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Rolando Álvarez no ha querido ser desterrado a EE.UU junto a otros 200 presostwitter.com

La dictadura nicaragüense, contra la Iglesia

Rolando Álvarez: el obispo cuya detención rompió la negociación entre el Vaticano y Nicaragua

Podría ser juzgado a partir de la semana que viene y se considera que la dictadura de Ortega podría condenarlo al menos a diez años de cárcel

El régimen de Daniel Ortega había accedido a expulsar de Nicaragua al obispo Rolando Álvarez a cambio de librarle de un juicio cuya condena está escrita de antemano. El Vaticano se había resignado, como ya había sucedido con el obispo auxiliar de Managua. Pero la valentía del obispo hizo saltar por los aires todos los acuerdos.

Se había llegado a un compromiso. Y, como todo compromiso, no satisfacía plenamente a nadie. Ahora bien, se consideraba una solución realista. Por una parte, el Vaticano había logrado evitar un juicio público para el obispo Rolando Álvarez, con sentencia decidida de antemano por el régimen nicaragüense.

Por otra parte, Daniel Ortega se deshacía de la presencia incómoda en su país del obispo de Matagalpa y administrador apostólico de Estelí, liberándolo de la cárcel y expulsándolo a Estados Unidos, junto a 222 presos políticos.

La valentía de un obispo

Pero a última hora, cuando este jueves debía subir el obispo al avión del destierro, monseñor Álvarez confirmó lo que siempre había dicho en público: se negó a abandonar su país, aunque esto suponga un juicio injusto y años de cárcel, y posiblemente torturas.

La reacción del dictador Ortega fue rabiosa. Convocó a los medios de comunicación en Managua. En teoría debía justificar el mayor destierro de presos políticos en la historia de Hispanoamérica. En la práctica, se concentró en ofrecer una letanía de insultos al obispo.

«El que no se quiso montar en el avión fue el personaje Álvarez», afirmó el presidente Ortega refiriéndose de ese modo al obispo. «Estaba haciendo la fila y al llegar a las escaleras empieza a decir que él no se va, que primero tendría que hablar con los obispos. Una cosa absurda, la decisión era del Estado, él no lo podía cuestionar».

Un juicio decidido de antemano

El obispo de Matagalpa podría ser juzgado a partir de la semana que viene. Se considera que su condena será de al menos diez años de cárcel por supuestos delitos contra la democracia, la libertad de expresión y la estabilidad del país. A estos cargos se le podrán añadir otras acusaciones propagandistas como espionaje, sumisión a la voluntad de Estados Unidos, propaganda contra la nación.

Ortega confirmó este jueves que había enviado a monseñor Álvarez al Sistema Penitenciario Jorge Navarro, más conocido como «La Modelo», donde sus condiciones de detención plantean serías preocupaciones.

El año pasado el obispo fue arrestado ilegalmente durante cuatro meses, durante los cuales se le mantuvo secuestrado en una casa clandestina.

Negociaciones Roma-Managua

En las últimas semanas, el Vaticano, que no tiene nuncio en Managua desde marzo de 2022 tras la expulsión del arzobispo Waldemar Stanislaw Sommertag, ha buscado intensamente una solución, siguiendo el modelo que se aplicó a monseñor Silvio Báez, otro valiente religioso que por alzar la voz contra la violación de derechos humanos en su país, se encuentra en el destierro de Florida.

Según informa Luis Badilla, redactor durante décadas de Radio Vaticano y hoy director de la publicación especializada Il Sismografo, el acuerdo entre el Vaticano y Managua proponía a monseñor Álvarez abandonar el país, «presentando su comportamiento como un gesto generoso del prelado en respuesta a una petición del Vaticano, posiblemente del propio Papa».

«Se dijo que sería una contribución de la Iglesia para rebajar las graves tensiones que sacuden a la sociedad nicaragüense desde hace más de cinco años», añade el informador chileno asentado en Roma, quien recuerda que esto es lo que ocurrió con monseñor Silvo Báez, quien salió del país en 2019 con la promesa de recibir una misión en el Vaticano.

«En aquel momento, la geopolítica consistía en tratar de domar a Daniel Ortega». Pero «todo fracasó», aclara Luis Badilla.

«La misión (Báez) nunca existió y hoy el obispo trabaja en Miami en la pastoral nicaragüense. Con este precedente, monseñor Álvarez temía un futuro idéntico y por ello, con gran valentía, dijo 'no' a Ortega, que le había incluido en la lista de los 220 expulsados a Estados Unidos».

«Así que no hubo solución consensuada Vaticano-Ortega, y si el obispo procesado no recibe una orden perentoria de la Santa Sede para abandonar el país (los pretextos pueden ser mil), tendrá que ir a la cárcel a cumplir su condena a pesar de ser inocente», concluye el observador vaticano.