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El arzobispo de Kigali, Antoine KanbamdaYouTube

Tras ver asesinada a su familia en la guerra de Ruanda, el obispo de Kigali insiste en perdonar

Todos los miembros de su familia murieron durante la guerra de 1994, excepto un hermano. El 7 de mayo de 2013 fue nombrado obispo de la diócesis de Kibungo hasta el 19 de noviembre de 2018, cuando el Papa Francisco lo nombró arzobispo de Kigali

«Creo que los conflictos nacen de no querer escuchar al otro. Escuchar al otro nos implica, nos pide cambiar» dice el Cardenal Antoine Kambanda, Arzobispo de Kigali. Él, cuya familia fue exterminada en la guerra de 1994, cuenta a la Agencia Fides las esperanzas y preocupaciones de su vida de pastor.

El cardenal Antoine Kambanda, arzobispo de Kigali (Ruanda), nació el 10 de noviembre de 1958 en Nyamata, en la archidiócesis de Kigali. Todos los miembros de su familia murieron durante la guerra de 1994, excepto un hermano, que actualmente vive en Italia. El 7 de mayo de 2013 fue nombrado obispo de la diócesis de Kibungo hasta el 19 de noviembre de 2018, cuando el papa Francisco lo nombró arzobispo de Kigali. Recibió la consagración episcopal el 20 de julio de 2013.

El Papa Francisco le creó Cardenal en el Consistorio del 28 de noviembre de 2020, del Título de San Sixto.

–Eminencia, en una reciente homilía, dijo que con los numerosos medios de comunicación actuales, la comunicación está en su nivel más bajo «porque no nos escuchamos unos a otros a pesar de los medios de que disponemos».

–Y es un drama porque creo que los conflictos surgen por no querer escuchar al otro. Escuchar al otro nos implica, nos pide que cambiemos. Si escuchas a una persona que sufre, a un pobre, te implicas y sientes que tienes que hacer algo. La conciencia ya no está tranquila. Entonces, para no tener problemas, evitas escuchar. Escuchar es la base de la reconciliación, porque los conflictos a menudo surgen del miedo y la sospecha del otro, de pensar que el prójimo es una amenaza. Pero cuando escuchamos nos damos cuenta de que el otro no es una amenaza y de que podemos hacer cosas juntos.

–Según su experiencia personal tan trágica y la de su país, en su opinión, ¿qué es el perdón?

–El perdón es fruto de la escucha, que nos lleva a comprender al otro y su sufrimiento, las razones por las que cometió la violencia. Uno puede enfadarse por el mal que el otro le ha hecho, pero después, cuando uno escucha, puede, aunque con dificultad, comprender lo que le llevó a cometer el acto. Esto permite ver al «otro» como persona, aceptarlo y seguir adelante. En mi lengua (kinyarwanda), las palabras «escuchar» y «comprender» son la misma. La palabra utilizada para designar la escucha en el sentido físico, no es la que se utiliza para denotar el sentido más profundo de la escucha, que es también «comprender». En nuestro idioma, además, perdón es literalmente compasión. En el sentido de que cuando una persona ha hecho un acto malo, y se da cuenta del mal que ha hecho, su familia a su vez se siente afectada al sentir vergüenza por el acto de su familiar.

Una dinámica que se observa en los tribunales Gacaca (inspirados en las formas tradicionales de justicia con el cometido, entre otros, de establecer la verdad sobre lo ocurrido reconciliar a los ruandeses y reforzar su unidad. Ndr). Una vez que los que admitían su culpabilidad ya no corrían el riesgo de ser condenados a muerte, la gente confesaba sus crímenes, liberando a sus familias del mal que habían hecho y permitiéndoles compartir su sufrimiento. Sufrir juntos ha sido la clave de la reconciliación. Ciertamente, no es algo fácil. Como cristiano, creo que la gracia de Dios está ahí para ayudar al pueblo ruandés a ponerlo en práctica.

Hay muchos jóvenes que quieren ser sacerdotes, religiosos y religiosasAntoine Kanbamda

–¿Es cierto que en Ruanda se está produciendo una proliferación de nuevas confesiones religiosas?

