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El Papa Benedicto XVI, a la izquierda, recorre la Biblioteca Apostólica del VaticanoGTRES

La herencia de Benedicto XVI, en ocho lecturas

El Debate deja una recopilación de las obras a través de las que conocer mejor a Joseph Ratzinger, desde sus encíclicas, su autobiografía y biografías oficiales, sus obras y alguna homilía

Toda antología es una selección que bascula entre la valoración subjetiva, la excelencia de los contenidos, la representatividad de la obra y la repercusión y legado que supone un autor o una época. En el caso de Benedicto XVI, la selección resulta mucho más compleja.

Encíclica Deus Caritas est, de Benedicto XVI

'Dios es amor' (Deus caritas est)

El Pontífice bávaro publicó tres encíclicas: dos en torno a la caritas («amor») y otra sobre la esperanza. Se podría añadir otra más, sobre la fe, para completar su recorrido en torno a las tres virtudes teologales: Lumen Fidei. Esta, sin embargo, la dejó a medias, y apareció publicada en junio de 2013 con la firma de Francisco, el cual señala: «Él ya había completado prácticamente una primera redacción de esta Carta encíclica sobre la fe». En Deus Caritas est, Benedicto XVI mostraba su estilo: paso a paso, con mirada completa a cada detalle, con investigación reposada, y con cariño, claridad y mesura en la explicación. Se dice que Ratzinger era teólogo, pero se pondera poco que, además de investigador, era profesor. Escuchaba y divulgaba. Por eso, Deus caritas est comienza con una reflexión filológica muy propia del Papa alemán. Benedicto acudía a los textos en su lengua griega originaria; de este modo, nos diferencia entre variadas definiciones de amor, como la que existía en lengua helénica entre philia, eros, agape. Cita el Evangelio, al tiempo que a Nietzsche, Virgilio y Descartes.

Mi vida. Autobiografía, de Benedicto XVIEdiciones Encuentro

'Mi vida. Autobiografía'

Libro breve publicado en su larga etapa cardenalicia durante el pontificado de Wojtyła, en concreto, en 1997. Ratzinger expone su vida desde la infancia hasta finales de los años 70. Como resulta habitual en él, huye de circunloquios y filigranas, pero no emplea un estilo árido, sino amable; la lectura es sencilla y enjundiosa. Por ejemplo, comenta: «No puedo olvidarme nunca de un soleado domingo del año 1941 en el que nos llegó la noticia de que Alemania, juntamente con sus aliados, se había lanzado al ataque contra la Unión Soviética en un frente que iba del Cabo Norte [Noruega] al Mar Negro… La noticia de la prolongación de la guerra gravitaba sobre nosotros como una pesadilla y paralizaba nuestra alegría. Aquello no podía marchar bien».

En el último capítulo explica su lema episcopal, y otras enseñas que escogió cuando fue designado para la sede muniquesa, y que empleará para su escudo pontificio. Ahí está la explicación del «moro coronado» –es «el blasón de los obispos de Frisinga desde hace cerca de mil años: no se sabe cuál es su significado; para mí es la expresión de la universalidad de la Iglesia, que no conoce ninguna distinción de raza ni de clase»– la concha, el oso –el lector localizará ahí cómo Ratzinger bebía de la doctrina de Agustín de Hipona–, y el «cooperadores de la verdad». Leemos al comienzo de este capítulo que él no tenía intención de ser obispo, y que, en su consagración episcopal, asumía que su ministerio era el «servicio en una persona que no vive y actúa para sí misma, sino para Cristo y, por tanto, para todos».

Informe sobre la fe, de Benedicto XVIBiblioteca de Autores Cristianos (BAC)

'Informe sobre la fe'

Vittorio Messori charla con el cardenal Ratzinger en 1985, cuando la Unión Soviética todavía apunta con sus misiles nucleares hacia Europa occidental y Estados Unidos, si bien Gorbachov acaba de asumir el mando. En este libro ya se asoma el pensamiento cuajado de Ratzinger, que, por otra parte, explica muy bien las líneas de lo que veinte años más tarde sería su pontificado. Sobre el Concilio Vaticano II dice: «No hay una iglesia 'pre' o 'post' conciliar; existe una sola y única iglesia que camina hacia el Señor … no hay rupturas, sino continuidad».

