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La adoración de los pastores de Luca Giordano

Amado Nervo y su sencillo poema de Navidad en el que la voz profética llama a los pastores para adorar al Niño

Amado Nervo es el pseudónimo del poeta, oriundo de México, Juan Crisóstomo Ruiz de Nervo y Ordaz (1870-1919). Adscrito al Modernismo, paulatinamente fue abandonando este movimiento poético, moderando las estridencias de los recursos retóricos propios su estética; y aun cuando su poesía evolucionó hacia un cierto misticismo impregnado de un tono de sentimentalidad confidencial, lo cierto es que nunca renunció al ritmo y a la musicalidad, que son consustanciales a su estilo. Entre sus obras destacan las tituladas Místicas (1898), Lira heroica (1902), Los jardines interiores (1905), La amada inmóvil (1912), Serenidad (1914), En voz baja (1914), El estanque de los lotos (1919) y El arquero divino (1919).

Poeta con un profundo sentido de la religiosidad, dedicó varias composiciones a la temática navideña. Y de entre ellas elegimos para su comentario las tituladas Nochebuena (Pastores y pastoras…) y Jesús.

Nochebuena

Pastores y pastoras,
abierto está el edén.
¿No oís voces sonoras?

Jesús nació en Belén.

La luz del cielo baja,
el Cristo nació ya,
y en un nido de paja

cual pajarillo está.

El niño está friolento.
¡Oh noble buey,
arropa con tu aliento

al Niño Rey!

Los cantos y los vuelos
invaden la extensión,
y están de fiesta cielos
y tierra... y corazón.


Resuenan voces puras
que cantan en tropel:
¡Hosanna en las alturas
al Justo de Israel!


¡Pastores, en bandada
venid, venid,
a ver la anunciada

Flor de David!…

El poema está compuesto por seis cuartetas de versos heptasílabos, en cada una de las cuales riman en consonante los versos primero con tercero y segundo con cuarto. Y la peculiaridad de estas rimas estriba en que todos los versos pares del poema acaban en palabra aguda, lo que le confiere una especial sonoridad; tal y como puede comprobarse a continuación:

Cuarteta primera: /-óras/ (versos 1 y 3: «pastóras/sonóras»), /-én/ (versos 2 y 4: «edén/Belén»). En esta cuarteta, eliminando la conjunción, el artículo y la preposición, de las doce palabras restantes, seis son agudas. Y, por otra parte, hay una clara aliteración de fonemas vocálicos de abertura media, ya sea de localización anterior (verso 2, fonema /e/: «abierto está el edén»), o posterior (verso 3, fonema /o/: «¿no oís voces sonoras?»).

Cuarteta segunda: /-ája/ (versos 5 y 7: «bája/pája»), /-á/ (versos 6 y 8: «ya/está»). El condicionamiento de la rima exige el leve hipérbaton «y está, cual pajarillo, en un nido de paja»). La proximidad de las palabras «paja» (verso 7) y «pajarillo» (verso 8, en el que la palabra pájaro figura con el sufijo diminutivo de carácter afectivo -illo), así como la abundancia del fonema vocálico /a/ (la a se repite 11 veces en total) dotan a la cuarteta de una grata eufonía.

Cuarteta tercera: /-énto/ (versos 9 y 11: «friolénto» [que es muy sensible al frío]/aliénto”), /-éy/ (versos 10 y 12: «buéy/Réy»). En los villancicos, esta última rima en las citadas palabras es frecuente, ya que son muy escasas las palabras que terminan en el diptongo /ei/ o en el triptongo /uei/. Adviértase, por otra parte, la cadencia rítmica que originan las combinaciones sintagmáticas «niño friolento» (verso 9, en el que el verbo copulativo carece de valor semántico), «noble buey» (verso 10), «Niño Rey» (verso 12).

Cuarteta cuarta: /-élos/ (versos 13 y 15: «vuélos/ciélos»), /-ón/ (versos 14 y 16: «extensión/corazón»). Entendemos que «los vuelos» son «los ángeles» que cantan, en una metonimia en que el símbolo («vuelo») reemplaza a lo simbolizado («los ángeles»); y que «la extensión» es el espacio celeste que estos ocupan. Por lo demás, el polisíndeton de los versos 15 y 16 («y están de fiesta cielos / y tierra… y corazón») da mayor fuerza a lo expresado («cielos/tierra/corazón»); y, además, los puntos suspensivos que preceden a la palabra «corazón» dejan momentáneamente la enumeración en suspenso, creando una expectación que hace que en dicha palabra se concentre la tensión emocional; y así, la palabra «corazón», en una sinécdoque de la parte por el todo, prolonga la fiesta de «cielos y tierra» a toda la Humanidad.

Cuarteta quinta: /-úras/ (versos 17 y 19: «púras/altúras»), /-él/ (versos 18 y 20: «tropel/Israel»). Cantar «en tropel» (verso 18) indica hacerlo «con movimiento acelerado, yendo muchos juntos»; y la palabra «Hosanna» (verso 19), de procedencia hebrea (hōša‘nā), indica una exclamación de júbilo (y se emplea en la liturgia tanto judía como cristiana, con el significado primitivo de «sálvanos, te rogamos». [La frase «Hosanna en las alturas» figura en el Evangelio de San Mateo (21:9), cuando refiere la entrada triunfal de Jesús en Jerusalén, celebrada por la gente: «¡Hosanna al Hijo de David! ¡Bendito el que viene en el nombre del Señor! ¡Hosanna en las alturas!». Y, por otra parte, el canto de los ángeles «Gloria a Dios en las alturas» lo recoge en su Evangelio San Lucas (2:14)]. En cuanto al verso 20, «Justo de Israel» es una forma metafórica de referirse a Jesús, con ciertas reminiscencias bíblicas.

Cuarteta sexta: /-áda/ (versos 21 y 23: «bandáda/anunciáda»), /-íd/ (versos 22 y 24: «veníd/Davíd»). Si en los versos 17 y 18 «las voces puras» de los ángeles «cantan en tropel», ahora son «los pastores» los llamados a acudir al portal «en bandada» (verso 21), como multitud bulliciosa. Y si en el verso 20, Jesús es el «Justo de Israel», en el 24 es la «Flor de David» (recordemos que los Evangelios de san Mateo (1:16) y de san Lucas (3:23) presentan a Jesús como descendiente directo del rey David, al tratarse del Mesías prometido en las profecías del Antiguo Testamento.

El contenido del poema es de una enorme sencillez: la «voz poética» llama a pastores y pastoras para que acudan a Belén, porque Cristo -la luz bajada del cielo (verso 5), el Niño Rey (verso 12), el Justo de Israel (verso 20), la flor de David (verso 24- ya ha nacido, y se encuentra en las pajas de un humilde pesebre protegido del frío por el aliento de un buey, mientras los ángeles entonan cantos en su alabanza. La interrogación retórica del verso 3 («¿no oís voces sonoras?») conecta con la apelación en forma de imperativo en el verso 22 («venid, venid»), una reiteración del verbo que hace más enérgica la llamada a acudir a un anunciado nacimiento que ya se ha producido. El tono exclamativo de las estrofas tercera, quinta y sexta no hace sino subrayar el gozo de la «voz poética» al trasladar al corazón de toda la humanidad su propia alegría ante el nacimiento de Jesús.