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Carlos Osoro y Juan José Omella han cerrado el acto respondiendo a Cristina López SchligtingPaula Arguelles

Congreso 'La alegría del Evangelio' en el CEU

Los diez años de Magisterio del Papa Francisco, «uno de los líderes más creíbles del mundo»

El presidente de la Asociación Católica de Propagandistas (ACdP) y la Fundación CEU, Alfonso Bullón de Mendoza, abrió el evento recordando el pensamiento del Papa Francisco de que «evangelizar no es hacer proselitismo, porque este supone violencia y avasalla la libertad»

«Los que critican al papa Francisco actúan hoy con mayor desparpajo que en tiempos pasados, y en algún caso con no poca desvergüenza», lamentó el sacerdote y periodista Antonio Pelayo Bombín durante la inauguración del congreso 'La alegría del Evangelio', que arrancó este miércoles en la Universidad CEU San Pablo, en Madrid. El vaticanista destacó, frente a las críticas, la «credibilidad personal» del papa: «Es, sin duda, uno de los líderes mundiales más creíbles», aseguró.

La urgencia de la misión

El corresponsal en el Vaticano celebró que Francisco pone en primer plano «dos principios fundamentales ignacianos: la coherencia y la atención al detalle». También destacó el énfasis de Francisco en la sinodalidad: «No es una estrategia -aseguró-, sino un redescubrimiento de la verdadera naturaleza de la Iglesia», y añadió que ayudará a los católicos «a sentir la urgencia de ser misioneros».

Antonio Pelayo.Paula Arguelles

En la inauguración del evento, dedicado a celebrar y profundizar en los primeros diez años del papa argentino, también intervino el presidente de la Asociación Católica de Propagandistas (ACdP) y la Fundación CEU, Alfonso Bullón de Mendoza, abrió el evento recordando el pensamiento del papa Francisco de que «evangelizar no es hacer proselitismo, porque este supone violencia y avasalla la libertad».

Bullón de Mendoza insistió en que el modo propio de transmitir la fe cristiana es a través de «la atracción y el testimonio», pero advirtió que esto requiere «de una alegría profunda, no superficial ni tontorrona». «Esta alegría sucede cuando uno ha tenido un encuentro personal con Jesucristo», añadió, defendiendo que también debe ir ligada «a una fidelidad a la verdad que nos libera de la tentación de querer estar a la moda».

El nuncio del Vaticano en España, Bernardito Aúza, agradeció en nombre de Francisco la celebración del congreso, y trasladó a los presentes la bendición del pontífice. Aúza instó a las universidades católicas a ser «vehículos de nueva evangelización», y recordó la insistencia del papa «en la dimensión encarnada del Evangelio», que se concreta en asuntos como la atención a la fragilidad -especialmente de migrantes, víctimas de trata y víctimas del aborto- o la custodia de la Creación.

Por su parte, el arzobispo emérito de Burgos Consiliario Nacional de la Asociación Católica de Propagandistas, Fidel Herraéz, agradeció el «regalo» que -dijo- supone Francisco para la Iglesia, y recordó que la «raíz» de la alegría cristiana reside en el conocimiento de que Dios «se ha hecho uno de nosotros». El cardenal arzobispo de Madrid, Carlos Osoro, concluía la inauguración agradeciendo a Francisco sus diez años de entrega generosa, y recordando que «ser pontífice es un servicio».

Un Papa misionero y social

«Me gustaría meter el dedo en la llaga»: así arrancaba su intervención el catedrático de Filosofía Moral de la Universidad de Perugia Massimo Borghesi, autor de El desafío Francisco. «En Occidente, diez años después de su elección, muchas personas aún no han entendido quién es Francisco, y la primera razón es que es un papa demasiado sencillo», defendió el ponente, quien contrapuso las críticas a su sencillez con la «compleja formación» de Jorge Bergoglio: «Habla de forma sencilla porque es lo que quiere hacer», dijo.

El papa no quiere un cristianismo elitista, sino uno popular, atento al pobreMassimo Borghesi

El autor de Jorge Mario Bergoglio. Una biografía intelectual planteó que Francisco propone «un cristianismo popular que no es populismo; un cristianismo normal, no para hombres especiales». Insistió en que la crítica del papa al clericalismo como una de las enfermedades fundamentales de la Iglesia: «Una Iglesia clerical -continuó- es una que se cierra al mundo porque tiene miedo, y lo percibe como enemigo», y señaló que el papa entiende un cristianismo que empieza en una propuesta positiva, no desde la oposición.

Massimo BorghesiPaula Arguelles

También criticó que esta hostilidad hacia el mundo lleva a la politización de la Iglesia y a la búsqueda de poder, así como a esconder los propios pecados -puso el ejemplo de la ocultación de casos de pederastia-. Borghesi lamentó la postura de quienes plantean un cristianismo basado en una élite minoritaria: «El Papa no quiere un cristianismo elitista, sino uno popular, atento al pobre», y citó la imagen del hospital de campaña empleada por Francisco. «La Iglesia necesita encarnación, no manos puras», abundó.

Bergoglio no es un papa de derechas, pero tampoco es un papa rojoMassimo Borghesi

El ponente planteó que otro motivo por el que no se entiende al papa es porque «ha restablecido un orden en la transmisión de la fe». La Iglesia -continuó- «ha enfocado toda su presencia pública en la batalla por dos o tres valores morales -como el aborto o el matrimonio homosexual-, y el papa, que está de acuerdo en que hay que luchar contra ello públicamente, no quiere que la guerra cultural capitalice totalmente la Iglesia, porque entonces ya no es capaz de anunciar la alegría del Evangelio».