Sobre la liturgia: «Para explicar el rápido e injustificado abandono de la antigua lengua litúrgica común es necesario no perder de vista la profunda mutación cultural de la instrucción pública que ha tenido lugar en Occidente. Como profesor, en los comienzos de los años 60, todavía podía permitirme leer un texto en latín a los jóvenes provenientes de las escuelas secundarias alemanas; hoy esto ya no es posible … El pluralismo postconciliar se ha mostrado extrañamente uniformante, casi coercitivo». El libro aborda sin ambages cuestiones como el sacerdocio, los «movimientos» católicos (las Comunidades Neocatecumenales, los Focolares, Comunión y Liberación, etc.), la mujer en la Iglesia, Fátima, el pecado original, la cultura individualista, el limbo, el Purgatorio, el demonio…

Introducción al cristianismo, de Benedicto XVIEdiciones Sígueme

'Introducción al cristianismo'

Escrito en 1967, su primera edición es de 1968. El título del libro expresa bien su contenido, pero conviene tener en cuenta que su lectura requiere de atención, de paso lento; es necesario mascar las palabras con calma, y tragar sin prisa. El contexto postconciliar es determinante, pero también el tono general de la cultura europea en aquel momento, cuyas consecuencias seguimos padeciendo hoy. Como dice el propio autor, «en 1968 surge una nueva generación que no solo considera escasa, repleta de injusticia, de egoísmo y de codicia la tarea de reconstrucción que siguió a la guerra [la II Guerra Mundial], sino que juzga errado y fracasado todo el decurso histórico desde el triunfo de cristianismo».

Introducción al cristianismo gira en torno a planteamientos como este: «tanto el creyente como el no creyente participan, cada uno a su modo, en la duda y en la fe, siempre y cuando no se oculten a sí mismos y a la verdad de su ser». Al comienzo, asegura Ratzinger: «Quien intente hoy día hablar del problema de la fe cristiana a los hombres que ni por vocación ni por convicción se hallan dentro de la temática eclesial, notará al punto la ardua dificultad de tal empresa». Y continúa: «En los creyentes existe, ante todo, la amenaza de la inseguridad que, en el momento de la impugnación, muestra de repente y de modo insospechado la fragilidad de todo el edificio que antes parecía tan firme». En su edición del año 2000, Ratzinger añadió un nuevo y muy meditado prólogo en el que, por ejemplo, sostenía: «El que acepta a Marx (aunque sea en cualquiera de las variantes neomarxistas) como representante de la razón universal, no solo asume una filosofía, una visión sobre el origen y sentido de la existencia, sino, sobre todo, una praxis; porque esta 'filosofía' es esencialmente una praxis que 'hace' la verdad, no la presupone».

Jesús de Nazaret, de Benedicto XVIEdiciones Encuentro

'Jesús de Nazaret'

Esta obra de Ratzinger suele editarse en tres volúmenes; el primer volumen (Jesús de Nazaret: desde el bautismo en el Jordán hasta la Transfiguración) se publicó en abril de 2007, el segundo (Jesús de Nazaret: desde la entrada en Jerusalén hasta la Resurrección) en marzo de 2011, y el tercero (La infancia de Jesús) en noviembre de 2012. Constituye uno de los legados más valiosos de Benedicto XVI por varios motivos. Por un lado, es un reflejo del planteamiento cristocéntrico del bávaro. Por otra parte, en estos volúmenes se observa al Ratzinger teólogo, o, mejor dicho, investigador.

No nos encontramos aquí con el Sumo Pontífice que habla ex cathedra –gesto que, en realidad, no ha empleado ningún Papa después de Pío XII–, sino al intelectual que, con estudio y con modestia, comparte sus indagaciones. Y no meras elucubraciones de erudito, sino de alguien que tiene a Cristo como razón de su existencia. Otro de los puntos interesantes del libro es que, a la vez que expone el contenido doctrinal y las implicaciones teológicas, se enfoca en un análisis histórico. Sale, pues, al paso de la pretendida distinción entre el «Jesús histórico» y el «Cristo de la fe». Participa de las técnicas histórico-críticas –y señala sus límites–, para mostrar que la única diferencia que pueda haber entre el «Jesús histórico» y el «Cristo de la fe» es la decisión personal de asumir que Jesús de Nazareth, hombre de carne y hueso, es el Hijo de Dios. Algo que el método histórico no puede confirmar ni negar.

