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Retrato de San Juan de la Cruz

San Juan de la Cruz, el poeta místico abulense que ilumina el siglo XXI

Los poemas del santo son obras maestras de la poesía mística, que expresan la experiencia de unión con Dios a través de imágenes y símbolos tomados del amor humano

San Juan de la Cruz (1542-1591) poeta y religioso español, considerado como el máximo exponente de la poesía mística, y uno de los principales representantes de la poesía en lengua castellana de todos los tiempos.

Su obra, que combina la belleza literaria con la espiritual, sigue siendo una fuente de inspiración y de luz para los cristianos de hoy, que buscan vivir una relación íntima y transformante con Dios.

San Juan de la Cruz nació en Fontiveros, Ávila, en el seno de una familia humilde. Desde niño tuvo que trabajar en diversos oficios, como sastre, carpintero, tallista y pintor. Su vocación religiosa lo llevó a estudiar con los jesuitas y a ingresar en la Orden de los Carmelitas. Se ordenó sacerdote en 1567 y se dedicó a reformar la orden junto con santa Teresa de Jesús, fundando el Carmelo Descalzo.

Su labor reformadora le acarreó persecuciones y sufrimientos, llegando a estar preso durante nueve meses en una celda oscura y estrecha en Toledo, donde escribió algunos de sus poemas más sublimes, como el Cántico espiritual. Tras escapar de la prisión, continuó su ministerio como predicador, confesor, director espiritual y escritor, hasta su muerte en Úbeda, Jaén, el 14 de diciembre de 1591.

La obra de San Juan de la Cruz se compone de tres poemas mayores: Cántico espiritual, Noche oscura del alma y Llama de amor viva, acompañados de comentarios en prosa realizados por el mismo autor, en los que explica el sentido teológico y místico de sus versos. También escribió otros poemas menores, como el Romance de la Trinidad, y algunas cartas y máximas espirituales.

La poesía de san Juan de la Cruz expresa su experiencia de unión con Dios, a través de un camino de purificación y de amor. El poeta utiliza símbolos y metáforas tomados de la naturaleza, de la Biblia, de la liturgia y de la tradición mística, para comunicar la realidad inefable de Dios y de su acción en el alma. Su lenguaje es claro, sencillo, directo y cercano, con un toque de humor y de ironía.

Los poemas de san Juan de la Cruz son obras maestras de la poesía mística, que expresan la experiencia de unión con Dios a través de imágenes y símbolos tomados del amor humano. Para leerlos, tendremos que tener en cuenta algunos aspectos:

  • El contexto histórico y biográfico del autor, que vivió en el siglo XVI, en una época de reformas religiosas y culturales, y que sufrió persecuciones y encarcelamientos por su labor de renovación de la Orden de los Carmelitas.
  • La estructura interna de los poemas, que se basan en las tres vías o etapas del camino espiritual: la purgativa, la iluminativa y la unitiva, que corresponden a la liberación de las pasiones, la iluminación de la fe y la unión con Dios.
  • El lenguaje poético y simbólico de los poemas, que utiliza metáforas y recursos estilísticos para comunicar la realidad inefable de Dios y de su acción en el alma. Algunos de los símbolos más recurrentes son la noche, el fuego, la fuente, el vino, el esposo y la esposa.
  • El sentido teológico y místico de los poemas, que reflejan la doctrina y la experiencia de San Juan de la Cruz, basadas en la Biblia, la tradición cristiana y la contemplación. Los poemas muestran el amor de Dios, que se entrega al alma y la transforma en sí mismo

El mensaje de san Juan de la Cruz es de una gran actualidad para el siglo XXI, pues nos invita a centrar nuestra vida en Dios, a desapegarnos de todo lo que nos impide amarlo, a confiar en su providencia, a vivir en su presencia, a contemplar su belleza, a gozar de su amistad, a imitar su humildad, a compartir su cruz y a esperar su gloria. san Juan de la Cruz nos enseña que la felicidad no se encuentra en las cosas materiales, sino en el encuentro personal y transformante con el Dios vivo y verdadero.

San Juan de la Cruz fue canonizado en 1726 y declarado Doctor de la Iglesia en 1926. Su fiesta se celebra el 14 de diciembre. Su legado sigue siendo una fuente de inspiración y de esperanza para todos los que quieren seguir a Cristo y anunciarlo al mundo con la palabra y con la vida.