Por fuera, sobria, pero por dentro la ermita de San Antonio de la Florida destaca por los frescos de Goya que decoran el complejo. Dedicada a San Antonio de Padua, fue levantada por encargo de Carlos IV. Garantizar su conservación ha sido siempre el objetivo principal. Cuando fue hecha parroquia en 1881, el humo de los cirios perjudicaron el microclima del interior en el que se hallaban los frescos, y comenzó a construirse una ermita gemela, para dejar esta como museo dedicado al pintor aragonés y la otra, para el culto.