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La sala de los Nombres en el museo Yad Vashem de Jerusalén, el centro mundial de conmemoración de la ShoáDPA vía Europa Press

Los siete españoles que están en la lista judía de Justos entre las Naciones por su valentía frente al nazismo

Siete ciudadanos españoles están reconocidos como Justos entre las Naciones en el museo Yad Vashem de Jerusalén, un espacio de recuerdo y homenaje a las víctimas del Holocausto nazi, por contribuir a salvar la vida de aquellos judíos perseguidos por el régimen de Adolf Hitler

Los Justos entre las Naciones son aquellas personas que, sin ser judías, arriesgaron sus vidas para salvar a los judíos perseguidos por el nazismo durante la Segunda Guerra Mundial. El Estado de Israel les otorga este reconocimiento y les rinde homenaje en el museo Yad Vashem de Jerusalén, donde se inscriben sus nombres en el Muro de Honor del Jardín de los Justos.

Entre los más de 28.000 justos que han sido reconocidos hasta la fecha hay personas de diferentes nacionalidades, religiones y profesiones. Algunos de ellos eran católicos practicantes, que actuaron movidos por su fe y su amor al prójimo. Estos son algunos ejemplos de aquellos españoles a que salvaron la vida de familias judías durante la Segunda Guerra Mundial.

Ángel Sanz BrizFoto extraída del Ministerio de Asuntos Exteriores, Unión Europea y Cooperación

Sanz-Briz fue nombrado encargado de negocios de la legación española en Budapest (Hungría) en el verano del año 1944. En el momento en el que dieron comienzo las persecuciones de judíos húngaros ofreció en nombre de su gobierno pasaportes a judíos que acreditaran tener pasado español, y negociar su protección con las autoridades del país magiar.

Recibió la autorización para salvar a 200 judíos españoles, pero amplió esa cifra por su cuenta a otras 200 familias más, incrementando ese cupo una y otra vez. Del mismo modo, acogió a judíos en edificios costeados por él bajo el paraguas de la bandera española. También instó a la Cruz Roja Internacional a que ubicara letreros en español en hospitales, orfanatos y maternidades con el propósito de proporcionar protección a los judíos, que estaban allí. Gracias a su labor, salvó a unos 5.000 judíos de la muerte, se le conoce como el «ángel de Budapest».

José Santaella y su mujer, CarmenMuseo de los Justos

José Ruiz Santaella, y su esposa, Carmen Waltraut Santaella, agregado de Agricultura de la Embajada de España en Berlín durante la Segunda Guerra Mundial, fueron reconocidos en 1988. El matrimonio Santaella salvó de la muerte a tres mujeres judías. La pareja, evacuada en el año 1943 junto a sus cuatro hijos a una casa de huéspedes situada en las proximidades de Berlín, dieron refugio a Gertrude Neuman, una costurera que trabajaba para ellos. Ésta les recomendó contratar a Ruth Arndt, una enfermera pediátrica, para que cuidara de sus hijos. Más tarde, el matrimonio llevó a la casa a la madre de Ruth, a quien emplearon como cocinera.

Propper de CallejónReal Academia de la Historia

Eduardo Propper de Callejón era un diplomático de alto rango en la embajada española de París. La invasión alemana de la capital gala en 1940 provocó que muchas personas huyeran ante la inminente llegada de los invasores alemanes. Miles de refugiados se agolpaban en los caminos en dirección al sur del país. Ante esta situación, decidió abrir la legación y emitir visado. Entre el 18 y el 22 de junio de 1940 no paró de hacerlo, desobedeciendo la orden de no hacerlo sin permiso del Ministerio de Relaciones Exteriores español. Continuó su cometido cuando la legación se trasladó a Vichy. Finalmente fue enviado por el jefe de la diplomacia española, Ramón Serrano Suñer, a Marruecos en marzo de 1941.

Sebastián Romero Radigales

Sebastián Romero Radigales llegó como embajador a la legación de Atenas en 1943 cuando los nazis habían ordenado la deportación de todos los judíos de Salónica a Auschwitz. Por pragmatismo los alemanes exceptuaron de la persecución a aquellos que contaran con la nacionalidad italiana y española. Los primeros se salvaron y volvieron a Italia, mientras que los segundos se toparon con las reticencias, de permitirles ser repatriados.

A pesar de las órdenes del ministro de Exteriores de la época, Gómez-Jordana de mantener una actitud pasiva, Romero Radigales se ocupó en negociar con las autoridades alemanas y españolas la repatriación de 510 judíos en Salónica. El día 13 de agosto de 1943 un grupo de 637 judíos poseedores de la nacionalidad española llegaron al campo de Bergen-Belsen. Finalmente, las autoridades de España cambiaron su posición y permitieron el traslado de los judíos a permitieron el traslado de judíos a Marruecos.

Romero Radigales también ayudó a los judíos atenienses. Intervino ante los alemanes para que pusieran en libertad a aquellos retenidos en el campo de Haidari, y conservó las pertenencias de los que fueron detenidos para asegurarse de que les fueran devueltas a ellas o a sus legítimos herederos.

San Maximiliano Kolbe

Este artículo no se podría terminar sin mencionar al padre Maximiliano Kolbe, fraile franciscano conventual polaco que murió voluntariamente en lugar de Franciszek Gajowniczek en el campo de concentración de Auschwitz, en la Polonia, El Papa san Juan Pablo II lo canonizó y lo declaró mártir por la caridad el 10 de octubre de 1982.

Cuando estalló la Segunda Guerra Mundial, su monasterio acogió a miles de refugiados, incluidos judíos. Fue arrestado por los nazis en 1939 y liberado al poco tiempo. Sin embargo, continuó su labor clandestina hasta que fue detenido nuevamente en 1941 y fue deportado a Auschwitz.

Allí sufrió maltratos y humillaciones por su condición de sacerdote. El 29 de julio de 1941, el comandante Karl Fritzsch eligió a diez prisioneros para morir de hambre como castigo por la fuga de uno de ellos. Uno de los elegidos, Franciszek Gajowniczek, lloró por su familia. Entonces el padre Kolbe se ofreció a ocupar su lugar. Los nazis aceptaron el cambio.

El padre Kolbe fue encerrado en un búnker junto con los otros nueve condenados. Allí los animó con oraciones y cánticos. Después de dos semanas sin comida ni agua, solo quedaba vivo el padre Kolbe. Los nazis le inyectaron una dosis letal de ácido fénico y quemaron su cuerpo en el crematorio. Su gesto heroico fue reconocido por el Estado de Israel como «justo entre las naciones» y por la Iglesia católica como un ejemplo supremo de amor al prójimo.