El surfista brasileño camino de los altares: «Dios operó conversiones y curaciones por su medio»
Elevado a venerable el 20 de mayo de 2023, Guido Schäffer ejerció como «médico de los cuerpos y de las almas»
Médico, surfista, seminarista. El joven brasileño Guido Schäffer destacó por su incansable dedicación a los pobres, por su especial delicadeza con las cosas de Dios y su ferviente predicación. El proceso de beatificación se abrió en enero de 2015. La etapa diocesana terminó en octubre de 2017 y toda la documentación fue enviada a la Santa Sede. El Dicasterio para las Causas de los Santos lo declaró venerable el 20 de mayo de 2023.
El «ángel surfista», como se le conoce en Brasil, nació el 22 de mayo de 1974 en Volta Redonda, en Río de Janeiro. Sus padres eran católicos y su infancia se vio impregnada de su fe. Se graduó en Medicina y ejerció durante 8 años en la Santa Casa de Misericordia, atendiendo a pobres y personas que padecían el VIH.
Formó parte del grupo de oración «Fuego del Espíritu Santo» en su parroquia. En 1997, el papa san Juan Pablo II visitó Brasil y tuvo un encuentro con familias a la que Schäffer asistió. Más adelante, fue el brasileño quien acudió a Europa para la beatificación de los protomártires de Brasil en el año 2000. Años más tarde, decidió entrar al seminario, dejando atrás trabajo y noviazgo para ser «médico de los cuerpos y de las almas», apuntaba su amigo, el religioso Antonio Motta Simões.
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Seminarista en diferido
«Era brillante, inteligente, sencillo, siempre de buen humor, muy caritativo y dedicado al Señor. Siempre atendía a todos, a unos con problemas de salud física, a otros, de salud espiritual. Incluso si le solicitaban a altas horas de la noche», revelaba.
Su paso por el seminario fue atípico, ya que él continuaba colaborando en la Santa Casa de Misericordia y con las Hermanas de la Madre Teresa de Calcuta. Por ello, se le concedió estudiar en la Facultad de S. Bento e internar en el seminario solo para los dos últimos años de Teología.
Era especialmente devoto de la Eucaristía y de la Virgen María, y rezaba habitualmente la liturgia de las horas y el rosario. Buscaba el silencio de la oración solitaria para escuchar la voz de Dios y unirse más íntimamente a Él.
Cuenta su amigo que tenía el don de la palabra, estando sus predicaciones llenas de «autoridad», lleno del Espíritu Santo. «Decía lo que vivía y vivía lo que decía, ardiendo de celo por las cosas de Dios. Decía lo que debí decirse sin faltar a la caridad», explicaba.
«Dios operó por su medio»
«Dios operó numerosas conversiones y curaciones por su medio. ¡Cuantos regresaron a la Iglesia con la ayuda de Guido! Son innumerables los testimonios de personas de todas las edades», relataba Motta.
Según narra que tuvo la oportunidad de ser el cauce por el que «el Señor derramó muchas gracias», realizando hechos prodigiosos. En una ocasión predicando a los enfermos, se le acercó una anciana que no podía andar por problemas neurológicos. Schäffer le pidió que dejase de ver «ese programa de la tele que no le da nada bueno, rece el rosario y pida la gracia que desea». Pasadas unas semanas, la señora llegó andando a la misa del domingo.
Otro hombre se le acercó adolecido de su cuerpo, que estaba cubierto de llagas y parecía quemado. Para su sorpresa, Guido le habló del sacramento de la confesión, a lo que el enfermo se negó porque «no mataba ni robaba». El seminarista le dijo que él tampoco y estaba lleno de ellos, empezando a enumerarlos con humildad. Finalmente, accedió a confesarse, además de recibir la unción de enfermos y la comunión. Las llagas desaparecieron en una semana.
«Estar disponible para cosas excepcionales»
Guido Schäffer murió el 1 de mayo de 2009, mientras surfeaba en la playa de Recreio dos Bandeirantes debido a que su tabla le golpeó en la nuca. Sufrió una conmoción cerebral, se desmayó y se ahogó. En la misa de su funeral, presidida por el arzobispo, cuenta su amigo, el prelado, comentando el ardiente deseo de sacerdocio del joven, le entregó una estola. «La santidad consiste en dejarse guiar por el Espíritu Santo y estar concretamente disponible para que ocurran cosas excepcionales. Y Guido ya había adquirido esta experiencia en vida, como demuestra el testimonio de los que lo conocieron», sentenció.
Sin embargo, los hechos sobrenaturales parecen no haber cesado. En 2015, el cardiólogo Bernardo Amorim sufrió una enfermedad del sistema nervioso que lo dejó paralizado a los 46 años. Los médicos comentaron a su madre, Eliana Amorim que no volvería a caminar hasta que pasasen seis meses y difícilmente podría volver a ejercer como médico.
«Antes de abandonar el hospital ya podía levantarse y dar algunos pasos», confesó la mujer a la revista brasileña IstoÉ. Eliana rezó al «ángel surfista» cuando le comunicaron la situación de su hijo, diciéndole «que Bernardo amaba la medicina y le pedí que pudiera volver a su trabajo». Apenas había pasado un año, cuando Amorim volvió a ejercer su profesión.
Oración por la intercesión del Venerable Guido Schäffer
Padrenuestro, Avemaría y Gloria.