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Entrevista

Santiago Cantera, prior en el Valle de los Caídos: «Oramos diariamente por los de uno y otro bando»

Dos años después de la exhumación de Franco, el prior de la abadía del Valle de los Caídos nos enseña los recovecos de la basílica, el día a día de los escolanos, el significado del monumento y la vida de oración de la comunidad benedictina

Muy pocas personas en España saben qué es realmente el Valle de los Caídos. Conocen el nombre y, en un acto reflejo, lo relacionan directamente con política, dictadura y guerra. Es tanto como hablar de paradores de turismo o de hoteles de carretera, e imaginarse a Janet Leigh tomando un sándwich en la oficina del Motel Bates. El Valle de los Caídos es un extenso paraje natural de navas, bosques y picos. Es una basílica excavada en el granito y de unas dimensiones sobrecogedoras. Es una abadía benedictina. Es una amplia hospedería con capilla, biblioteca y más de un centenar de habitaciones. Y es una escolanía donde una treintena de niños aprende a cantar gregoriano y música polifónica. Nos sirve de guía por todas las instalaciones, pasadizos, patios y pórticos el prior de la abadía, y como fuente clarificadora de lo que ocurre con uno de los tótems ideológicos de nuestro tiempo, el padre Santiago Cantera.

Santiago Cantera, prior de la abadía del Valle de los CaídosPaula Argüelles

¿Qué responde usted a quienes dicen que el Valle de los Caídos es un monumento a los vencedores de la Guerra?

–Aunque es verdad que lo construyeron los vencedores, la idea del Valle de los Caídos apunta hacia la reconciliación, y, de hecho, el papel de la comunidad benedictina consiste en orar por los caídos de uno y de otro lado, del bando nacional y del bando republicano. Tanto los que están sepultados aquí como en otros cementerios de España. Y también orar por la paz de España. Otra cosa es que esto se haya sido capaz de asumir o no, y de comprender o no.

Se asume que este no debiera ser un lugar de política, sino de oración. Y que el concepto fundamental de este entorno es que a todos no iguala la muerte. ¿Cómo trasladar esta idea a una España que cada vez está más alejada de la fe?

–La realidad del dolor, de la enfermedad y de la muerte ha hecho siempre al ser humano cuestionarse por el sentido de la vida. Como decía el entonces profesor Ratzinger, la respuesta al misterio de la muerte nos da la clave para la respuesta al misterio de la vida. Hoy vivimos en un mundo donde, como bien expresaba él hace ya muchos años, se evade el tema de la muerte de una manera muy mecánica, o de una manera brutal a veces, o incluso banal…

En la entrevista con el padre CanteraPaula Argüelles

Aquí hay 35 chicos de la escolanía. ¿En qué consiste?

–Se trata de un coro de niños varones, con una tradición vinculada a un santuario, y normalmente con un colegio en régimen de internado. Porque uno de los factores fundamentales es la convivencia entre ellos y la cercanía con la comunidad. Aquí hay un trato muy familiar, como de relación entre padre e hijo, e igual que los chicos entre sí, y nosotros con sus familias. En concreto, en España hay seis escolanías: la del Valle de los Caídos, la del Escorial, la de Montserrat, la de los Desamparados de Valencia, los Infanticos del Pilar de Zaragoza, y Covadonga.

¿Cómo es su vida aquí? ¿Qué sucede con ellos una vez cumplidos los 18 años?

–Aquí estudian hasta segundo de la ESO; luego, tercero y cuarto de Secundaria y Bachillerato lo estudian por la mañana en El Escorial. Siguen siendo alumnos de aquí, son escolanos, pertenecen al coro y viven aquí, pero están matriculados en otro colegio en El Escorial. Por tanto, tras las clases, regresan al mediodía. Lo ideal sería que también estudiaran aquí esos cursos... Respecto a lo segundo, los escolanos acaban en las más diversas profesiones. Incluso alguno pasa al monasterio, como es el caso de fray Javier.

Una escolanía no debe ser un reformatorioSantiago Cantera, prior de la abadía del Valle de los Caídos

¿Los chicos que estaban en misa, y cantaban, asisten voluntariamente?

–Es algo que forma parte del día a día de los escolanos. La escolanía se creó para solemnizar el culto divino en la basílica, para cantar la misa y en las ceremonias. Antes de comenzar la misa, se interrumpen las clases, tienen un ensayo previo para repasar la misa, bajan, cantan la misa, y después tienen el recreo, y luego continúan las clases. Por la mañana y por la tarde, aparte de tiempo de estudio, clases, recreo, tienen también dos horas de canto: una de canto gregoriano y otra de canto polifónico, y también tiempo para instrumentos musicales. Junto con el gregoriano y el polifónico entra, asimismo, el solfeo: lenguaje musical, vocalización, etc.

