«En el mundo hay comida más que suficiente, pero 67 millones de niños no van a la escuela por el hambre»
El fundador de la ONG Mary’s Meals denuncia en 'El Efecto Avestruz, el programa de entrevistas que la ACdP emite en YouTube, que «muchos niños están trabajando, mendigando o sobreviviendo» porque falta «compromiso y acción» política y social
Aunque la percepción de buena parte de la sociedad, influida por los eslóganes neomaltusianos repetidos desde hace décadas (como en el famoso informe Los límites del crecimiento presentado en los años 70 al Club de Roma), piense que hoy existe una sobrepoblación que es la causa del hambre en el planeta, la realidad demuestra que «en el mundo hay comida más que suficiente para todos, y el problema del hambre es solucionable».
Así lo explica el fundador de Mary’s Meals, el escocés Magnus MacFarlane-Barrow, en el último episodio de El Efecto Avestruz, el programa de entrevistas con expertos publicado en el canal de YouTube de la Asociación Católica de Propagandistas (ACdP).
La ONG Mary’s Meals atiende casi 2,5 millones de niños en 18 países de todo el mundo, a los que proporciona, al menos, una comida diaria en la escuela. Una labor por la que la organización recibió el Premio Princesa de Asturias a la Concordia en 2023, y que, como explica su fundador, nació a partir de una experiencia transformadora en los campos de refugiados en Bosnia.
«Quiero poder comer e ir a la escuela por un día»
Su misión quedó finalmente confirmada tras una visita a Malawi, uno de los países más pobres del planeta, donde un joven expresó a Magnus su único deseo en la vida: «Quiero tener suficiente comida para comer y poder ir a la escuela un día». Aquellas palabras marcaron el inicio de un proyecto global, que hoy alimenta a millones de niños diariamente en centros educativos.
Según MacFarlane-Barrow, el hambre infantil afecta profundamente la capacidad de aprendizaje y desarrollo de los niños. «Muchos de los niños que ayudamos están trabajando, mendigando o simplemente sobreviviendo como pueden. Pero al proporcionarles una comida diaria en la escuela, no solo les damos alimento, les abrimos la puerta a la educación», explica.
El problema, por tanto, no radica en la falta de alimentos a nivel mundial, sino en su distribución y acceso: «Hay más que suficiente comida en el mundo. Aunque no podamos resolverlos por nosotros mismos, estos problemas son solucionables, pero requieren compromiso y acción», añade.
Un modelo de fe y solidaridad local
En la lucha contra el hambre, la clave radica en el enfoque local, explica el fundador de Mary’s Meals. De hecho, su propia organización trabaja con colaboradores y voluntarios de las propias comunidades en las que opera, incluidos lugares de alto riesgo como Sudán del Sur, Etiopía o Haití.
«No somos nosotros quienes llegamos pensando que tenemos todas las respuestas. Este trabajo lo lideran agentes locales y, en muchos casos, los propios voluntarios están luchando contra la pobreza. Sin embargo, eligen dar este regalo para que los niños de su comunidad puedan comer», señala.
Y subraya el carácter inclusivo de la organización, que nace de su fe católica: «No importa la creencia de las personas para formar parte de esta misión. Nosotros lo hacemos en el nombre de nuestra Madre, la Virgen, pero alimentamos a cualquier niño hambriento, sin importar su denominación».
El impacto espiritual del amor al prójimo
Para MacFarlane-Barrow, el trabajo de Mary’s Meals es más que una labor humanitaria: es un acto de amor inspirado en la Doctrina Social de la Iglesia. Y aunque reconoce que la magnitud de los problemas globales puede abrumar, insiste en que la responsabilidad personal, puesto que «no estamos llamados a resolver la situación global, pero podemos hacer algo muy significativo en la vida de otra persona».
Por este motivo, el impacto de Mary’s Meals no se limita al alimento físico, sino que también siembra aliento y educación, y abre la puerta a un horizonte de esperanza y nuevas oportunidades para miles de niños. Como concluye MacFarlane-Barrow: «Hay 67 millones de niños que dejan de ir a la escuela por hambre. Pero podemos cambiar eso. No tenemos que aceptarlo como un hecho».