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Los 27 mártires que van a ser beatificados en la catedral de Sevilla, pertenecen a la orden dominica

Beatificación multitudinaria de mártires en Sevilla: tortura y castración como odio a la fe

La historia de la Iglesia, por ser la historia de los hombres, es rica en detalles humanos de crueldad y violencia. Pero también es rica en testimonios inexplicables de amor a un ideal, que sólo puede comprenderse a la luz de una gran misericordia

La Diócesis de Sevilla ya tiene preparada para mañana, 18 de junio, la beatificación de 27 mártires dominicos martirizados, un laico y una religiosa, también dominica.

A la ceremonia, que será presidida por el cardenal Marcello Semeraro, prefecto de la Congregación para la Causa de los Santos asistirán los arzobispos de Sevilla, Burgos, Almería, Canarias, Guadix, Palencia, León y Madrid. Además, asistirá el Maestro General de la Orden de Predicadores; el Prior Provincial de los dominicos de la Provincia de Hispania y Presidente de CONFER España, y el Postulador General de la Orden de Predicadores.

La historia de la Iglesia, por ser la historia de los hombres, es rica en detalles humanos de crueldad y violencia. Pero también es rica en testimonios inexplicables de amor a un ideal, que sólo puede comprenderse a la luz de una gran misericordia, que la Iglesia ofrece como ejemplo de santidad.

Sor Asunción

La historia de Sor Ascensión de San José, monja dominica, es una de ellas, al ser ejecutada cruelmente por no blasfemar contra su Amor.

Semanas después del comienzo de la guerra civil española, 14 monjas dominicas tuvieron que abandonar su convento y esconderse en casas de familia y amigos casas de familiares y amigos.

Cartel de la beatificación del sábado 18 en la catedral de Sevilla

Sor Ascensión se escondió en casa de su sobrina, Ascensión Reche, esposa de Alfredo Motos. Pero fue apresada el 16 de febrero por el delito de llevar un crucifijo al cuello.

Una vez apresada, se empeñaron en que blasfemara. Pero no lo consiguieron, porque ella se limitaba a rezar. La apalearon y golpearon, dejándola en el suelo sobre un charco de sangre.

Al día siguiente la subieron a un camión junto a otros presos, entre los que estaba su sobrino Florencio. Tras ver cómo fusilaban a todos, le volvieron a insistir insistieron para que blasfemara y tras la negativa de Sor Ascensión, colocaron su cabeza sobre una piedra y se la aplastaron.

Castrados por una mujer

Tres días después del inicio de la contienda, el 21 de julio los frailes del convento de Almagro trataron de apagar el fuego de la iglesia de Madre de Dios, pero los milicianos del Ateneo Libertario les echaron de allí. A finales de julio, el alcalde intentó que los monjes salieran del convento con salvoconductos, pero en el tren los libertarios sospecharon de tres de aquellos monjes, los bajaron del tren y los asesinaron.

En la estación de Manzanares de Ciudad Real sucedió lo mismo el 3 de agosto de 1936, pero estos fueron primeramente conducidos a una celda insalubre de la cárcel más cercana para, cinco días después, ser fusilados y «castrados por una mujer», según testimonio recogido por los familiares.

Periodista dominico

Los frailes sufrieron una despiadada persecución a partir de finales de julio de 1936, en que la comunidad se vio obligada a abandonar el convento. Tras dispersarse y refugiarse en casas de familiares que también acabaron sufriendo la persecución, finalmente fueron llevados a comisaría y torturados; otros fueron llevados presos a los barcos Astoy-Mendi y Segarra, para ser posteriormente fusilados en La Lagarta y en Pozos de Tabernas en Almería, y otros dos en las tapias del cementerio de Almería.

En la causa merece una atención especial el laico dominico Fructuoso Pérez, reconocido periodista católico que, tras ser detenido el 26 de julio de 1936, lo llevaron a la comisaría y de allí a la prisión improvisada en el convento de las religiosas Adoratrices.

El 3 de agosto lo trasladaron al barco Segarra y lo ejecutaron en la madrugada del día 15 dicho día en la playa La Garrofa; lanzaron sus cuerpos al mar, pero el oleaje devolvió los cuerpos a la misma playa. Después de la guerra los restos fueron trasladados, sin identificar, al cementerio de Almería.