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El Papa san Juan Pablo II también escribió más de una carta apostólica, a propósito de la renovación litúrgica del ConcilioGTRES

Desiderio Desideravi

Qué pensaría Juan Pablo II de la carta de Francisco sobre la liturgia y las polémicas preconciliares

El 4 de diciembre de 2003 san Juan Pablo II también escribía la carta apostólica Spiritus et Sponsa a propósito del cuarenta aniversario de la constitución sobre la liturgia Sacrosanctum Concilium, con las mismas preocupaciones, y en la que podemos comprobar qué pensaría el Papa polaco del Papa argentino y sus indicaciones litúrgicas, siguiendo el concilio

En el contexto de la carta apostólica Desiderio desideravi del Papa Francisco sobre la liturgia y en el de una seria preocupación por la deriva de grupos sedevacantistas y preconciliares que negaron y niegan las directrices del Concilio, también Juan Pablo II escribió no una carta apostólica sino varias, recordando los frutos de la necesaria renovación litúrgica que afrontó el Vaticano II, verdadera piedra de escándalo para los amantes del rito tridentino y para la comunión de la Iglesia.

Después de recordar la cita de Apocalipsis 22 «Y el que tenga sed, venga; y el que quiera, tome gratis el agua de la vida», Juan Pablo II recuerda la efeméride por la cual escribía esta carta apostólica; los cuarenta años de Sacrosanctum Concilium, la constitución promulgada por su Predecesor Pablo VI sobre la sagrada Liturgia, a la que comparaba con la fuente pura y perenne de «agua viva» a la que «todos los que tienen sed pueden acudir para recibir gratis el don de Dios (cf. Jn 4,10)».

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La importancia del Concilio

Con el paso del tiempo, el Papa Magno «ve cada vez con mayor claridad la importancia de la constitución Sacrosanctum Concilium», ya que en ella «se delinean luminosamente los principios que fundan la praxis litúrgica de la Iglesia e inspiran su correcta renovación a lo largo del tiempo» y señala un dato de gran importancia para comprender la perspectiva del Concilio «que se abre al horizonte de la humanidad entera» asumiendo «una dimensión cósmica y universal», y «marcando de modo profundo el tiempo y el espacio del hombre».

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La sagrada Escritura y la Tradición han sido interpretadas de forma autorizada por el Concilio Vaticano II

Por eso, Juan Pablo II reflexiona a propósito de su importancia: «Con razón el Concilio afirma que toda acción litúrgica es acción sagrada por excelencia cuya eficacia, con el mismo título y en el mismo grado, no iguala ninguna otra acción de la Iglesia», pero «no agota toda la acción de la Iglesia, ya que la liturgia, por una parte, supone el anuncio del Evangelio; y, por otra, exige el testimonio cristiano en la historia».

Música, según cada lugar

Juan Pablo II insiste en la especial importancia de la música sagrada, que tiene como fin «la gloria de Dios y la santificación de los fieles», de ahí que, según las directrices de la Sacrosanctum Concilium, se conserve e incremente su función dentro de las celebraciones litúrgicas, «teniendo en cuenta tanto el carácter propio de la liturgia como la sensibilidad de nuestro tiempo y las tradiciones musicales de las diversas regiones del mundo».

Belleza

Otro tema de gran importancia es el que atañe al arte sacro, al que debe darse «un espacio notable, de forma que el culto pueda brillar también por el decoro y la belleza del arte litúrgico». Por eso, recomienda iniciativas para la formación de los diversos maestros de obras y artistas, llamados a ocuparse de la construcción y del embellecimiento de los edificios destinados a la liturgia para relacionar el rito «con la infinita belleza divina, que se intenta expresar, de algún modo, en las obras humanas».

Una tradición viva

Posteriormente y, al hilo de esta preocupación por la belleza, el Papa se pregunta «¿hasta qué punto la liturgia ha entrado en la vida concreta de los fieles y marca el ritmo de cada comunidad?», o si esta «¿se entiende como camino de santidad, fuerza interior del dinamismo apostólico y del espíritu misionero eclesial?».

Esa profundización, dice el santo padre, «debe basarse en un principio de plena fidelidad a la sagrada Escritura y a la Tradición, interpretadas de forma autorizada en especial por el Concilio Vaticano II, cuyas enseñanzas han sido reafirmadas y desarrolladas por el Magisterio sucesivo».

Si no se respetan las normas litúrgicas, a veces se cae en abusos incluso graves, que oscurecen la verdad del misterio y crean desconcierto y tensiones en el pueblo de Dios.San Juan Pablo II

Por consiguiente, a juicio del Papa, hace falta una pastoral litúrgica marcada por «una plena fidelidad a la orientación del Concilio, que pidió una lectura de la sagrada Escritura más abundante, más variada y más apropiada».

Secularización y encuentro

Mirando al futuro, el Papa Juan Pablo II expone la realidad de «un mundo en el que, incluso en las regiones de antigua tradición cristiana, los signos del Evangelio se van atenuando» pero que en lo más íntimo de sí «no puede apagar la sed de Dios».

Benedicto XVI besa el relicario que contiene sangre de san Juan Pablo, el día de su beatificación.GTRES

La liturgia puede propiciar ese encuentro con Dios, sin embargo, a juicio del papa «los pastores deben procurar que el sentido del misterio penetre en las conciencias». Para ello, es necesario el cuidado de «la experiencia del silencio para lograr la plena resonancia de la voz del Espíritu Santo en los corazones y para unir más estrechamente la oración personal con la palabra de Dios y la voz pública de la Iglesia».

Es posible conjugar unas normas que aseguren a la liturgia su identidad, con espacios de creatividad y adaptación, que la hagan cercana a las exigencias expresivas de las diversas regiones y culturasSan Juan Pablo II

Abusos y tensiones

«En una sociedad que vive de manera cada vez más frenética, a menudo aturdida por ruidos y dispersa en lo efímero, es vital redescubrir el valor del silencio» subraya el Papa; de ahí que reconozca que «no es casualidad que, también más allá del culto cristiano, se difunden prácticas de meditación que dan importancia al recogimiento».

La pastoral litúrgica «debe suscitar el gusto por la oración, no contentarse con lo mínimo» ni como «una acción individual o privada, sino que pertenece a todo el cuerpo de la Iglesia», prosigue Juan Pablo II.

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Juan Pablo II, ya cercano a la conclusión, insiste de nuevo en que «la renovación litúrgica llevada a cabo en estas décadas ha demostrado que es posible conjugar unas normas que aseguren a la liturgia su identidad y su decoro, con espacios de creatividad y adaptación, que la hagan cercana a las exigencias expresivas de las diversas regiones, situaciones y culturas».

Sin embargo, la renovación conciliar debe respetarse: «Si no se respetan las normas litúrgicas, a veces se cae en abusos incluso graves, que oscurecen la verdad del misterio y crean desconcierto y tensiones en el pueblo de Dios. Esos abusos no tienen nada que ver con el auténtico espíritu del Concilio y deben ser corregidos por los pastores con una actitud de prudente firmeza».

Cristo presente

La carta apostólica Spiritus et Sponsa concluye ensalzando la acción litúrgica siempre presente del Misterio de Cristo, que «actúa sin cesar en la Iglesia y en el mundo en virtud del misterio pascual continuamente celebrado, y asocia a sí a la Iglesia para alabanza del Padre, en la unidad del Espíritu Santo».