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Monseñor Rolando Álvarez, obispo de la diócesis de Matagalpa en NicaraguaAlan Putra / AFP

El obispo arrestado en Nicaragua: «Nuestras vidas están en las manos del Señor»

Hace ocho días que el obispo nicaragüense Rolando Álvarez está retenido. Otro sacerdote ha denunciado que la Policía sandinista le ha prohibido salir de su parroquia

La vida del obispo Rolando Álvarez, así como la de cinco sacerdotes, tres seminaristas y dos laicos «está en manos de Dios», como ha afirmado en la celebración de una misa telemática desde el palacio episcopal.

Álvarez fue acusado hace una semana por la Policía de intentar «organizar grupos violentos; con el propósito de desestabilizar al Estado de Nicaragua y atacar a las autoridades constitucionales». El obispo junto a otras diez personas se encuentran retenidos desde el jueves pasado, sitiados por la policía nicaragüense.

Además otro sacerdote, Aníbal Manzanares, ha denunciado que la policía no le permite salir de su templo en el municipio de Terrabona. El sacerdote ha llamado a la oración a los católicos de Nicaragua por las «persecuciones y todas esas cosas» que sufre la Iglesia.

El sacerdote retenido en su parroquia publicó a través del Facebook de la Parroquia San José un mensaje en el que decía: «Si oramos vamos a vencer las fuerzas del enemigo, porque esto no es una lucha corporal, no es una lucha humana, es una lucha espiritual, contra espíritus malignos, contra la fuerza de la oscuridad, porque el diablo está aleteando».

Tensión entre sandinistas y la Iglesia

Las relaciones entre el gobierno nicaragüense y la Iglesia católica han estado marcadas por roces y desconfianzas los últimos 43 años.

La creciente represión ejercida por el régimen de Ortega, comenzó con la expulsión de las Hermanas de la Caridad, ahora se ha recrudecido hasta el punto de que mas de 100 oenegés católicas han sido cerradas por todo el país acusadas de «incumplimiento de sus obligaciones establecida en la legislación que las regula», al igual que las emisoras y canales televisivos católicos.

La crisis política y social que vive el país desde abril de 2018, ha llevado a fuertes tensiones entre el obispado nicaragüense y el gobierno de Ortega. El presidente llegó a llamar «terroristas» a los obispos tras haber actuado de mediadores de un diálogo nacional que buscaba una solución pacífica del conflicto.

Tras las elecciones del pasado noviembre, la situación ha empeorado. Ya que Ortega fue reelegido por quinta vez, siendo su cuarta legislatura consecutiva y segunda con su esposa como vicepresidenta; con la oposición encarcelada.