Borghesi defendió la «ortodoxia» de Francisco, y destacó la continuidad que hay entre Francisco y sus dos predecesores en defender que la vía de la misericordia es la opción de la Iglesia para el mundo de hoy. «Las acusaciones de herejía son las más absurdas de todas: Bergoglio no es un papa de derechas, pero tampoco es un papa rojo, es heredero del Concilio Vaticano II; un papa misionero y social», aseguró.

Osoro, Omella y la experiencia de la fe

El primer día del congreso ha finalizado con un diálogo moderado por la periodista Cristina López Schligting entre el arzobispo de Madrid, Carlos Osoro y el arzobispo de Barcelona, Juan José Omella.

La periodista de Cope se ha preguntado en «qué medida el encuentro del congreso puede cambiar nuestra vida» y ha partido de la exhortación apostólica Evangelii Gaudium como «buen objeto de reflexión a partir de la centralidad de Cristo que Francisco propone a la Iglesia...» Desde ahí ha preguntado a los pastores de Barcelona y Madrid: «¿Cómo aconteció este encuentro con Cristo para ustedes

El arzobispo de Barcelona ha respondido que «el acontecimiento en mi caso nace en la familia; rezaban en casa; íbamos a la catequesis; los maestros nos enseñaban lo que el domingo se leía en misa, con lo cual nos iban catequizando».

Después vino la edad de las dudas, y que «le ayudó su deseo de ser misionero», un hecho que lo marcó.

Para Osoro, el encuentro con Cristo fue a través de los Salesianos y «la vida»; «cuando al final de dar clase se preguntaba si podía dar «algo más a aquellos muchachos que la educación del colegio».

'La alegría del Evangelio. Diez años de magisterio del Papa Francisco', en el CEU san Pablo.

A la cuestión del sentido religioso como propuesta de la Iglesia, Omella cree que «hemos perdido el sentido de la misión por venir de un mundo que presuponía el cristianismo. En África sucede lo contrario: comparto con ellos la preocupación y así el otro viene a ti». «Ahí la gente se hace cristiana», ha señalado.

También ha señalado que son «importante las comunidades vivas, como señala el mismo Papa; una comunidad» Y, además, «el testimonio de la alegría».

Por su parte, Osoro ha señalado que la propuesta «tiene que ser directa, con varios elementos: el misionero que tiene que convencer, vivir y anunciar desde una comunidad cristiana». Así lo vivió Osoro en todas las diócesis: «con más o menos éxito con los jóvenes, que iban a rezar conmigo, muchos universitarios; chicos y chicas excepcionales». Ayudar a hacer la experiencia de cercanía con el Señor. Después, «el éxito ha sido distinto, pero cuando pides al Señor y pones los medios, encuentras hambre de Dios».

En cuanto al neopelagianismo moral, que juzga al otro sin ternura y todas las cuestiones que escandalizan a ciertos sectores de la Iglesia como la comunión para los divorciados...Omella ha recordado que el evangelio y el Papa «ponen amor: no es destruir la ley, sino un acercamiento a las personas; aunque tu padre y tu madre te abandonen, yo no, dice Dios».

Por su parte, Osoro ha señalado que lo fundamental es «la cercanía a las personas: cuando hay separaciones y hay sufrimiento, yo recibo a los dos para decirles que son hijos de la Iglesia. Que no os abandona. Esto ha supuesto ver gente que llora porque no la estás condenando».

«La misericordia, la cercanía, ver al otro como imagen de Dios, que necesita a otro cerca que lo mire con el amor del Señor. Eso es lo que cambia», ha afirmado el arzobispo de Madrid.

La Iglesia, a juicio del arzobispo de Madrid, es madre y «transforma, saber que Dios me ama y me quiere».

Juan José Omella ha señalado que el Papa se asemeja a san Francisco Javier en su «salida a la periferia, como él, que pidió ir a Japón». Por eso, va a los países musulmanes «y besa los pies de los dirigentes».

En cuanto a la relación con los políticos, Osoro ha respondido que es «arzobispo de todos» y ha contado cómo en su tierra, en Santander, terminaban yendo chavales de un reformatorio que no tenían dónde ir y «terminó conviviendo con ellos». Osoro descubrió, de este modo, que había mucha gente buena que lo ayudó con aquellos muchachos. Un ejemplo vital que el arzobispo de Madrid ha relatado para ilustrar qué tipo de Iglesia quiere Francisco.

El anuncio evangélico «no es una estrategia, sino una experiencia que te acerca a todos los hombres, incluso a los más distantes», ha rematado Osoro.

En cuanto al papel de la mujer en la iglesia, Juan José Omella cree que en la Iglesia «la mujer siempre ha estado presente, pero en sitios menos relevantes». En la Congregación de Obispos, Omella ha señalado que el Papa «ya ha metido tres mujeres que opinan igual que los cardenales». De hecho, «ellas son más finas, intuyen, justo lo que necesitamos. Y vamos, poco a poco, avanzando».

Carlos Osoro ha afirmado, en este sentido, que «no ha dejado de meter mujeres en la diócesis: delegadas, gente que está preparada, pero no por cuotas, sino porque sabe hacerlo», siempre como servicio a los demás, y no como poder.

En cuanto a la misión, al anuncio de Cristo, Omella ha resaltado que la Iglesia necesita «santos, que llevan la entrega que sale del fuego de Cristo. Además, hacen falta comunidades fraternas, la alegría y la caridad: tocar la carne de Cristo. El contacto con la pobreza», con la realidad y las necesidades reales de la gente.