¿Qué son las virtudes teologales? Fe, esperanza, y caridad
Su origen, motivo y objeto son Dios Uno y Trino. Las virtudes teologales «fundan, animan y caracterizan el obrar moral del cristiano»
Si las virtudes humanas son esas «actitudes firmes, disposiciones estables, perfecciones habituales del entendimiento de la voluntad que regulan nuestros actos» –así las define el Catecismo de la Iglesia católica–, las teologales, por su parte, son aquellas que «adaptan las facultades del hombre a la participación de la naturaleza divina», es decir, son las que se refieren directamente a Dios y disponen a los cristianos a vivir en relación con la Santísima Trinidad.
Su origen, motivo y objeto son Dios Uno y Trino. Las virtudes teologales «fundan, animan y caracterizan el obrar moral del cristiano. Informan y vivifican todas las virtudes morales. Son infundidas por Dios en el alma de los fieles para hacerlos capaces de obrar como hijos suyos y merecer la vida eterna. Son la garantía de la presencia y la acción del Espíritu Santo en las facultades del ser humano», explica el Catecismo. Con todo esto, tres son las virtudes teologales: la fe, la esperanza y la caridad.
La fe
El Catecismo confirma que la fe es la virtud «por la que creemos en Dios y en todo lo que Él nos ha dicho y revelado, y que la Santa Iglesia nos propone, porque Él es la verdad misma».
El Papa Francisco, en una de sus primeras homilías como Pontífice en abril de 2013, explicó que la fe es una regalo que recibimos en el Bautismo, pero que ha de desarrollarse en la vida, en el corazón y en las obras que cada uno hace. «La fe necesita ser acogida, es decir, necesita nuestra respuesta personal, el coraje de poner nuestra confianza en Dios, de vivir su amor, agradecidos por su infinita misericordia», dijo el Papa en otra ocasión.
La esperanza
Por su parte, la segunda de las virtudes teologales es aquella por la que los cristianos «aspiramos al Reino de los cielos y a la vida eterna como felicidad nuestra, poniendo nuestra confianza en las promesas de Cristo y apoyándonos no en nuestras fuerzas, sino en los auxilios de la gracia del Espíritu Santo», según explica el Catecismo.
Sobre esta escribió Benedicto XVI su segunda encíclica, Spe Salvi, y en ella la trató como «elemento distintivo de los cristianos». Ratzinger afirma que la crisis de fe de este siglo es «sobre todo una crisis de la esperanza cristiana». «Llegar a conocer a Dios, al Dios verdadero, eso es lo que significa recibir esperanza» , explica el Papa emérito.
La caridad
«La caridad es la virtud teologal por la cual amamos a Dios sobre todas las cosas por Él mismo y a nuestro prójimo como a nosotros mismos por amor de Dios», comienza el Catecismo, que especifica también que «Jesús hace de la caridad el mandamiento nuevo. Amando a los suyos hasta el fin, manifiesta el amor del Padre que ha recibido». Este nuevo mandamiento nuevo es: "que os améis los unos a los otros. Como yo os he amado, así también amaos los unos a los otros. En esto conocerán todos que sois discípulos míos: si os tenéis amor los unos a los otros», (Jn 13, 34-35).
En sus audiencias sobre las virtudes teologales, ahondó san Juan Pablo II sobre la caridad en octubre de 1999: «La caridad es el alma de todos los mandamientos, cuya observancia es ulteriormente reafirmada, más aún, se convierte en la demostración evidente del amor a Dios».