Fundado en 1910

Imagen de la inauguración de un convento, que contó con la presencia del obispo caldeo de Alqosh

Las dominicas vuelven a Irak: reconstruyen un convento en la llanura de Nínive, asolada por el Daesh

Las religiosas han inaugurado un convento y una guardería, en parte con el apoyo económico de Ayuda a la Iglesia Necesitada

Entre la desolación de un país en guerra consigo mismo, se alza ahora un convento reconstruido en Batnaya. En el año 2014 vivían en el pueblo alrededor de 5.000 cristianos, casi todos caldeos. Toda la población tuvo que huir cuando los yihadistas invadieron la región en agosto de ese año. La llanura de Nínive permaneció en régimen de ocupación hasta 2016.

Cuando el autodenominado Estado Islámico abandonó la región los edificios quedaron completamente destruidos, entre ellos dos importantes iglesias, y la población se había dispersado. Algunos fueron a parar a campos de refugiados, pero otros, habían emigrado.

El convento, antes de ser reconstruidoACN

Poco a poco, la vida va volviendo al lugar. Unas de las primeras en regresar fueron un grupo de religiosas dominicas. Primero, se instalaron en la casa que un residente del pueblo les dejó, pero recientemente han podido inaugurar el recién levantado convento de San José.

En la ceremonia de consagración del nuevo edificio, Paul Thabet, arzobispo caldeo de Alqosh, afirmó que la nueva construcción era algo más que ladrillos y cemento es dar vida y esperanza a la comunidad.

«La consagración es una llamada a través de la cual Dios construye el Reino de los Cielos. Allí donde llegan los monjes, pueden convertir el desierto en un paraíso, y la presencia de las monjas y su llegada a la aldea siniestrada y demolida es un signo de gran reconstrucción», dijo el arzobispo.

Hablando en nombre de la comunidad dominicana, la hermana Huda Sheto dio las gracias a todos los que han contribuido a la construcción de su nuevo convento. Las religiosas, subrayó hermana Huda, están en Batnaya para «acompañar a los creyentes y para vivir su fe, compartir sus oraciones, sus vidas y sus necesidades, y para prestar tantos servicios espirituales como sea posible», incluida la educación de los niños en la guardería del convento.

En la consagración del nuevo convento participaron muchos vecinos del pueblo, así como las autoridades locales, los miembros del clero y el representante de Ayuda a la Iglesia Necesitada en Irak. Las mujeres de la localidad lanzaron los tradicionales gritos de júbilo cuando el arzobispo Thabet cortó la cinta de la entrada al recinto y bendijo la estatua de San José frente al convento. Tras el acto, todos los presentes compartieron un almuerzo para celebrar que la vida y la fe hayan sobrevivido al terror y estén retornando a Batnaya.

«Vuestro nombre e identidad están en Batnaya y vuestras raíces están en Batnaya, no en los lugares a los que habéis emigrado. También os animo a que apoyéis a la aldea y estéis presentes en ella en las ocasiones importantes porque, de lo contrario, esas raíces se secarán, y si eso ocurre, las ramas seguramente morirán. Debemos tener fe para reconstruir este pueblo», las animó el obispo caldeo.