Las Hermanitas Discípulas del Cordero: síndrome de Down y vida contemplativa
En 1999, las Hermanitas fueron establecidas como instituto religioso oficial de vida contemplativa para muchachas con síndrome de Down
La Orden de Las Hermanitas Discípulas del Cordero, fue fundada por la «unión de dos vocaciones» en la persona de la hermana Verónica, tras ser rechazada constantemente en distintas comunidades cristianas por ser síndrome de Down.
En 1985, la hermana Verónica conoció a Madre Lina, a la que insistió en su deseo de convertirse en monja y en el lamento por el rechazo recibido por parte de las distintas realidades religiosas a las que se había acercado.
Entregarse a Dios
Madre Lina reconoció en la hermana Verónica un deseo verdadero, por lo que las dos comenzaron a vivir juntas, con la esperanza de que otras mujeres jóvenes con síndrome de Down que sintieran la llamada a la vida religiosa se unieran a la comunidad.
Según Madre Lina, la Iglesia no entendía que «una persona con síndrome de Down podía tener una llamada de Dios» para unirse a la vida religiosa. Pero Madre Lina, que había estudiado psicología y enseñado el catecismo durante muchos años, vio que las personas con síndrome de Down con las que trabajaba tenían «una gran inclinación espiritual».
Con el paso del tiempo, más muchachas con síndrome de Down se unieron a la comunidad y la Iglesia respondió, por fin, a su necesidad de reglar su deseo de responder a Dios a través de la vida contemplativa.
En 1999, las Hermanitas fueron establecidas como instituto religioso oficial de vida contemplativa por el arzobispo de Bourges, Pierre Plateau.
En 1995, la comunidad se mudó a Le Blanc, en la región de Indre en Francia, donde residen ahora. Hoy, siete hermanas con síndrome de Down viven junto a Madre Lina y la hermana Florence, donde cumplen juntas su vocación.
Ora et labora
Las Hermanitas viven en un priorato en la campiña francesa, donde el amor divino se encuentra con la vida cotidiana.
Su capilla privada, construida en 2010, está situada en un terreno rodante dentro de un parque, rodeada de bosques, y es especialmente propicia para la oración y la contemplación.
Las personas con síndrome de Down según Madre Lina están «particularmente inclinadas a la vida contemplativa», y que las hermanas han retomado el dicho de Santa Teresa de Calcuta: «Haz cosas pequeñas con gran amor».
La vida sencilla
«Seguimos el camino de Teresa: 'las acciones importantes están más allá de nuestro ámbito'», señala el sitio web de la comunidad . «Nunca seremos grandes teólogos. Nuestra vida es muy sencilla y sin duda similar a la vida secreta de Jesús, María y José de Nazaret».
Si bien las Hermanitas organizan cada día en torno a la oración y el culto, también se inspiran en el estilo de vida benedictino, que equilibra la oración y el trabajo.
Como tal, las hermanas pasan gran parte de su tiempo cuidando sus jardines, sus huertos, tejiendo bufandas y bolsos, o haciendo té con hierbas medicinales, que venden en tiendas especiales.
Madre Lina dice que las Little Sisters pueden cumplir con sus vocaciones religiosas porque cuentan con el apoyo de «hermanas sanas» como ella y la hermana Florence, que han dedicado sus vidas a esta misión y agrega que «la comunidad estaba lista para recibir a mujeres jóvenes con una llamada a venir y vivir en la orden para que puedan llevar lo que aprendieron con las Little Sisters en los Estados Unidos y comenzar comunidades similares».
Madre Lina enfatiza que la vocación es un «compromiso de por vida; tienes que confiar y ser fiel», agregando que el estilo de vida «puede ser exigente a veces y requiere mucha paciencia». Pero «las alegrías de la vida con las Little Sisters superan cualquier desafío» y que de este modo las hermanas «nos están enseñando cómo estar en el camino hacia Dios».