Nos acabamos de cruzar en el pasillo, después de que los chicos estuvieran en el recreo, con un niño con síndrome de Down. ¿Es escolano?

–Sí, es un alumno externo; viene por la mañana y luego se va. Sus padres ya nos conocían, nos lo pidieron, y él está encantado.

Pero vivimos en un ambiente donde ha habido muchos problemas y escándalos relativos a menores, problemas de abusos… ¿Esto no genera reticencias?

–Es cierto que el tema de internados y, además, religiosos causa reticencias en algunos ambientes, pero en otros no. En general, hoy en España hay reticencias hacia el internado, porque se concibe como un lugar para chicos problemáticos o chicos con problemas de estudios. Como una especie de reformatorio. Y eso es lo que una escolanía no debe ser. En una escolanía los chicos tienen que estar porque ellos quieran; por su formación musical, por compañerismo, porque están a gusto…

El prior Cantera, celebrado el día de su cumpleaños por uno de los escolanosPaula Argüelles

Durante la misa de esta mañana en la basílica hemos visto a algunos monjes que han celebrado con usted, y que tienen una cierta edad. Pero también estamos viendo monjes jóvenes. ¿Cómo es la comunidad?

–Somos unos 22 monjes, la mitad sacerdotes. El mayor de los monjes tiene 95 años y el más joven tiene 21. Hay un grupo de jóvenes de entre 20 y 30 años, seis, si no me equivoco.

Nos ha llamado la atención el silencio que han mantenido por lo pasillos. ¿Se evita hablar en una abadía benedictina?

–Se intenta hablar lo mínimo posible. Se intenta guardar el silencio. Otra cosa es que lo llevemos mejor o peor, pero el silencio es una pauta para poder tener un diálogo interior con Dios, favorecer un ambiente de oración, de retiro. El silencio, el retiro, la soledad favorecen ese clima de confianza con Dios y de poder entablar lo que dice santa Teresa que es la oración: tratar de amistad con Dios. O, como decían algunos autores orientales, la oración es una elevación del alma a Dios.

¿Hay aspectos de este modo de vida contemplativo que pueden compartir un benedictino y un laico, como la necesidad de silencio?

–El hombre de hoy necesita incluso más silencio que el de antaño porque el mundo de hoy es todo ruido. Es todo inmediatez, inquietud. El ser humano necesita encontrar un remanso de paz, de tranquilidad, para encontrarse consigo mismo. Y en ese encuentro consigo mismo resalta la trascendencia, el encuentro con Dios, que es nuestro creador y que da todo el sentido de nuestra vida.

Uno de los monjes saliendo de la capillaPaula Argüelles

¿Cómo generar esa actitud, ese silencio, esa escucha, en nuestra vida cotidiana, sin necesidad de que sólo suceda durante unos días retiro?

–Lo mejor, yo creo, es poder tener un aparte en el hogar. La casa es un lugar donde se pueden lograr esos momentos de silencio, en la propia familia. Aunque haya un ruido natural en la familia. Por otro lado, también hay que acudir a la iglesia, a una capilla, para poder permanecer un rato a solas con el Señor. Pequeños momentos de elevaciones del alma hacia Dios, elevar pequeñas jaculatorias, pequeñas oraciones y ofrecimientos y acciones de gracias de todo lo que se hace, para que así esté impregnado todo de un sentido sobrenatural y de la paz que sólo Dios da al alma. Y así, en medio del ruido y del mundo, se puede hacer un silencio interior, aunque exteriormente no lo haya.

¿Cómo se hace compatible esta actitud de silencio con la cercanía a los demás?

–Había un monje del siglo IV, Evagrio Póntico, que decía que monje es el que, apartado de todos, está unido a todos. ¿Cómo? A través de la oración, a través de la unión con Dios, que es el Creador y Redentor de todos en su Hijo Jesucristo. La oración del monje no es una oración egoísta, no es una relación egoísta con Dios, sino que en su oración él es consciente de que lleva las necesidades de todos los hombres y de toda la Iglesia, y que, misteriosamente, también Dios derrama su gracia sobre todos los hombres.

El prior Cantera de camino a la abadía desde la hospedería, con la cruz de los Caídos de fondoP.A.