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El arzobispo de Valladolid, Luis Argüello, en la presentación de El Dios fiel mantiene su alianza

Los obispos españoles critican al Gobierno por sus leyes contrarias «a la razón, a la naturaleza y a la vida»

Los obispos españoles publican el documento El Dios fiel mantiene su alianza, en el que abandonan el perfil bajo y propone el magisterio de los últimos tres Papas sobre persona, familia y sociedad

El arzobispo de Valladolid, Monseñor Luis Argüello, presentó el nuevo documento El Dios fiel mantiene su alianza, aprobado en la Asamblea Plenaria de noviembre de 2022.

Se trata de un Instrumento de trabajo pastoral sobre persona, familia y sociedad que se ofrece a la sociedad española desde la fe en Dios y con la perspectiva del bien común que nace de la experiencia de la Doctrina Social de la Iglesia.

El texto parte de la mirada sobre la actual situación cultural, social y política y su intención es estimular la reflexión y el diálogo sobre asuntos de especial importancia para la vida eclesial y social.

Cambio de época

No se trata, por tanto, de un nuevo documento doctrinal o pastoral de la Conferencia Episcopal, sino de una invitación a la reflexión, en un momento de convergencia de múltiples acontecimientos, políticos, económicos y culturales expresión de una gran transformación que afecta a la trasmisión de la fe y a la convivencia en nuestra sociedad.

Conviene abordar los asuntos de manera conjunta, desde la reflexión, para poder responder adecuadamente

Habitualmente, la respuesta a cada iniciativa o hecho social se realiza aisladamente, sin tener en cuenta su relación interna con otros hechos. En una situación conocida como «cambio de época» –cambios económicos, sociales, políticos y culturales– que afecta de forma interconectada al ser (antropología), al amar (familia), al hacer (trabajo) y a nuestra forma de situarnos en el tiempo (historia), conviene abordar los asuntos de manera conjunta, desde la reflexión, para poder responder adecuadamente.

Por eso, la reflexión que propone quiere ser «católica», es decir integral e integradora de tantos asuntos que, al haberse tratado de manera aislada, y, a veces, hasta enfrentada, han contribuido a fomentar, más si cabe, una comprensión de la persona y de la sociedad sin vínculos fundantes.

Estas reflexiones quieren también animar la presencia pública de los católicos

La desvinculación respecto del propio cuerpo, de la realidad, de los otros y de Dios es el resultado del elogio desmedido de la autosuficiencia e independencia de los individuos como propuesta de vida plena. Ante esta desvinculación, el texto pone el acento en el vínculo o alianza que Dios sella con la humanidad; en la alianza matrimonial y en las alianzas entre las personas y los pueblos. Todo ello iluminado en la Alianza nueva y eterna de Jesucristo que ofrece a la historia esperanza.

Diálogo con la sociedad

Con estas reflexiones, la Iglesia busca iniciar una conversación abierta con personas y grupos de la sociedad en un ejercicio de escucha mutua y de diálogo más allá de las propias convicciones religiosas.

Estas reflexiones quieren también animar la presencia pública de los católicos en los ambientes e instituciones de los que forman parte y ayudar a abrir un proceso de diálogo y discernimiento en diversos ambientes e instituciones (comunidades cristianas, Acción Católica, consejo de estudios y proyectos, universidades católicas, semanas sociales, medios de comunicación social, etc.), así como en otros grupos sociales que quieran unirse a esta reflexión.

No prescindir de Dios

Se trata, por ello, de un texto «incompleto», abierto y a la espera de aportaciones que, continuando lo impulsado en el Congreso de Laicos y en el Itinerario sinodal, ayuden a «completarlo». Algunos de los puntos más clarificadores, y según el magisterio de los tres últimos Papas son:

  • La concepción de la persona (individuo autosuficiente e independiente) y de la familia (consenso universal modificable), que da pie a una multiplicidad de modelos, todos equivalentes, son un punto crítico y significativo de la desvinculación que surge al prescindir de quien es Creador y Padre.
  • Es de extraordinaria importancia el significado de la diferencia sexual. Es preciso un nuevo diálogo sobre la vocación del hombre y de la mujer, previo a los roles sociales y económicos que hombre y mujer desempeñan.
  • Nadie existe a partir de sí mismo. La mirada al origen remite al nacimiento, que habla no solo de la imposibilidad de autocrearse, sino de existir aislado de los demás. Por tanto, es evidente que el yo no existe sin relaciones. Toda persona es un yo en relación y, a la vez, es un don.
  • La persona es, sin duda, capaz de un tipo de amor oblativo, no cerrado solo en el deseo posesivo, que ve en los otros objetos con los que satisfacer sus propios apetitos, sino abierto a la amistad y a la entrega, capaz de conocer y amar a las personas por sí mismas.
  • En un momento histórico en que la familia es objeto de muchas fuerzas que tratan de destruirla o deformarla, la Iglesia, consciente de que el bien de la sociedad y de sí misma está profundamente vinculado al bien de la familia, siente de manera más viva y acuciante su misión de proclamar a todos el designio de Dios sobre el matrimonio y la familia, asegurando su plena vitalidad, así como su promoción humana y cristiana, contribuyendo de este modo a la renovación de la sociedad.
  • Hay tendencias emergentes preocupantes que muestran los efectos de la gran desvinculación que, en todo el planeta, está debilitando la imprescindible dimensión relacional de la vida humana. Más allá del fenómeno de la soledad, los datos nos muestran la relevante dimensión del vacío de amor que se ha instalado en la vida social. Graves problemas de la humanidad están relacionados con la desvinculación y falta de amor –pobreza afectiva– que es caldo de cultivo para muchos de los problemas sociales que hoy nos preocupan.
  • La encíclica Fratelli tutti del Papa Francisco señala a la amistad social, la fraternidad universal y, en definitiva, el amor, como centro generador de una nueva civilización universal, desde un presupuesto patente: si se deteriora el corazón de la sociedad, todo se desmorona.
  • Uno de los signos de nuestra cultura es la banalización u ocultamiento de la muerte, tratándola también como simple e inevitable problema y orillando su condición de misterio que interpela constantemente sobre el significado de la propia existencia.
  • La cultura dominante en ciertos ambientes hace una propuesta antropológica –materialista e idealista, individualista y estéril–, que hace juego con las claves de fondo del sistema económico.
  • Otro elemento clave del ambiente cultural que afecta a la esencia de la familia es la ideología de género, que, como toda ideología, intenta crear la realidad e imponerla de forma irracional. Pues bien, la ideología de género, cimentada en la autocreación, impone una antropología virtual que responde a la visión del hombre exclusivamente como «cultura» (gender) anulando para ello la naturaleza (sex).