Muere a los 87 años Javier Repullés, el sacerdote que caminaba con los pobres
Javier Repullés era un enamorado de Dios y de los pobres. Los que le conocieron y trabajaron con él, lo describen como un hombre tierno, sonriente y tenaz
A los 87 años, fallece en Madrid, hoy 16 de mayo, el sacerdote jesuita Javier Repullés. Un enamorado de Dios y de los pobres, los que le conocieron y trabajaron con él, lo describen como un hombre tierno, sonriente y tenaz.
El padre Repullés S.J era madrileño, de padres y abuelos también madrileños. Nació en Príncipe de Vergara en mayo de 1936, poco antes del comienzo de la Guerra Civil. Su actividad pastoral comenzó con 17 años y con 29 se hizo sacerdote.
Llevaba junto a los desfavorecidos, 70 años, caminando al lado, en la acera de los pobres. Ingresó en la compañía de Jesús con solo 17 años. Madrileño, nació en el seno de una familia de valores cristianos y un marcado compromiso social. De ahí le viene su vocación por estar con los más vulnerables. El padre Repullés decía:
«Mi padre iba a visitar a los presos en tiempo de la guerra. Le dejaban pasar porque era del cuerpo diplomático. Decía que llevaba medicina para los presos, pero además les llevaba la comunión. Eso me marcó mucho».
Familias gitanas
Desde el primer momento quiso estar al lado de los más pobres, de los que no tenían nada. Mientras estudió Teología en Granada, una de sus primeras «batallas» fue en Granada, con su participación en el apoyo a familias gitanas que fueron desalojadas del Albaicín. «Íbamos con frecuencia a acompañar a las familias gitanas y por eso, el propio alcalde nos pidió ayuda y acompañamiento».
Una vez sacerdote SJ, el mismo solicitó como primer destino el Pozo del Tío Raimundo. Lo primero que hicieron al llegar fue construir una pequeña iglesia, de 60 metros cuadrados, 20 para casa parroquial, el lugar donde dormían los dos jesuitas y los 40 restantes para la iglesia. Este asentamiento de unas dos mil chabolas se convirtió en un barrio que luchó por cada uno de sus derechos, convirtiéndose en un referente de reivindicación vecinal.
De su etapa del Pozo recordaba momentos de tensión e incluso haber pasado miedo alguna vez. Pero recordaba aún más la capacidad de convertir cualquier ocasión en una fiesta, recordaba a menudo el padre Javier. «Nuestra casa se llenaba de personas que repartían lo que tenían: alegría, fuerza, ganas de luchar y de vivir con intensidad».
Pan y peces
Javier reconocía que a veces sentido dolor: «Tener el cariño que yo les tenía a esas familias y ver a veces que no podía hacer nada por ellos… Esa impotencia, ese verlos sufrir y no lograr remontar ha sido siempre doloroso»
Otra etapa fundamental en su vida, es hizo, la huelga de hambre con los del 0,7 y ahí se enfrentó con el gobierno, de nuevo se posicionó al frente de un movimiento pacífico ciudadano que aspiraba a llevar a cabo cambios en favor de las personas más vulnerables. No lograron el todo lo que pedían, fue el inicio de muchas cosas positivas, como la unión de muchas organizaciones muy distintas en sus ideologías, pero con un mismo fin».
En el 2011 fundó, Pan y Peces, una fundación que atiende a cientos de familias con la entrega de alimentos básicos y productos de limpieza e higiene personal. El carrito mensual está diseñado según el número de componentes de cada una, sus edades y su estado de salud.
Es importante resaltar que para el padre Repullés lo importante de la fundación es que preserva su dignidad y su intimidad de las familias que allí acuden. Por eso, no permiten que se formen colas. Los beneficiarios acuden con cita previa y toda la atención se desarrolla dentro del local, facilitando que el contacto sea más directo y personalizado.
Sus valores se han impregnado en todos los de la Fundación Panes y Peces. Siempre decía: «son las personas las que hacen que la vida merezca la pena. Caminar acompañado es lo que realmente es enriquecedor». Un sacerdote que prefería el humor al amor.
Javier Repullés ha llenado su corazón de miles de nombres, el de todas las personas con las que a lo largo de su larga vida ha adquirido un compromiso.