Fundado en 1910

En el Monte Lu está el Centro Espiritual Matteo Ricci

La devoción a san José llega hasta los confines de China

En diez años, el santuario de Lushan se ha convertido en uno de los más queridos por los católicos chinos

El monte Lú, es una montaña situada al sur de la ciudad de Jiujiang, en la provincia china de Jiangxi. Desde lejos, se pueden admirar innumerables picos que se desvanecen entre las nubes con paisajes de ensueño.

Misioneros lazaristas

Toda la zona, reconocida como patrimonio cultural por la UNESCO, forma ahora parte de un vasto parque natural. Fue precisamente en esa región donde los misioneros lazaristas franceses erigieron en 1894 la iglesia dedicada a la Asunción de María, con la intención de proporcionar un oasis espiritual a las comunidades católicas de las zonas de Shanghai, Nanjing y Wuhan, y de todos los pueblos y ciudades de la provincia de Jiangxi. Y es allí donde la comunidad católica de Jiujiang, en la provincia de Jiangxi, ha llevado hoy también a sus fieles para la peregrinación de Cuaresma y los días previos a la fiesta de San José, venerado en China como Patrón de las misiones. Vía Crucis, adoración, sacramento de la penitencia para recorrer la vida de Jesús, que en su pasión se entregó al abrazo del Padre.

Peregrinación

El párroco, don Pang Rui, y las hermanas han dirigido la peregrinación, invitando a todos a caminar tras las huellas de San José, «para aprender las virtudes de la obediencia al Señor, su ferviente piedad y su entrega al servicio de la Sagrada Familia». En 2013, la comunidad católica de Jiangxi erigió también el Centro Espiritual Matteo Ricci en Lushan, en la iglesia de la Asunción de María. En diez años, el de Lushan se ha convertido en uno de los santuarios más queridos por los católicos chinos, y es frecuentado por muchas personas no bautizadas, ya que el Centro ofrece hospitalidad a todo aquel que desee pasar un tiempo de paz y recogimiento en un ambiente que apacigua el alma, lejos del bullicio de las megalópolis. La gente puede pasear por el Vía Crucis, rezar y meditar ante las estatuas de Nuestra Señora y admirar las maravillas de la Creación del Señor. Todo ello ha sido posible gracias a la visión y al duro trabajo de los misioneros. El estilo de construcción del santuario (desde la iglesia hasta el centro espiritual) es sencillo y lineal. Las piedras de la iglesia cuentan la historia de una experiencia ininterrumpida de fe vivida aun en medio de las tribulaciones.

Un santuario para la Virgen

Desde hace 130 años, y con un ritmo que se ha hecho más intenso en la última década, gracias en parte a la proclamación del Año Santo de la Misericordia, el santuario ha sido un destino constante de peregrinación para comunidades, familias y viajeros individuales. Grupos de emigrantes internos, sacerdotes y religiosas –los de las Congregaciones diocesanas del Espíritu Santo, del Sagrado Corazón de Jesús, de los Misioneros Franciscanos, de las Hermanitas de Santa Teresa de Lisieux.

Llegan de toda la provincia y de las grandes zonas urbanas circundantes, para pedir a Cristo la gracia de renovar su fervor apostólico y misionero, al servicio de todo el pueblo. Así, cada día, los himnos del Ave María, del Aleluya, del Dona nobis pacem cantados por los diversos coros parroquiales se elevan en las nubes del Monte Lu, para dar gracias a Dios y a la Virgen María por el don de la fe en un país ateo.