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La Sagrada Familia del pajarito, de Esteban MurilloMuseo Nacional del Prado

Del Padre Pío a Juan Pablo II, a Teresa de Jesús o san Josemaría: los santos que se encomendaron a san José

Son incontables los santos que a lo largo de la Historia no sólo han reconocido su devoción por el santo Patriarca, sino que además la han promovido y recomendado. Estos son, solo, algunos botones de muestra:

Tal vez el origen de que la devoción a san José esté tan enraizada en la Iglesia sea más lógica de lo que parece. A fin de cuentas, los primeros que le quisieron, le amaron y le pidieron protección y cuidado fueron Jesús y la Virgen María, en el seno del hogar de Nazaret.

Lo cierto es que casi desde los primeros siglos, una cohorte de santos han mostrado su admiración, cariño y veneración singular por el padre adoptivo de Cristo, acudiendo a él lo mismo en momentos de tribulación que en citas festivas, y tanto ante grandes acontecimientos de la historia como para cuestiones cotidianas. Con un matiz particular: todos reconocen que el patrón de la Iglesia es siempre tan solícito y diligente en sus ayudas, que no solo es de recibo agradecérselo, sino que es de justicia extender su devoción para que sean otros muchos los que acudan a él.

Estos son, por ejemplo, algunos ejemplos de santos que hablaban con gran admiración y cariño del esposo terreno de la Virgen María:

  • «Tomé por abogado y señor al glorioso san José, y encomendeme mucho a él. (…) No me acuerdo hasta ahora haberle suplicado cosa que la haya dejado de hacer; (…) que a otros santos parece les dio el Señor gracia para socorrer en una necesidad, a este glorioso santo tengo experiencia que socorre en todas, y que quiere el Señor darnos a entender que ansí como le fue sujeto en la tierra –que como tenía el nombre de padre, siendo ayo, le podía mandar–, ansí en el cielo hace cuanto le pide», santa Teresa de Jesús.

  • «San José, con el amor y la generosidad con que guardó a Jesús, así también guardará tu alma, y como lo defendió de Herodes, así defenderá tu alma del Herodes más feroz: ¡el diablo! Todo el cariño que el Patriarca San José tiene por Jesús, lo tiene por ti y siempre te ayudará con su patrocinio. Él te librará de la persecución del malvado y orgulloso Herodes, y no permitirá que tu corazón se separe de Jesús. ¡Ite ad Ioseph! Acude a José con extrema confianza, porque yo, como Santa Teresa de Ávila, no recuerdo haberle pedido nada a san José sin haberlo obtenido de buena gana», san Pío de Pietrelcina.

  • «Invocadlo también, jóvenes, con jaculatorias. Por ejemplo, durante el estudio decid en vuestro corazón: «Sancte Joseph, ora pro me; ayudadme a ocupar bien el tiempo de estudio y de clase». Si os viene alguna tentación: «Sancte Joseph, ora pro me» (…). No olvidéis que él es el protector de todos los trabajadores, y que lo es también de los jóvenes que estudian, porque el estudio es trabajo», san Juan Bosco.

  • «Un rayo se abre paso victoriosamente entre las nubes, una lúcida estrella, que se inclina amistosa y paternamente hacia nosotros, derramando bondad y ternura, este es san José. Y así acepto todo lo que nos angustia, lo acepto y lo deposito en las manos fieles. ¡Acógelo! ¡San José, cuídanos!», santa Edith Stein.

  • «San José es hombre de trabajo. El Evangelio no ha conservado ninguna palabra suya. En cambio, ha descrito sus acciones: acciones sencillas, cotidianas, que tienen a la vez el significado límpido para la realización de la promesa divina en la historia del hombre; obras llenas de la profundidad espiritual y de la sencillez madura», san Juan Pablo II.

  • «El santo ejemplo de Jesucristo, quien, mientras estuvo en la tierra, honró tanto a San José y fue obediente a él durante su vida, debería ser suficiente para inflamar los corazones de todos con la devoción a este santo», san Alfonso Maríade Ligorio.

  • «Tratándole, se descubre que el Santo Patriarca es maestro de vida interior: porque nos enseña a conocer a Jesús, a convivir con Él, a sabernos parte de la familia de Dios. Nos da esas lecciones siendo, como fue, un hombre corriente, un padre de familia, un trabajador que se ganaba la vida con el esfuerzo de sus manos», san Josemaría Escrivá.

  • «Desde mi infancia, le tenía una devoción que se confundía con mi amor a la Virgen. Todos los días recitaba a san José la oración: «Oh, san José, padre y protector de las vírgenes, a cuya guarda fue encomendada la misma inocencia, Cristo Jesús, y María, Virgen de las vírgenes: os suplico y ruego, por estas dos riquísimas prendas, Jesús y María, que, preservándome de toda inmundicia, hagáis que siempre sirva a Jesús y María con puro corazón, con cuerpo casto y con el alma libre de toda mancha de pecado», santa Teresita de Lisieux.