El manto de Jesús en el Calvario
«Ajías tomó el manto nuevo que llevaba, lo rasgó en doce jirones y dijo a Jeroboam: 'Toma para ti diez jirones, porque así dice Yahvé, Dios de Israel: Voy a hacer jirones tu reino de manos de Salomón y te voy a dar diez tribus'». En este texto el manto que se rompe es una imagen para significar la división del reino. El manto, por tanto, es símbolo del reino
Cuando el Evangelio de san Juan narra la Pasión de Jesús hace hincapié en una serie de detalles que los demás Evangelios o no relatan o no detallan tanto. Uno de estos detalles es lo que se refiere a los atuendos con los que Jesús llega al Calvario para la crucifixión: los vestidos y la túnica. De estos, nos centramos en la referencia a los vestidos y su sentido.
El Cuarto Evangelio informa de que los soldados encargados de la crucifixión «tomaron sus vestidos, con los que hicieron cuatro lotes, un lote para cada soldado», (Jn 19,23). De esta manera se cumple la profecía contenida en el Salmo 22: «Se han repartido mis vestidos, han echado a suertes mi túnica», (Jn 19,24 [Sal 22,19]). Los vestidos a los que se hace referencia es el manto exterior, mientras que la túnica es la vestidura interior. Dicho manto se lo pusieron los soldados cuando coronan a Jesús con las espinas: «Los soldados trenzaron una corona de espinas, se la pusieron en la cabeza y le vistieron un manto color púrpura; y, acercándose a él, le decían: 'Salve, Rey de los judíos'», (Jn 19,2). El manto, pues, está relacionado con la realeza de Jesús. Un manto del que no se desprende hasta llegar al Gólgota.
De esta prenda se dice que los soldados hicieron «cuatro partes», (Jn 19,23) mostrando dos aspectos: por una parte, como ejecutores son los agentes de la muerte de Jesús; por otra, son sus herederos. Para entender este segundo aspecto tenemos que acudir al Antiguo Testamento, ya que nos ayudará a captar el significado del manto que se reparten los soldados. En el Primer Libro de los Reyes, el profeta Ajías, para significar la división del reino a la muerte de Salomón y su reparto en los herederos, divide su manto en doce partes: «Ajías tomó el manto nuevo que llevaba, lo rasgó en doce jirones y dijo a Jeroboam: 'Toma para ti diez jirones, porque así dice Yahvé, Dios de Israel: Voy a hacer jirones tu reino de manos de Salomón y te voy a dar diez tribus'», (1R 11,30-31). En este texto el manto que se rompe es una imagen para significar la división del reino. El manto, por tanto, es símbolo del reino.
De modo parecido, en el Primer Libro de Samuel, leemos: «Y como Samuel se volviera para marcharse, le asió Saúl el extremo del manto, que se desgarró, y Samuel dijo: 'Hoy te ha desgarrado Yahvé el reino de Israel y se lo ha dado a otro mejor que tú'», (1S 15,27). En este texto, la ruptura de manto del profeta, que Saúl quiere retener, simboliza que éste queda despojado del reino.
En el Calvario el evangelista San Juan recoge este mismo simbolismo, es decir, el manto simboliza el Reino. De esta manera, lo que se quiere decir es que el antiguo reino, el de los judíos, pasa ahora a ser el reino de los paganos: éstos quitan a los judíos su rey para hacerlo suyo. Las cuatro partes en que se reparten el manto de Jesús pueden significar los cuatro puntos cardinales, enseñándonos que el Reino que aquellos paganos heredan en el Calvario llegará hasta los confines de la tierra. La salvación que, como dice el mismo Jesús, «viene de los judíos», (Jn 4,22) y se extiende a toda la humanidad, haciendo a Jesús «el Salvador del mundo», (Jn 4,42). Jesús no será ya el rey de los judíos, sino el rey universal. Con la herencia del manto de Jesús dividido en cuatro partes se señala, por tanto, que del Gólgota fluye la redención que alcanza a toda la humanidad.