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Sansón y Dalila de Anton van Dyck

Personajes Bíblicos

La traición bíblica de Sansón, el hombre que perdió la cabellera por una mujer

Sansón, «nazir de Dios», el hombre de largos cabellos cuyo romance le llevó a la perdición

Este personaje de largos cabellos e inmensa fuerza era conocido por ser «nazir de Dios». Sansón es un hombre del que la Sagrada Escritura habla en el libro de los jueces. Fue anunciado a sus padres por medio de un ángel. Pese a ser estéril, la madre se Sansón creyó a este «hombre de Dios» y su marido también.

Desde que era joven destacó por su fuerza llegando a despedazar incluso a un león, hecho que mantuvo en secreto. Sansón se casó con una mujer con la que no compartía parentesco, actitud inusual en aquellos tiempos. Tras el convite de la boda, su mujer le abandonó para tomar como marido a uno de los amigos de Sansón. Tras estos acontecimientos, y tras viajar y dar problemas a sus enemigos por ser «nazir de Dios» y tener tanta fuerza, conoció a la mujer que le traicionaría.

Dalila era una mujer del torrente Sorec. Sansón al verla quedó prendado de su belleza, arma que ella usaría para hacer un pacto con los príncipes de los filisteos: «Sedúcelo y averigua en qué reside su enorme fuerza y con qué se le podría atar para doblegarlo. Nosotros te daremos doce kilos y medio de plata cada uno», Jc 16, 5.

«Los filisteos sobre ti, Sansón»

En ningún momento figura que Dalila prometa a Sansón fidelidad, pero Sansón, sabiéndolo no se dejó engañar fácilmente.

Tras hacer el pacto con los príncipes de los filisteos, Dalila, no tardó en preguntar el origen de la fuerza a Sansón. Jc 16, 6: Dalila dijo a Sansón: «aclárame en qué reside tu enorme fuerza y con qué se te había de atar para doblegarte». Sansón la engañó, así que cuando los príncipes intentaron apresarlo, no pudieron con él. Por segunda vez Dalila intentó sonsacarle su secreto: «te has burlado de mí, y me has mentido. Ahora, pues, dime, por favor, con qué se te habría de atar», Jc 16, 11. De nuevo Sansón la engañó y los filisteos no pudieron con él. Dalila le volvió a preguntar por tercera vez: «hasta aquí me has engañado y me has mentido. Aclárame con qué se te habría de atar», Jc 16, 13. Sansón volvió a mentir y su fuerza no quedó descubierta. Por cuarta vez fue Dalila y le exigió una respuesta veraz. «¿Cómo puedes decir que me amas, si tu corazón no está conmigo? Es la tercera vez que me has engañado y no me aclaras en qué reside tu enorme fuerza», Jc 16, 15.

Sansón iba perdiendo la paciencia y su espíritu se cansaba de las incesantes preguntas de Dalila por lo que esta vez le respondió con la verdad. Jc 16, 17: «la navaja no ha pasado por mi cabeza, pues soy nazir de Dios desde el seno de mi madre. Si me raparan, mi fuerza se alejaría de mí. Me debilitaría y vendría a ser como cualquier hombre». Dalila volvió a reunir a los príncipes de los filisteos que esta vez sí pudieron con él, encarcelándole y sacándole los ojos.

El suicidio de Sansón

En estos momentos de debilidad, expuesto como diversión ante los filisteos, se acordó Sansón de rezar para pedirle a Dios que le ayudase, devolviéndole así su fuerza para vengarse por lo de sus dos ojos. Dios se lo concedió. «Entonces gritó: «Muera yo también con los filisteos». Empujó con fuerza, y el templo se desplomó sobre los príncipes y sobre toda la gente que había en él», Jc 16, 30. Este suceso acabó con Sansón y con todos los que había bajo el templo, que al parecer eran más que el conjunto de personas a las que había matado a lo largo de toda su vida, que eran bastantes.