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El hombre como criatura debe respeto a su creador y por eso no debe tomar el nombre de Dios en vanoWikimedia Commons

Qué significa el mandamiento «no tomarás el nombre de Dios en vano»

El segundo mandamiento de la Ley de Dios consiste en no usar el nombre de Dios en vano. ¿Pero sabemos realmente lo que implica?

Cuando Dios entregó a Moisés las tablas de la Ley en lo alto del monte Sinaí, este se las entregó a su pueblo para que guardaran fidelidad al Dios que les había librado de la esclavitud del faraón en Egipto.

En esas tablas había escritas diez leyes, de las cuales la segunda decía así: «No tomarás en falso el nombre del Señor tu Dios».

Debemos, por tanto, respetar el nombre de Dios, y como dice el artículo 2.143 de Catecismo: «'El nombre del Señor es santo'. Por eso el hombre no puede usar mal de él. Lo debe guardar en la memoria en un silencio de adoración amorosa. No lo empleará en sus propias palabras, sino para bendecirlo, alabarlo y glorificarlo».

Tomar el nombre de Dios en vano

La blasfemia es por supuesto tomar el nombre de Dios en vano, además de una falta grave. Blasfemar es aludir a Dios con la intención de ofenderle, decir o pensar palabras de odio, de reproche, injuriarle, faltarle al respeto, etc.

El catecismo en su artículo 2148 explica que la prohibición de blasfemar «se extiende a las palabras contra la Iglesia de Cristo, los santos y las cosas sagradas. Es también blasfemo recurrir al nombre de Dios para justificar prácticas criminales, reducir pueblos a servidumbre, torturar o dar muerte. El abuso del nombre de Dios para cometer un crimen provoca el rechazo de la religión».

Respecto a la blasfemia, el Catecismo aclara en el artículo siguiente que «las palabras mal sonantes que emplean el nombre de Dios sin intención de blasfemar son una falta de respeto hacia el Señor. El segundo mandamiento prohíbe también el uso mágico del Nombre divino».

Cuando alguien jura, está poniendo a Dios por testigo de lo que afirma, invocando a Dios, que es la Verdad, como garantía de la propia. Por tanto, jurar falsamente es tomar el nombre de Dios en vano.

En este sentido el artículo 2150 dice que el segundo mandamiento «prohíbe el juramento en falso. Hacer juramento o jurar es tomar a Dios por testigo de lo que se afirma. Es invocar la veracidad divina como garantía de la propia veracidad. El juramento compromete el nombre del Señor. 'Al Señor tu Dios temerás, a él le servirás, por su nombre jurarás'».

Por otro lado, el perjuro es jurar a sabiendas de que no se va a cumplir la promesa, o que no se mantiene lo jurado. «El perjurio constituye una grave falta de respeto hacia el Señor que es dueño de toda palabra. Comprometerse mediante juramento a hacer una obra mala es contrario a la santidad del Nombre divino» (2152 CIC).