José Aumente, el cura que atiende a cuarenta circos en España
José Aumente es el director de la Pastoral de Circos y Ferias de la Conferencia Episcopal Española (CEE), pero en el mundo circense le llaman «padre» a secas y todos tienen su número de teléfono
Oficiar un bautizo, una comunión e incluso una boda bajo una carpa y rodeado de malabaristas, trapecistas, payasos o magos, es a lo que se dedica el sacerdote José Aumente. En esta entrevista para El Debate, hace balance de estos veinte años recorriendo la geografía española para llevar los sacramentos al mundo del circo.
José Aumente es el director de la Pastoral de Circos y Ferias de la Conferencia Episcopal Española (CEE), pero en el mundo circense le llaman «padre» a secas y todos tienen su número de teléfono. Sin más oficialismos, le llaman directamente para que acuda a la localidad de turno para impartir un sacramento. Ese es su «número», perdón por su misión.
Es un cura itinerante dedicado a atender a los más de cuarenta circos que hay en España. Sus feligreses son domadores de animales, payasos, equilibristas, magos... A pesar de lo espectacular, «la vida del circo es una vida muy dura», así nos lo cuenta en esta entrevista para El Debate.
Su casa es la caravana y no tienen una referencia de parroquia
–¿En qué consiste su trabajo con el mundo del Circo?
–Me fijo principalmente en los circenses porque los feriantes tienen casa y raíces en cualquier pueblo o ciudad. Los circenses nacen donde le llega la hora a la madre e inmediatamente comienza su itinerancia. La Iglesia tiene obligación de acercarse a estos hijos suyos y acompañar su crecimiento y formación espiritual, y ofrecerles los sacramentos. Yo me desplazo allá donde me necesitan, por las razones que sean, y si es por motivo de alguno de los sacramentos, mejor que mejor. Me gusta buscar las ocasiones donde hacerme presente para estar con ellos, charlar y ver el espectáculo, pues también les agrada que lo veas. Para los circenses «su casa es la caravana», y no tienen una referencia de parroquia, como puede tenerlo cualquier otro católico. Mi tarea de Iglesia es ir de camino con ellos, hablándoles del Señor, acercándoles al Señor, alimentándoles con la Palabra de Dios y la recepción de los sacramentos para que arda su corazón y le sigan por el camino.
–¿Qué fue lo primero que le pasó por la cabeza, cuando empezó su trabajo en esta pastoral?
–Yo pertenezco al instituto secular 'Siervos de la Iglesia', que monseñor Dino Torreggiani fundó en Italia. Por designios de la Divina Providencia, en los años 30 del siglo pasado se acercó a estas personas que, como decía él, revolucionaron todo su espíritu, y ya no pudo dejarlos. Fue el primer sacerdote que se acercó a estas personas y a sus hijos nos ha inculcado este amor. En mi formación siempre han formado parte activa los circenses y feriantes, así como los gitanos y encarcelados. Después de bastantes años en la diócesis de Palencia, la Conferencia Episcopal me pidió este trabajo como director del departamento, pero desde hacía muchos años ya iba tras ellos. Dejar la parroquia definitivamente en Palencia me costó y mucho. Ahora me siento muy a gusto con la gente del circo, a la que veo abandonada por los políticos y entregados a su suerte.
Viven itinerantes y no saben lo que es tener la misma escuela, los mismos compañeros, las mismas tiendas
–Además de atender en los sacramentos, ¿da alguna formación o una atención espiritual permanente o, al menos, con cierta regularidad?
–La catequesis tiene principalmente como fin un sacramento, el que sea. Suelo darles material variado y un elenco de oraciones que les ayude a formarse y a rezar. No es raro ver en las caravanas objetos religiosos e, incluso, un pequeño altar donde tienen las devociones más personales. Internet es un buen medio para llegar y hacerme presente en su camino itinerante. Las iglesias locales no colaboran nada en esta tarea. Hay que ser realistas, hacer lo que se puede y llegar hasta donde se puede. Los padres juegan un papel importante en la formación religiosa de los hijos. Los padres están con sus hijos desde que se despiertan hasta que se acuestan, comen juntos a diario y comparten su vida. Esto también sucede con los abuelos, con quienes conviven, a diferencia del resto de familias españolas.
–Me interesa especialmente saber cómo es la vida de los niños de los circos.
–La mayoría de los niños son españoles, hijos de italianos. Su modo de vida es duro. Viven itinerantes y no saben lo que es tener la misma escuela, los mismos compañeros, las mismas tiendas o calles, pero están acostumbrados porque la mayoría de ellos no ha conocido otra cosa. En mi tarea tengo la ayuda de los maestros que acompañan a las compañías a lo largo del curso, dando clases a los hijos de los trabajadores del circo. Ellos les enseñan la catequesis y los preparan para recibir la comunión y, cuando no hay maestros, son los padres los que asumen esta función.
–¿Cómo son las celebraciones de los sacramentos en el circo?
–Las bodas son ceremonias muy participadas y bonitas a las que acude toda la comunidad, familias enteras. Es la fiesta de todo el circo y se oficia en la misma pista. Luego por la noche celebramos una barbacoa y estamos hasta las tantas, en nuestro ambiente. Precisamente esta peculiaridad es la que hace que la celebración de los sacramentos sea también más auténtica. A diferencia de la mayoría, los niños del circo celebran las comuniones un martes o un miércoles, cuando no hay función, porque los trabajadores del circo son personas muy responsables, que cuidan mucho su alimentación cuando tienen que actuar, pero a los que también les gusta disfrutar de las celebraciones.
Suelen ser gente abierta, muy sencilla y religiosa a su modo
–Usted también se dedica a los feriantes. ¿En qué consiste este trabajo con este mundo de itinerantes?
–Los feriantes pertenecen a la vida itinerante, pero tienen casa donde habitar con la familia y tener su médico, su escuela, su parroquia. Pero es verdad que durante muchos meses tienen que ir por los pueblos y las ciudades allá donde se celebran las fiestas patronales. Los feriantes suelen ser individuales. No todos van a las mismas ferias, pero suelen conocerse entre ellos. Los recintos feriales suelen tener sus normas y su coste económico. También ellos en los últimos años están pasando por un mal momento. Los impuestos son elevados, lo que les obliga a poner un precio alto al disfrute de las atracciones. La relación con la Iglesia es más difícil, pero suelen ser gente abierta, muy sencilla y religiosa a su modo. El trabajo consiste en visitar los recintos feriales y, como se pueda, saludarles. Yo les suelo ayudar impartiendo algún sacramento, pero la mayoría de ellos los celebran en sus parroquias y, en lo posible, con los demás parroquianos.