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Javier Viver

Javier ViverJosema Visiers

El Efecto Avestruz

Javier Viver, escultor: «El cristianismo tiene fuerza para crear un arte absolutamente nuevo»

El escultor e imaginero defiende la vía del arte y la belleza como «fundamental» para la evangelización del siglo XXI

El arte ha sido fundamental en la vida cristiana desde los tiempos de las primeras comunidades de seguidores de Jesucristo, y sigue siendo crucial en la evangelización durante el siglo XXI. Así lo entiende el artista plástico, escultor e imaginero Javier Viver, autor de piezas tan famosas como la Virgen de Hakuna o la Bella Pastora, y que está detrás del celebrado proyecto de monumento al Sagrado Corazón en Boadilla del Monte.

En el nuevo episodio de El Efecto Avestruz, el programa de entrevistas de la Asociación Católica de Propagandistas (ACdP), Viver profundiza en esta cuestión y aborda temas como la necesidad de la poesía para la teología, el renacer de la espiritualidad en el arte contemporáneo o la capacidad del cristianismo para generar lenguajes estéticos nuevos.

–El Papa Francisco ha hablado en varias ocasiones de la «vía de la belleza» como un camino para llegar a Dios. ¿Qué importancia tiene el arte en la evangelización?

–A mí me parece fundamental. Ahora mismo la gente joven está absolutamente saturada de doctrinas ideológicas, y lo que quiere es una experiencia, la presencia real de algo verdadero. El arte permite realizar esta experiencia, pero no a través de un silogismo racional, sino a través de la belleza, y esto me parece crucial en el ámbito de la evangelización… como lo ha sido, por otra parte, a lo largo de la historia. Desde el comienzo del cristianismo, el arte ha sido la forma de transmitir y de encontrarse con el misterio.

–¿A la evangelización en nuestro siglo le sobra lógica y le falta poesía?

–Sí. El arte sacro es el gran olvidado en ámbitos como, por ejemplo, la universidad, a pesar de que es la fuente principal de evangelización que hemos tenido en Occidente. Nuestra cultura es heredera del racionalismo, y queremos acceder a todo a través de la lógica, que ha sido otro camino muy válido desde el comienzo del cristianismo. Pero los textos teológicos de los Padres de la Iglesia son tremendamente poéticos. Hay una vía paralela a la teología lógica que es la iconosofía, o la musicología. Que a través de las imágenes, de los cantos, de los salmos… podemos ver, tocar y experimentar el misterio de Dios.

–¿Cuáles son los lenguajes artísticos o los estilos para la evangelización en el siglo XXI?

–El problema, al menos en los últimos siglos, es que los cristianos hemos tenido una visión acomplejada: teníamos que adecuarnos a una modernidad ajena a nosotros. Pero el poder del cristianismo es su originalidad, que puede renovarse a cualquier discurso. Lo que yo me planteo es que, más que adecuarnos a lo que está sucediendo ahora, se trata de generar lo que va a ser dentro de unos años, o unos siglos. Se trata de tener una visión sin complejos: ¿acaso el cristianismo no tiene la fuerza para crear algo absolutamente nuevo para el próximo siglo? Eso es lo que estamos tratando de hacer desde muchos ámbitos, también en la Fundación Vía del Arte.

Javier Viver, durante su entrevista

Javier Viver, durante su entrevistaJosema Visiers

–¿Cómo se lleva a la práctica esta búsqueda de un lenguaje original?

–Solo se puede hacer desde el centro de la Creación, desde su origen, que es Cristo. El único que crea es Dios, y en la medida que tú te pones en sintonía, eres capaz de generar algo que te sobrepasa, porque no lo haces tú. Llega un momento en que dices: «Esto no tiene nada que ver con mis capacidades». Después puedes ponerte con cosas más técnicas, pero todo arranca de la vida interior, de esa convicción interior. Para mí, ese es el secreto.

–Mirando alrededor, ¿ve una cierta sed de trascendencia en otros artistas contemporáneos? ¿Un renacer de la perspectiva espiritual?

–Absolutamente. Precisamente porque no hay un ámbito donde la gente viva en la trascendencia, todo el mundo está buscando desaforadamente. Por poner un caso, los canales de experiencias cercanas a la muerte están llenos de gente, sobre todo jóvenes. Cualquier fenómeno que te hable de lo sobrenatural, de lo trascendente, es absolutamente bienvenido. Lo que pasa es que no puedes manipular: has de ofrecerlo con una verdad. En seguida canta si estás engañando.

–En su trabajo como imaginero, a la hora de crear piezas como la Bella Pastora o la Virgen de Hakuna, ¿qué tensiones encuentra, y cómo las resuelve?

–En el proceso de creación de una imagen de arte sacro siempre hay una especie de doble polo: has de tratar de acercarte muchísimo al modelo del que partes, a la realidad, pero a la vez has de generar una distancia que permita que esa escultura de veneración no se convierta en tu vecina. Ese conflicto es fundamental, porque si no hay distancia, no se produce el icono… pero si no hay cercanía —al menos en Occidente— no se produce esa empatía para poder conectar con lo sobrenatural.

Detalle del cartel de la exposición 'Museo de pasiones', de Javier Viver

Detalle del cartel de la exposición 'Museo de pasiones', de Javier Viver

–Cuando más humano, más divino, pero ¿hasta cierto punto?

–Lo más humano es el cauce para llegar a lo más sobrenatural porque Cristo se ha encarnado. Haciéndolo, ha abierto una doble dualidad que es la misma Iglesia, que tiene una parte invisible y una parte visible, y que es lo que sucede exactamente en una imagen religiosa. También es importante entender que detrás de cada rostro humano podemos encontrar el rostro del Verbo Encarnado, el Primogénito de toda la Creación.

–El rostro de Jesucristo.

–Hay una idea que me parece muy interesante. En el relato del Génesis se describe que Dios Padre está modelando del barro a Adán y Eva, a su imagen y semejanza. Pero claro, para modelar «a imagen de algo» necesitas un modelo: eso quiere decir que en el comienzo de la Creación Dios Padre está utilizando su imagen, el Verbo Encarnado, para modelar a Adán. Esto es alucinante, porque nos permite valorar todos los aspectos humanos: la anatomía es una imagen del Dios invisible vuelto visible. En nuestro cuerpo, que es el barro de Dios, podríamos encontrar los negativos de la huella dactilar de Dios Padre.

–Entre sus próximos proyectos artísticos destaca el monumento al Sagrado Corazón en Boadilla del Monte, ¿nos puede explicar algún detalle más?

–Este proyecto es un impulso titánico que ha desarrollado la ciudadanía para construir un monumento dedicado al Sagrado Corazón, con un carácter muy específico: un monumento para el siglo XXI en el que la experiencia del corazón va a ser una experiencia sensorial, en el interior del Cuerpo de Cristo. Podremos acceder al interior y encontrarnos con ese corazón que late. Será una experiencia de luces y colores que nos permitirá acercarnos a este sagrario vivo. Estamos ahora hablando con urbanismo sobre el tema, pero calculamos que medirá en torno a 25 metros de altura.

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