La Iglesia en el mundo digital
El Vaticano apadrina una guía para parroquias y clérigos en internet
Fabio Boltezza ofrece en esta guía consejos para gestionar a los haters o el grupo de Facebook de una parroquia
¿Qué tipo de contenidos debe publicar un religioso en la red? ¿Por qué Facebook no debe sustituir el sitio web de una parroquia? ¿Qué hábitos digitales mantener tras la pandemia? El presidente de la Asociación de Webmasters Católicos de Italia, el periodista Fabio Bolzetta, ha presentado en el Vaticano el libro La Iglesia en el mundo digital, en la que da respuesta práctica a todas estas cuestiones.
El Papa Francisco ha escrito el prefacio del libro, en el que asegura que «el mundo virtual nunca podrá sustituir la belleza de los encuentros personales. Pero el mundo digital está habitado y debe ser habitado por cristianos». Un claro llamamiento a no descuidar la presencia en un espacio donde, «gracias a la fe de nuestros jóvenes, quizá puedan ser protagonistas de nuevas formas de social media y de una comunicación más humana, más capaz de escuchar y compartir de manera auténtica».
A juicio del obispo de Roma, «también la web, territorio donde parece que se impone la voz de quien grita más fuerte y contamina con fake news, puede convertirse en un espacio de encuentro y de escucha. La red no nos hará sentirnos solos si somos capaces de hacer red y si el espacio virtual ayuda a las relaciones sociales en carne y hueso».
Antídoto frente a la ‘ciber-estupidez’
Junto a los consejos para compartir o no determinados contenidos en redes sociales, el libro de Bolzetta aporta sugerencias para gestionar a los haters o el propio grupo de Facebook en una parroquia. Pero sobre todo ayuda a evitar la ‘ciber-estupidez’ por la que se publican fotos o vídeos sin permiso o se comparte un mensaje ofensivo, por no dedicar unos minutos a pensar si el contenido realmente ayuda a los demás o no. También incluye en esta categoría a quienes están presentes en todas las redes sin detenerse a pensar el objetivo o sin plantearse los desafíos éticos de cada publicación.
Es útil el consejo que da Bolzetta sobre las publicaciones de homilías en social media. En su opinión, no tiene sentido publicar una homilía completa en redes, «ya que el modo mejor para un sacerdote de hablar del Evangelio en Facebook es hacerlo a partir de su propia experiencia de fe» y no con la repetición de unas bonitas palabras. Se trata de entender el lenguaje propio de cada medio. Una buena homilía en parroquia puede no serlo en la red.
Frente a la profusión de críticas o discusiones en redes sociales, hay también un mundo de oportunidades. «Un religioso debe ser promotor de buenas noticias –afirma Bolzetta– y no solo de la Buena Nueva por excelencia, sino también de las bonitas, pequeñas y simples noticias que florecen todos los días en una comunidad. Un aniversario, la felicitación por un cumpleaños especial, la graduación de un joven...»
Esta guía sobre la presencia de la Iglesia en internet anima también a escuchar. Es importante no limitarse a enviar mensajes unidireccionales. «Un sacerdote no puede pensar en Facebook como sustituto del encuentro personal, pero sí puede utilizarlo para conocer mejor la vida de la comunidad, tanto en las implicaciones más prácticas, como en el estado de ánimo de los fieles».
Entre los motivos que ofrece para que una parroquia o una comunidad religiosa no limiten su presencia en las redes a Facebook está el hecho de que «el material que cargamos se convierte automáticamente en propiedad de Facebook. Esto significa que si la compañía decide mañana limitar nuestro espacio o cerrarlo, los contenidos se perderían». También señala una cuestión de criterio, por la que «en un sitio web podemos ordenar el contenido con una lógica que escogemos nosotros, algo que no sucede en esta red social». Además, no es un sitio adecuado para publicar y leer textos largos.
En el caso de los haters, Bolzetta recomienda que en ocasiones puede ser útil responder a un insulto o una crítica desmesurada con un comentario que sirva, no tanto al que ofende, sino a toda la comunidad silenciosa que escucha, para exponer nuestra posición públicamente.
La Iglesia en el mundo digital se encuentra de momento solamente en italiano, aunque estudian la traducción a otras lenguas. El prefecto para la Comunicación, Paolo Ruffini, ha presidido su presentación en la Sala Marconi, de Vatican Media, donde ha invitado a «no rechazar el don de la tecnología, como si nos dedicáramos a enterrar el talento de la parábola evangélica». A su juicio, «la Iglesia ya era una red antes de que se inventase internet», por lo que sigue vigente la llamada a «compartir historias y amplificar el bien» a través del nuevo mundo digital.