Los protagonistas del cine católico en España se plantan contra el cinismo: «Se pueden hacer películas de Dios»
Los responsables de Goya Producciones, European Dreams Factory o Bosco Films, entre otros, abordaron en Madrid los desafíos y oportunidades del sector
«Hemos conseguido el pleno al doce», aseguraba el presidente de la Asociación CinemaNet, Daniel Arasa, al arrancar la I Jornada de Análisis del Cine Católico, celebrada este lunes en Madrid. El acto reunió bajo un mismo techo a una decena de los principales nombres propios del cine cristiano en España —de Goya Producciones a Bosco Films, pasando por European Dreams Factory o Gospa Arts, entre otros— para abordar el estado de esta industria particular y los desafíos del sector.
Arasa defendió el evento como un acto «pionero» y señaló que se enmarca «en una batalla cultural por los valores». La jornada estuvo organizada por CinemaNet, en colaboración con Signis España, el Observatorio CEU sobre Religión y Sociedad y la Fundación Cultural Ángel Herrera Oria. Moderó el acto el cineasta Rafael Gordon, director de La pasión de Kierkegaard o La mirada de Ouka Leele, que también destacó «la suerte de poder ser un resistente».
«Se puede hacer cine de Dios»
«Se puede hacer cine de Dios», insistió Paco Arango, director de Mi otro Jon o Los Rodríguez y el más allá. El también impulsor de la Fundación Aladina destacó que su objetivo es «hacer cine que mueva el corazón y hable muy bien desde las trincheras de Dios: intento acercar a Dios a aquellos que no le tienen».
«Hay que estar muy loco para hacer cine». Arango, que anunció un libro con sus vivencias —titulado Si no crees en Dios te doy su teléfono—, y relató el milagro que supuso para él ver cómo su película Lo que de verdad importa subía al número 1 en Netflix en EEUU, a pesar de haber sido previamente un fracaso comercial en ese país. «Hay que seguir: el que todos conocemos no nació en el Ritz», concluía.
También relató un fracaso a priori el compostelano Pietro Ditano, director del documental sobre la Eucaristía El beso de Dios: relató cómo su película fue un fracaso como negocio «pero un éxito como misión, porque Dios tocó los corazones». Recordó que Juan Manuel Cotelo —ausente en el acto, pero que participó a través de un vídeo— le había advertido de que el cine religioso no es un negocio, y concluyó: «Ahora trato de centrarme en la misión, de volver a cuál es mi llamada y mi vocación».
El cine, «un ágora de primer anuncio»
«¡No sé cómo salen los números!», ironizó el director de La sirvienta o Petra de San José, Pablo Moreno, para quien «el cine es un ágora de primer anuncio de primera categoría, donde podemos llegar a todo el mundo: a las ovejas que están dentro del redil y a las que están fuera». Para Moreno, «una película en un cine es una oportunidad de compartir nuestra visión de la vida, nuestra alegría del Evangelio».
El cineasta recordó su trayectoria, desde que en 2013 estrenó Un Dios prohibido, y coincidió en que lo económico no es el centro de su labor: «Estamos en el camino de ir profesionalizando la industria, pero hay una parte de este tipo de cine inefable que se mide en otro tipo de repercusiones». El impulsor de Rodriwood en Ciudad Rodrigo lamentó que «a veces nos ponen la etiqueta de religioso para ponernos en la segunda categoría», e insistió: «El cine es una herramienta de concordia, de diálogo».
El fundador de Goya Producciones —y responsable de películas como Corazón ardiente o Corazón de padre— Andrés Garrigó coincidió en que «la taquilla no es el barómetro». Se refirió a la crítica habitual de que el cine cristiano predica a los convencidos: «¿Usted ha visto cómo están las iglesias hoy? ¡Es porque a los convencidos no se les ha predicado!», ironizó, pidiendo «guardar a los que tenemos en casa para que se multipliquen».
Una «trinchera» contra el cinismo
«La batalla cultural es muy fuerte», dijo la directora de La novia y Teresa, Paula Ortiz, criticando el cinismo de la cultura actual y retratando el cine religioso como una trinchera frente al mismo. «Hoy se evita la espiritualidad, pero ¿cómo lo vas a evitar?», se preguntaba. Sobre el reto de producir ficción de temática religiosa, se fijó en la «delicadeza extrema» que exige representar el imaginario religioso, porque puede provocar «frustraciones y banalizaciones».
«Es una realidad insoslayable: el cine católico está perseguido», lamentó el periodista, escritor y cineasta José María Zavala. «Hay personas —añadió— que siguen teniendo prejuicios, en una sociedad que —no nos engañemos— ha renegado de Cristo». «Cada vez es más difícil seguir adelante, cada vez uno tiene más obstáculos, y amortizar una película es una misión casi imposible», siguió, pidiendo el apoyo de los espectadores para este tipo de obras.
«Las películas que hacemos son instrumentos: no hacemos cine para ser famosos ni ganar dinero», añadió. «Cuando ves a los espectadores replanteándose sus vidas en la sala te das cuenta del valor de hacer cine para evangelizar», continuó, y realizó un llamamiento a la unidad: «No somos competencia: no somos ni Sony ni la Paramount Pictures; no contamos con ninguna ayuda oficial».
«Me siento como en casa porque esto está lleno de insensatos», dijo el periodista y director de Medjugorje o Madre no hay más que una, Jesús García, que destacó en su intervención la relación con los medios de comunicación. «El cine crea noticia: cuando haces una película se te abren puertas en los medios de comunicación», dijo, pero advirtió: «Estamos yendo a la guerra con pistolas de agua».
«Os animo a seguir luchando»
El fundador de la distribuidora European Dreams Factory, Filomeno Martínez, reflexionó que «el cine es un negocio que te engancha aunque no es el más rentable del mundo». Recordó los inicios de su distribuidora, cuando Eduardo Verástegui le propuso distribuir Bella. «¿Qué mejor forma de nacer que con una película que promueve la vida, que tan necesitada está hoy en la sociedad? Os animo a seguir luchando y promoviendo la vida», pidió.
Destacó hitos para su compañía como La última cima, de Juan Manuel Cotelo —que empezó en cuatro salas y acabó en 80— o la citada Lo que de verdad importa, de Arango, y celebró como los mayores logros obtenidos el impacto que estas obras tienen en el público: que alguien vea Bella y decida no abortar, o vea La última cima y se decida a seguir su vocación.
La fundadora y CEO de Bosco Films —responsables de llevar a las salas películas como Vivo o Libres—, Lucía González Barandiarán, distinguió dos tipos de películas —«para sembrar y para crecer», y destacó el cine como un lugar donde hacerse preguntas. González Barandiarán dedicó un recuerdo al otro gran ausente de la velada, Adolfo Blanco —responsable de traer a España Sonido de libertad o The Chosen—, y concluyó: «Estamos en un momento difícil, pero muy bueno».