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Los participantes en el encuentro cultural del Congreso de Católicos y Vida Pública

Encuentro cultural en el Congreso Católicos y Vida Pública

«Dante pone a papas en el Infierno, y es el único autor al que se le han dedicado cuatro encíclicas papales»

Según el cineasta López-Linares, los Premios Goya optan por galardonar documentales con esquemas de valores no cristianos, a pesar de lograr diez veces menos espectadores que los documentales de corte católico

«¿Es posible hoy una cultura cristiana?». Esa es la pregunta a la que han procurado responder Enrique García-Máiquez (escritor y colaborador en El Debate), Alejandro Rodríguez de la Peña (catedrático en la Universidad CEU San Pablo) y el cineasta José Luis López-Linares (autor de «España: la primera globalización»), en un coloquio moderado por Jorge Soley, otra firma habitual en El Debate y que ha ido citando a lo largo de la sesión a Flannery O’Connor. Ha sido el acto cultural que ha cerrado la segunda jornada del Congreso Católicos y Vida Pública (CCVP), que se desarrolla a lo largo de este fin de semana, y que está organizado por la Asociación Católica de Propagandistas (ACdP) y la Fundación Universitaria San Pablo CEU. Para amenizar la conversación, García-Máiquez trajo un vino «palo cortado» que fueron paladeando los demás contertulios.

Al comienzo, García-Máiquez ha recordado que «uno de los valores de la Iglesia católica es que tiene muchas moradas y etilos literarios»; caben «el franciscano y el templario; el cartujo y el dominico; la nobleza del celibato y el tesoro de las familias numerosas». Por eso, entiende que ha de haber escritores católicos que no expliciten su condición, mientras que otros opten por exponerla con claridad. En cualquier caso, todos «celebran la misma luz» sin que nadie desdeñe a los demás. Y añade: «Cuanto más contrario sea el ambiente, más explícita ha de ser la cultura católica; por eso, yo soy más partidario del templario y el dominico, y mi vocación consiste en ser especialmente explícito».

Lewis o Tolkien

Rodríguez de la Peña, por su parte, ha comparado a Tolkien —«en su obra la palabra ‘Cristo’ no aparece, aunque él no escondía su fe católica»— con C.S. Lewis, un autor evidentemente «apologético». Y dice: «Yo he evitado lo apologético», tanto en sus ensayos como en sus obras de ficción, pues «la propia historia ya es elocuente». En su turno, López-Linares reconoce: «He intentado que mis películas sean como Tolkien, pues pretendo que tengan trasfondo católico», y, con un esbozo de risas, ha apostillado: «sin embargo, cada vez me hago más apologético».

Según García-Máiquez, la respuesta a «¿Quién está en qué lado de la batalla?», en referencia al mundo cultural, se responde así: «La realidad es la línea que delimita el campo de batalla». Por eso, él se ubica en el bando opuesto al del «pensamiento utópico o voluntarista», e insiste: «la verdad, la diga quien la diga, viene del Espíritu Santo», repitiendo el adagio que Tomás de Aquino atribuía a san Ambrosio. En una línea similar, Rodríguez de la Peña afirma que novelar historia, o escribir un ensayo histórico, implica ser fiel a la realidad; «yo soy un esclavo de la realidad», subraya. Prosigue este catedrático: «querer edulcorar o maquillar lo que hayamos hecho los católicos indica falta de confianza en la verdad cristiana». Poniendo como ejemplo la época histórica con que más se identifica, comenta: «los medievales no ocultaban las barbaridades cometidas por papas; Dante retrata con crudeza brutal los errores de la Iglesia y pone a papas en el Infierno, y Dante es el único autor al que se le han dedicado cuatro encíclicas papales». En ese momento, retoma García-Máiquez la palabra: «la realidad sí, pero no una copia topográfica, sino pasada por un tamiz» que emule la mirada de Dios.

«Cultura nace de culto»

Para avanzar con el coloquio, Soley ha asegurado que no existe una «cultura neutra, sino, si acaso, varias compitiendo entre sí», porque una cultura siempre conlleva unos valores. Rodríguez de la Peña le da la razón, pues toda cultura refleja «una visión previa antropológica y religiosa». «Algunos creen que es posible un ágora cultural neutra, y no es posible; quizá sí un ágora política neutral», explica. Además, Rodríguez de la Peña da cuenta de que la secularización es un fenómeno que se extiende a la vida entera, de modo que la Ilustración ha ido borrando el concepto de lo sobrenatural que antes abundaba en la mentalidad común. Por eso, los ángeles pasan a ser querubines infantiloides, y el milagro se desacredita. «Cambia el paradigma», resume; y Soley agrega: «Se destierra el misterio». Al respecto, López-Linares asevera que «el nihilismo es una religión, y abunda en el cine». Lo cual convive con algo que constata en su experiencia: el éxito de los documentales católicos en las salas de proyección; un éxito que no se ve respaldado en los Premios Goya, certamen que opta por galardonar documentales con otro esquema de valores y que logran diez o veinte veces menos espectadores.

García-Máiquez, citando a John Senior, recuerda que «cultura nace de culto», en el sentido de rendir culto, de altar, de algo que constituye una fuente de trascendencia. Y, cambiando de tercio, dice: «El llorón me produce cierta alergia; si no te invitan a un sitio por ser católico, te van a invitar a otros muchos sitios». Y continúa: «Estoy encantado de que me inviten aquí, en el CEU, que no es mi alma mater, pero que se está convirtiendo en mi alma pater», lo que ha generado una de las varias risas de la tertulia. Al mismo tiempo, ha advertido sobre «la tentación de aggionarse» que puede padecer la Iglesia, puesto que ello supone dejar de ofrecer la oportunidad de «liberarse de la degradante esclavitud de ser sólo de este tiempo», repitiendo palabras de Chesterton. Como muestra de optimismo, reconoce: «Un poeta con doce lectores es un autor de éxito». De esto modo, según García-Máiquez, «es un error buscar el éxito; hay contar los lectores de uno en uno, porque un lector es un milagro». Por otra parte, este poeta ha invitado a reseñar de manera crítica los libros que son perniciosos, aunque ello suponga «inmolar tardes enteras».

Deudores de las generaciones previas

Casi al final, López-Linares y Rodríguez de la Peña han coincidido al sentirse deudores de las generaciones previas: «no quiero pasar vergüenza en presencia de mis antepasados», sintetizan para sentar criterio de valoración estética. Rodríguez de la Peña ha añadido: «Una de las formas de saber si algo es cristiano es la belleza; si alguien se identifica como cristiano, pero su obra se adscribe al feísmo, su obra no es católica». Y pone el ejemplo de Scorsese: «Silencio es una película cristiana», pero otras de Scorsese no lo son, según su parecer. Tras esta intervención, el acto ha concluido con la proyección de un tráiler de la nueva producción de López-Linares, cuyo estreno está previsto para abril de 2024, y que aborda la leyenda rosa de la América precolombina y la leyenda negra de la conquista española.