos aspectos que nos pueden ayudar.
Partes de la Misa:
- Liturgia de la Palabra (desde el inicio hasta la oración de los fieles).
- Liturgia Eucarística (desde la presentación de las ofrendas hasta el final).
Participantes en la Misa:
- Preside siempre la celebración un sacerdote (obispo o presbítero).
- Debe haber fieles cristianos que participan en la Misa.
- Puede haber un diácono que ayuda y otros ministros (acólitos, lectores, cantores...) que ayudan para que la celebración se desenvuelva mejor.
Posturas:
Premisa. Aunque están fijadas por la Santa Sede, con su permiso, las Conferencias Episcopales pueden introducir cambios. También, por motivos de salud u otras circunstancias se pueden cambiar (pero nunca por un gusto o deseo personal)
- De pie: al inicio, desde la entrada del sacerdote hasta el inicio de las lecturas; al comenzar el aleluya, en el evangelio, credo y oración de los fieles; desde la oración sobre las ofrendas hasta el final (excepto en la consagración y después de la comunión).
- Sentado: cuando se escucha la Palabra de Dios (excepto el evangelio); durante la homilía; en la preparación del altar; después de la comunión, antes que empiece la oración después de la comunión.
- De rodillas: en la consagración, desde la epíclesis (invocación del Espíritu Santo, cuando el sacerdote extiende las manos sobre el pan y el vino) hasta la aclamación «éste es el sacramento de nuestra fe»; también se puede estar arrodillado después de comulgar.
Intervenciones de los fieles:
Premisa. Tanto al pronunciar las palabras que les corresponden como al escuchar al sacerdote, todos deben estar participando en lo que se celebra y se dice, puesto que cada cristiano es protagonista en la celebración.
- En los saludos y diálogos: interviene el celebrante y todos los presentes deben responder.
- Las lecturas: las hace un lector, pero todos responden al finalizar; lo mismo sucede con el salmo responsorial o las peticiones.
- Oraciones: las hace el sacerdote y todos se unen interiormente y, al final, responden «amén».
- La Plegaria eucarística: es el centro de la celebración (incluye la consagración, con la aclamación) y la pronuncia el sacerdote; al final de la misma, solo el sacerdote dice «Por Cristo, con él y en él...» y todos aclaman con el «amén».
Colores litúrgicos:
- Blanco (alegría): se usa en Pascua, Navidad, para la Virgen María y los santos.
- Morado (penitencia): se usa en Adviento, Cuaresma, difuntos y penitencia.
- Rojo (Espíritu Santo – sangre): Pentecostés, Cruz, mártires.
- Verde (esperanza): Tiempo Ordinario.
- Morado pálido o rosáceo: el 3er domingo de Adviento y el 4º de Cuaresma.
- Azul celeste: en España para la Inmaculada Concepción de María.
Es conveniente estar familiarizado con estos aspectos de la celebración para vivir mejor la Misa.
Las indicaciones del sacerdote y los ministros que le ayudan son, también, un cauce adecuado para que todo se desarrolle conforme a lo que nos pide la Iglesia.
- Juan Manuel Sierra López es Doctor en Liturgia y Profesor de la Universidad San Dámaso.