–La fe católica sigue siendo la más extendida en Ruanda. Los católicos representan alrededor del 50% de la población. Las nuevas confesiones, evangélicos, pentecostales y las diversas sectas, hacen cada vez más proselitismo. Probablemente haya más de mil nuevas confesiones religiosas. Se ha creado un ambiente muy confuso en el que varias sectas han entrado en conflicto con la ley estatal. Por ejemplo, construyen sus lugares de culto sin cumplir las normas de edificación y, al menos en un caso, uno de estos edificios se derrumbó causando varias víctimas. Somos un pueblo religioso que confía en quienes se presentan como «hombres de Dios». Hay personas deshonestas que abusan de ello y han convertido la religión en un negocio. Ha habido casos de supuestos «curanderos» que se acercaban a enfermos de sida y les decían «no tome sus medicinas, recemos para que se ponga bien», por supuesto a cambio de dinero. Y lo mismo ha ocurrido recientemente con la vacuna contra el Covid. El Estado ha tenido que proteger a la población de estas estafas y por eso ha impuesto normas. Hay que inscribirse para que el Estado reconozca la confesión religiosa de cada uno según normas precisas. Por ejemplo, los líderes religiosos deben poseer una formación teológica reconocida a nivel académico. Existen por tanto 800 confesiones religiosas reconocidas por el Estado, aunque hay otras que no están reconocidas, por lo que el número total debe superar el millar.

–¿Cuáles son los frutos espirituales de las apariciones marianas de Kibeho?, las únicas reconocidas por la Iglesia en África

–Los peregrinos siguen llegando en gran número, no sólo de Ruanda, sino también de los países vecinos. Las apariciones comenzaron el 28 de noviembre de 1981 (el 28 de noviembre es la fiesta de Nuestra Señora de Kibeho). Las niñas a las que se apareció la Virgen le preguntaron «¿cómo te llamas?». María respondió: «Soy la Madre del Verbo». En su mensaje, la Virgen invitó a la conversión, a la oración e indicó el sentido del sufrimiento que conduce a la salvación. Mencionó un «río de sangre», de cuerpos humanos esparcidos por todas partes. Una visión de lo que ocurrió 13 años después (el genocidio de 1994. NdR). Era una advertencia. De hecho, la Virgen decía «convertíos». A continuación, reveló a una de las niñas el «Rosario de los 7 Dolores», conocido en Europa, pero no en Ruanda en aquella época. Desde luego, no por una niña de 13 años. La Virgen dijo que el rezo del Rosario la conmueve profundamente y que se preocupa por la suerte de sus hijos.

Lo importante es contrarrestar a los grupos criminales que gestionan la inmigración ilegalAntoine Kanbamda

–¿Las vocaciones siguen siendo numerosas en Ruanda?

–Hay muchos jóvenes que quieren ser sacerdotes, religiosos y religiosas. Son tan numerosos que no tenemos capacidad para acogerlos a todos y lo lamentamos. En particular, hay muchas chicas que quieren ser religiosas, pero las distintas congregaciones no pueden acogerlas a todas. A veces, grupos de chicas se reúnen para fundar una nueva congregación, lo que supone un reto adicional porque hay que formarlas. Hay comunidades que ya llevan 30 años juntas viviendo su vida consagrada, pero todavía necesitan discernimiento y autorización de Roma para su reconocimiento. He pedido ayuda a las congregaciones «clásicas», pero ni siquiera ellas disponen de personal suficiente, deben pensar en la formación de sus candidatas. No obstante, contamos con formadores puestos a disposición por algunas congregaciones.

–¿Cómo se ve en Ruanda la política de algunos Estados, como Gran Bretaña, de deportar a su país a los solicitantes de asilo?

–Ruanda es muy sensible al problema de los refugiados y los emigrantes porque tenemos dirigentes que han sido refugiados y saben lo que significa. Por eso sienten simpatía por los solicitantes de asilo. Todo empezó cuando surgieron casos en Libia de migrantes retenidos como rehenes por grupos criminales, que les obligaban a pedir dinero a sus familias para ser liberados. Estas personas, con la esperanza de llegar a Europa, se ponen en manos de auténticos clanes mafiosos que a menudo abusan de ellas. Esta cuestión se planteó en una reunión de Jefes de Estado de la Unión Africana, que afirmaron: «es una vergüenza. Son nuestros hijos. ¿Qué hacemos?». Ruanda ha dicho que está dispuesta a aceptarlos en cooperación con el Alto Comisariado de la ONU para los Refugiados. Suelen ser jóvenes honrados con formación profesional. Una vez que llegan a Ruanda, se les presenta a países necesitados de mano de obra (Canadá, Noruega, Suecia, Dinamarca y otros) donde se les acepta con un contrato de trabajo. Alrededor de tres cuartas partes de los emigrantes procedentes de Libia se han marchado a sus nuevos países de acogida. Es probable que Gran Bretaña se quiera unir a este mecanismo ya existente. Lo importante es contrarrestar a los grupos criminales que gestionan la inmigración ilegal creando canales regulares para quienes quieren buscarse la vida en el extranjero.