
Peter To Rot fue martirizado a los 33 años en un campo de concentración japonés durante la Segunda Guerra Mundial
Peter To Rot, el catequista mártir que desafió a los invasores japoneses por su defensa del matrimonio
Se opuso a la poligamia que los japoneses querían imponer y se negó a dejar morir la fe de su gente. Ahora, casi 80 años después, el Vaticano lo declarará santo
Papúa Nueva Guinea es un país que rara vez ocupa los titulares mundiales, pero desde este lunes celebra el reconocimiento de que ya por fin tienen a su primer santo.
Aunque no dieron fechas previstas, el Vaticano anunció el 31 de marzo que el Pontífice aprobó los votos favorables de los cardenales y obispos miembros del dicasterio para las Causas de los Santos para la canonización de Peter To Rot, un catequista laico, esposo y padre de tres hijos, que se convirtió en mártir en 1945, asesinado por el régimen de ocupación japonés.
Su crimen: desafiar la poligamia impuesta por los invasores y mantener viva la fe en su comunidad. Ahora, casi 80 años después, el Vaticano lo eleva a los altares.
Un catequista de vocación
Nacido en 1912 en Rakunai, región oriental de Papúa Nueva Guinea, Peter To Rot pertenecía a la comunidad tolai. Hijo de un jefe tribal, tenía el respeto de su gente, pero su verdadera vocación fue la enseñanza de la fe.Tras recibir la Primera Comunión, presumiblemente entre 1922 y 1926, movido por una profunda devoción a la Eucaristía, ejerció como ministro. Posteriormente se formó como catequista, asumiendo un papel clave en la comunidad.
También se dedicaba a obras de caridad, pensando especialmente en los pobres, los enfermos y los huérfanos. A los 23 años se casó con Paula La Varpit, con quien tuvo tres hijos.
Santo sin necesidad de milagro
La Segunda Guerra Mundial lo puso a prueba. Cuando los japoneses ocuparon el país y encarcelaron a los misioneros, Peter To Rot no se escondió. Siguió con su labor, organizando catequesis y preparando a las parejas para el matrimonio cristiano, aun cuando los ocupantes promovían la poligamia para congraciarse con los líderes tribales. Esto lo convirtió en un problema para los japoneses.
Fue arrestado y condenado a dos meses de prisión. Pero no fue un simple castigo: en la cárcel, lo sometieron a un trato brutal. Su única conexión con el mundo exterior eran las visitas esporádicas de su madre, su esposa y sus hijos. A finales de julio de 1945, Peter To Rot fue envenenado. Tenía 33 años.
En 1995, san Juan Pablo II lo convirtió en el primer beato del país cuando lo beatificó en Port Moresby, y ahora, en 2024, su canonización es una realidad. Su caso es peculiar: los obispos de Papúa Nueva Guinea pidieron que se dispensara el requisito de un milagro, según afirma Asia News, ya que documentar uno en un país con escasez de hospitales y una cultura predominantemente oral era una misión casi imposible. La historia de Peter, hasta ahora poco conocida fuera de su país, se suma a la de otros mártires de la Iglesia.