Los cristianos brotan en la isla de Flores: el 70 % de sus habitantes son católicos
Actualmente, la misión camiliana en la remota isla indonesia está compuesta por 11 sacerdotes y 3 diáconos locales, 25 religiosos jóvenes y alrededor de 70 seminaristas que cursan estudios de filosofía
«Flores, considerada una de las regiones más desfavorecidas de Indonesia, se destaca por una riqueza singular: la abrumadora mayoría de sus habitantes, aproximadamente un 70 %, son católicos». Así lo informa el padre Luigi Galvani, misionero perteneciente a la Orden de los Ministros de los Enfermos (Camilos), a la Agencia Fides.
«Las vocaciones religiosas y sacerdotales, siempre crecientes y renovadas, no solo están presentes en el país, sino que también se despliegan como misioneros en diversas partes del mundo», explica el misionero pionero en la diócesis de Maumere. En poco más de trece años, continúa, «los Misioneros Camilos han establecido su presencia en tres diócesis con cuatro seminarios, dos centros sociales que coordinan un programa nutricional para 160 niños desfavorecidos, brindan apoyo a distancia a una veintena de estudiantes destacados, implementan un proyecto de casas especiales para liberar a los enfermos mentales de situaciones de opresión y, por último, llevan adelante un modesto proyecto de producción de agua mineral y helados San Camilo».
Los Ministros de los Enfermos llegaron en 2009 y se establecieron en Maumere, en la isla de Flores. Actualmente, la misión camiliana está compuesta por 11 sacerdotes y 3 diáconos locales, 25 religiosos jóvenes y alrededor de 70 seminaristas que cursan estudios de filosofía. Entre ellos, destacan dos provenientes de Pakistán y dos de Timor Oriental.
La isla, con una superficie de aproximadamente 13.000 kilómetros cuadrados y una población de cerca de un millón y medio de habitantes, depende en gran medida de la pesca y de los recursos agrícolas, como el arroz, los cocos y los plátanos.
Desde el principio, las cualidades que han caracterizado a los misioneros han sido mucha buena voluntad y un gran deseo de soñar con un futuro lleno de esperanza. «En solo trece años de presencia el crecimiento ha sido más visible que nunca, reuniendo en cuatro casas de formación, tres de ellas en la isla de Flores y una en la isla de Timor, a un centenar de jóvenes candidatos a la vida misionera», explica el padre Luigi.
Además, ha señalado que «se han podido crear dos centros sociales capaces de acoger a unos setenta jóvenes estudiantes a los que se les ofrecen clases de inglés, cursos de informática y la posibilidad de organizar seminarios para diversos grupos y asociaciones».
Tampoco han faltado iniciativas en el ámbito social. Han creado un programa de asistencia alimentaria para cientos de familias con dificultades económicas –especialmente durante el largo periodo de la pandemia de Covid-19– y un proyecto de adopciones a distancia en favor de decenas de estudiantes necesitados.
«La perla de las diversas actividades sociales de la Misión Camiliana ha sido el proyecto de construcción de setenta casitas para liberar a enfermos mentales que estaban obligados a vivir en condiciones higiénicas inhumanas», reconoce el padre Galvani.