Entrevista
José María Rueda da vida al «abogado de los pobres» en la película 'La sirvienta'
El actor conversa con El Debate sobre su última película en la que se pone en la piel de Manuel María Vicuña, «el abogado de los pobres» en la España del siglo XIX
El actor conversa con El Debate sobre su última película, La sirvienta, en la que se pone en la piel de Manuel María Vicuña, «el abogado de los pobres» en la España del siglo XIX. Y nos revela que trabaja en una producción de temática religiosa con su amigo, Antonio Banderas.
«En todos mis trabajos, pongo amor. He venido a este mundo para servir y si mi trabajo, ayuda a que una sola persona sea consciente, de que somos algo más que «un pedazo de carne con ojos», bendito sea Dios». Esta es la confesión que hace ante El Debate José María Rueda, nada más estrenarse su última película, La sirvienta.
Malagueño «hasta las trancas», como él confiesa, en esta producción dirigida por Pablo Moreno, interpreta a Manuel María Vicuña, el «abogado de los pobres», en la España del siglo XIX, que inspiró a santa Vicenta María López Vicuña, mujer que se dedicó a promover el trabajo digno para las mujeres que salían de sus pueblos, para labrarse un futuro mejor en las grandes ciudades.
José Mª Rueda, que ha trabajado en películas que plantean la cuestión religiosa y humana, como: Un Dios prohibido, Luz de soledad o Red de Libertad, revela en esta entrevista a El Debate una auténtica primicia: ha trabajado con su amigo Antonio Banderas en una producción cinematográfica estadounidense de temática religiosa.
–¿Cómo ha acabado interpretando a personajes capaces de inspirar la vida de miles de personas? ¿Cómo empezó esto de ser actor?
–Soy malagueño, incluso nací en la casa donde nació Picasso. Cuando estudiaba bachillerato mi idea no era ser actor, si no marino mercante o médico. Estando en el instituto, un compañero me propuso apuntarme con él a la Escuela de Arte Dramático. Me apunté y me picó el gusanillo del teatro.
Formamos una pequeña compañía, Tespis Pequeño Teatro. Y empezamos haciendo representaciones de la Antígona, de Sófocles, en el Festival de teatro grecolatino, que se hace en Málaga, en el teatro romano.
También hicimos el Retablo del flautista de Jordi Teixidó, que era una función maravillosa, y por la cual me dieron un premio Nacional de Interpretación.
En el año 1981, me vine a Madrid, junto con María Barranco, y otros más, un año antes, vino a Madrid, Antonio Banderas. Hice diversas series, para televisión: Lleno, por favor, Águila roja, Hospital central, Robles investigador, Éste es mi barrio y también mucho teatro.
–Su primer papel bajo la dirección de Pablo Moreno, ¿cómo surge?
–En 2011, un amigo me comentó que una productora de Ciudad Rodrigo, que él conocía, buscaba un actor que diera vida a uno de los formadores del seminario de los Claretianos, en Barbastro, Juan Díaz Nosti, que fueron fusilados por milicianos, en los primeros meses de la Guerra Civil. El casting para esa película, lo grabó mi hija con una videocámara.
Querían una película que desprendiera amor y no revancha. Esa película, Un Dios prohibido, me dejó tocadísimo, precisamente por eso… porque los Claretianos sólo querían que destilara amor.
Fue una película que tenía un presupuesto de poco más 200 mil euros. Los actores firmamos un contrato, en el que se establecía que cobraríamos cuando se estrenara la película, se cubriesen los costes y empezase a dar ganancias. Fue una película tan pirateada que a día de hoy no hemos cobrado nada. En años sucesivos he seguido trabajando con Pablo, en Poveda, Luz de soledad, Red de Libertad, Petra de San José, Claret y esta última, La sirvienta.
Camino a Belén es una historia bíblica en formato musical, y con algún toque de humor. En ella he trabajado con mi gran amigo Antonio Banderas
–Vuelve a las andadas con La sirvienta. ¿Cómo le proponen el papel?
–En marzo del 2021, me llama Pablo, para decirme que tiene una nueva película, muy bonita, que trata sobre la vida de santa Vicenta María y me ofrece el papel del tío de la de la protagonista, Manuel María Vicuña, un abogado en la España de finales del XIX, conocido como «el abogado de los pobres». Me gustó mucho.
En el proceso de casting, estaban las hermanas de María Inmaculada y cuando vieron mi foto dijeron: «Este es Manuel María». Empecé a investigar cómo era Manuel María Vicuña. Me di cuenta de que encarnó, en sí mismo, la primera ONG unipersonal española. Interpreto a un señor que se dedicaba a echarle una mano a los pobres, porque no podía soportar las injusticias que les hacían. Les ayudaba en los pleitos. Por eso le llamaban «el abogado de los pobres».
Esa ayuda en sus pleitos deviene en ayuda en todos los órdenes, les daba ropa, comida, etcétera. Hace de catalizador para que Vicenta María desarrolle también esa sensibilidad hacia los más necesitados.
Lo más grande de la película es que el valor lo aporta la propia historia. El propio personaje de Vicenta María es el que aporta esos valores.
En todos mis trabajos, pongo amor. He venido a este mundo para servir y si mi trabajo, ayuda a que una sola persona sea consciente, de que somos algo más que «un pedazo de carne con ojos», bendito sea Dios.
–¿Qué proyectos tiene a la vista?
–Acabo de terminar una película estadounidense, también de motivo religioso: Camino a Belén. Es una historia bíblica en formato musical, y con algún toque de humor. En ella he trabajado con mi gran amigo Antonio Banderas. Yo interpreto a Zacarías y Antonio, a Herodes. Ha sido maravilloso volver a trabajar juntos, después de tantos años.