Una mirada a Europa, de Benedicto XVIRialp

'Una mirada a Europa'

La primera edición de esta obra es de 1992 (1993 en España), y se nutría de una serie de artículos del cardenal Ratzinger –redactados entre 1988 y 1991– en que analizaba Europa con una mirada amplia, sin incurrir en las fáciles concesiones que el momento ofrecía. El bloque soviético había caído, las Torres Gemelas se erguían esbeltas y lucía suave y cálido el sol en la economía liberal de Maastricht y Wall Street, con un Bill Clinton placentero y ufano en el Despacho Oval. El alemán, sin embargo, advertía de los peligros que, al unísono, suponían tanto la filosofía liberal como el marxismo cultural: la marginación de Dios de la vida pública.

Ratzinger, tal como señala Giulio Meotti, ha sido quizá el «último Papa de Occidente». Su pontificado ha tenido algo de Stefan Zweig, de reivindicación de la Europa tradicional, serena, laboriosa, apegada a costumbres locales y a un legado que unía Roma con Atenas y con Jerusalén. En este sentido, Ratzinger afirmaba que la Iglesia era un factor esencial en la conciencia y cohesión de Europa; sin la fe y sin la Iglesia, Europa se disolvería. Unos doce años después, y ya con el solio papal, Rialp editó otro libro de Ratzinger con enfoque parecido: Presente y futuro de Europa (2005). En este segundo volumen leemos: «Europa también étnicamente parece estar en vías de extinción; hay una extraña falta de voluntad de futuro; los niños, que son el futuro, son vistos como una amenaza para el presente». Desde Heródoto hasta Bizancio y el siglo XXI, en estos libros rezuma el amor por el Viejo Continente y su entidad cultural e histórica.

Benedicto XVI. Una vida, de Peter SeewaldLitteraria

Las biografías de Georg Gänswein y de Peter Seewald

Para conocer a Benedicto XVI, resulta necesario leer a Peter Seewald, su biógrafo, y a Georg Gänswein, su secretario personal. Gänswein –consagrado obispo muy poco antes de la renuncia pontificia de Ratzinger– va a publicar en breve un libro, cuyo título es Nada más que la verdad. Mi vida junto a Benedicto XVI. En estas fechas, Gänswein –nacido, como Ratzinger, en la Alemania meridional y católica– está concediendo varias entrevistas con detalles que retumbarán durante bastante tiempo. Por ejemplo, ha señalado que su compatriota tomó la decisión de renunciar al papado en septiembre de 2012, si bien no lo comunicó en público hasta medio año más tarde. Por su parte, Peter Seewald –también tudesco, pero ateo hasta que trabó amistad con Ratzinger– ha escrito un par de biografías y memorias, así como varias conversaciones con Benedicto, por ejemplo, La sal de la tierra. Quién es y cómo piensa Benedicto XVI (Ediciones Palabra, 1997), Luz del mundo (Herder, 2010), y, de manera destacada, el voluminoso Benedicto XVI. Una vida (Mensajero, 2020). En este último, localizamos pormenores e investigación periodística. Sólo dos anotaciones al respecto; durante el cónclave de 2005, Bergoglio era el segundo candidato con más votos; y, tras su elección –como casi todo el mundo sabe–, optó por Benedicto tanto por el sucesor de Pío X como por el santo de Nursia que fundó la orden que lleva su nombre.

El Papa Benedicto XVI en una misa en el año 2010EFE

Homilía del 1 de enero de 2009

Sería poco justo no incluir en una selección de textos de Benedicto XVI alguno que estuviera centrado en María, la madre de Jesús. Con ocasión de la Solemnidad de Santa María, Madre de Dios, el Papa germano pronunció una homilía en que dijo cosas como: «Yo creo que la Virgen María se planteó más de una vez esta pregunta: ¿Por qué Jesús quiso nacer de una joven sencilla y humilde como yo? Y también, ¿por qué quiso venir al mundo en un establo y tener como primera visita la de los pastores de Belén? María recibió la respuesta plenamente al final, tras haber puesto en el sepulcro el cuerpo de Jesús, muerto y envuelto en una sábana (cf. Lc 23, 53). Entonces comprendió plenamente el misterio de la pobreza de Dios. Comprendió que Dios se había hecho pobre por nosotros, para enriquecernos con su pobreza llena de amor, para exhortarnos a frenar la avaricia insaciable que suscita luchas y divisiones, para invitarnos a frenar el afán de poseer, estando así disponibles a compartir y a acogernos recíprocamente».