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Isaac bendice a Jacob de Govert Flinck

Isaac bendice a Jacob de Govert Flinck

Personajes Bíblicos

Los engaños de Jacob: de la manipulación a su hermano a usurparle la identidad

A lo largo de la vida de Jacob se sucedieron una serie de conflictos o situaciones que fueron resueltos mediante mentiras y manipulación para conseguir un beneficio

Jacob es un personaje bíblico del que todo el mundo ha oído hablar alguna vez. Siempre aparece cuando se hace referencia a los antepasados, como en el libro del Éxodo (3, 6): «Y añadió: Yo soy el Dios de tus padres, el Dios de Abrahán, el Dios de Isaac, el Dios de Jacob. Moisés se tapó la cara, porque temía ver a Dios».

Es uno de los dos hijos de Isaac por parte de Raquel. Hermano mellizo de Esaú y favorito de su madre pues Jacob era un hombre «comedido, amante de la tienda». Así se afirma en el Génesis 25, 28: «Isaac prefería a Esaú, porque le gustaba la caza, pero Rebeca prefería a Jacob».

Manipulación

La vida de Jacob está llena de engaños. El primero fue el de la manipulación. Al nacer antes su mellizo Esaú, este se llevaba el derecho de primogenitura, es decir, a reclamar la herencia de su padre cuando este falleciera. Jacob no estaba contento con esto y en uno de sus intentos de obtener este derecho se aprovechó de la necesidad de su hermano para manipularlo. En esta ocasión llegó Esaú del campo con mucha hambre y le pidió a su hermano un plato de comida. Jacob aprovechó la ocasión para exigirle el título de primogénito: «Jacob respondió: 'Véndeme ahora mismo tus derechos de primogenitura'. Esaú replicó: 'Estoy a punto de morir, ¿de qué me sirve la primogenitura?'. Jacob le dijo: 'Júramelo ahora mismo'. Él se lo juró, y vendió a Jacob su derecho de primogenitura», Gn 25, 29-34.

Usurpación de la identidad

El segundo engaño, por parte de Jacob, fue la usurpación de la identidad. Habiendo conseguido el derecho a la primogenitura Jacob buscaba la bendición de su padre. Un día se dio que, estando Raquel lo suficientemente cerca como para oírlo, Isaac, ya ciego, le prometió la bendición a Esaú. Como condición puso que Esaú cazase algo y se lo sirviera en un guiso. Raquel, al oír esto, se dispuso a encontrar a Jacob y le convenció de hacerse pasar por su hermano.

Soy Esaú, tu primogénito; he hecho lo que me mandaste. Incorpórate, siéntate y come de mi caza; después podrás bendecirmeGn 27, 19

Isaac reconoció la voz de su hijo Jacob y confundido intentó cerciorarse de estar ante el que decía ser su hijo mayor. «Isaac dijo a Jacob: acércate que te palpe, hijo mío, a ver si eres tú mi hijo Esaú o no. Se acercó Jacob a su padre Isaac, que lo palpó y le dijo: la voz es de Jacob, pero los brazos son de Esaú. Y no lo reconoció porque sus brazos estaban peludos como los de su hermano Esaú. Así que le bendijo», Gn 27, 21-23.

Casado por accidente

Este tercer engaño fue el primero que sufrió como víctima realmente y fue tomar como esposa a la hermana de la mujer a la que amaba sin saberlo.

Tras recibir la bendición por parte de Isaac, Jacob decidió huir hacia la tierras de su tío Labán. Ya en Jarán Jacob conoció a Raquel y se enamoró de ella. Le pidió su mano a Labán y éste le puso una condición: trabajar para él siete años. Siete años trabajó Jacob para su tío y por fin llegó el esperado día de la boda. «Por la noche tomó a su hija Lía y se la llevó a Jacob, que se acostó con ella. Además, Labán designó a su criada Zilpa como criada de su hija Lía. A la mañana Jacob vio que era Lía, y dijo a Labán: ¿Qué me has hecho? ¿No te he servido por Raquel? ¿Por qué me has engañado? Labán replicó: No es costumbre en este lugar dar la menor antes que la mayor. Completa la semana nupcial de esta y te daré también la otra, a cambio de que me sirvas otros siete años. Jacob aceptó y, cumplida la semana de esta, Labán le dio por mujer a su hija Raquel», Gn 29, 23-28.

La muerte de José

La túnica de José de José Vergara.

La túnica de José de José Vergara.

Jacob también fue víctima de este, el cuarto y último engaño que trataremos. En él, sus descendientes le hicieron creer que su hijo preferido, José, estaba muerto.

Los hijos de Raquel eran los favoritos de su padre, causando celos y odio en el corazón del resto de hermanos. Por ello, y según el Génesis 37, 23- 24: «cuando llegó José al lugar donde estaban sus hermanos, lo sujetaron, le quitaron la túnica, la túnica con mangas que llevaba puesta, lo cogieron y lo echaron en un pozo. El pozo estaba vacío, sin agua».

Los hermanos de José se propusieron acabar con la vida de este de lo que no sacarían nada de provecho así que, en su lugar, decidieron venderlo: «al pasar unos mercaderes madianitas, tiraron de su hermano; y, sacando a José del pozo, lo vendieron a unos ismaelitas por veinte monedas de plata. Estos se llevaron a José a Egipto», Gn 37, 28.

Ahora bien, no tenían pruebas para justificar la ausencia del tan querido hijo de Jacob. Decidieron enviarle a su padre la túnica de José, manchada con la sangre de un cabrito que habían degollado con un recado: «esto hemos encontrado, mira a ver si es la túnica de tu hijo o no. Él la reconoció y exclamó: es la túnica de mi hijo; una bestia lo ha devorado. Sin duda, José ha sido despedazado», Gn 37, 32-33. Posteriormente y ante el evidente sufrimiento de su padre se arrepintieron y este secreto pesó en sus corazones pero se vieron incapaces de rectificar ya que José ya había sido vendido por los vendedores a Putifar, cortesano del faraón y jefe de la guardia en Egipto.

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