Fundado en 1910

Esta historia muestra el auténtico espíritu y la dedicación apostólica de muchas congregaciones en la Iglesia

Contrario al pesimismo, Dios hace brotar nuevas órdenes religiosas

«Las hermanas de Sukabumi son como un nuevo brote nacido de un tronco antiguo», señala la religiosa Marie Cecile Herder

contrario al pensamiento pesimista que hoy trata de imponerse en la conciencia de los cristianos que se lamentan de la progresiva muerte de la Iglesia, Dios actúa; alejado del ruido y en silencio. O así parece ser en la imprevista historia misionera de las Hermanas Franciscanas en la ciudad de Bergen op Zoom (Boz), en los Países Bajos.

El viejo tronco

Esta historia muestra que el auténtico espíritu y la dedicación apostólica de muchas personas y congregaciones en su trabajo misionero ha seguido activo, desprendiéndose de cualquier tentación de gloria y sumergiéndose en la cultura local de un país, hasta hacerse una sola cosa con él.

La Agencia Fides informa de este proceso histórico en la Congregación de las Hermanas Franciscanas de Sukabumi (SFS), ciudad de Java Occidental, que han celebrado el 90 aniversario de su presencia en Indonesia, recordando su fundación en 1933. Aunque, por aquel entonces, el instituto no tenía ese nombre y sólo estaba compuesto por misioneras venidas de Europa.

Son como un nuevo brote nacido de un tronco antiguoMarie-Cecile Herder

Hace casi un siglo, las islas del Sudeste Asiático seguían siendo las «Indias Orientales Holandesas», posesiones coloniales de los Países Bajos en Asia, iniciadas en el siglo XVI. La presencia de los holandeses duró hasta mediados del siglo XX, cuando, en 1949, el gobierno de Ámsterdam concedió la independencia a las Indias Orientales Holandesas, que pasaron a llamarse Indonesia.

Una religiosa franciscana holandesa, la hermana Rosa de Bie, fue la primera en ir allí y abrir la puerta del primer convento hace 90 años. «Probablemente yo seré la última, la que cierre la puerta», declara sonriente la hermana Marie-Cecile Herder, una de las tres hermanas Franciscanas de Bergen op Zoom que aún vive. La hermana Marie-Cecile Herder, procedente de los Países Bajos, ha participado con alegría en la celebración, recordando cómo surgió lo que hoy es a todos los efectos una congregación religiosa local, reconocida por la Iglesia indonesia.

El nuevo brote

La congregación religiosa de Sukabumi es, de hecho, la «versión indonesia» del instituto religioso holandés de las Franciscanas de Bergen op Zoom. Ha asumido la espiritualidad franciscana, reconociéndose como «una rama de esa planta» y reconociéndola como su raíz.

Sor Marie-Cecile se ha mostrado emocionada por ver que el carisma de las hermanas holandesas ha reverdecido en Indonesia, como un verdadero ejemplo de «inculturación»: «Todavía hay tres hermanas Boz en Holanda. Una –dice– tiene 96 años y la más joven 80 y está enferma. Yo soy la que sigue más activa y pude viajar a Indonesia. No quería perdérmelo. Llevo en el corazón la alegría de una celebración tan intensa y festiva aquí en Sukabumi. Las hermanas y el pueblo experimentan la unidad comunitaria, están enraizados en la Eucaristía. Aquí hay un florecimiento de vocaciones a la vida consagrada que nos da tanta esperanza. Las hermanas de Sukabumi son como un nuevo brote nacido de un tronco antiguo».

La aventura

La hermana Marie-Cecil recuerda la aventura misionera de las seis hermanas que, en 1933, zarparon de Marsella rumbo a Yakarta, entonces llamada Batavia. Atendieron a los enfermos en los hospitales de Semarang y Muntilan. Luego, en Sukabumi, con la asistencia sanitaria en una casa cedida por los lugareños. Después consiguieron una residencia permanente, lo que aún hoy es la Casa Madre de las Hermanas de Sukabumi.

La hermana Vincentia, de origen indonesio y la actual superiora, afirma que hoy el instituto cuenta con 109 religiosas, presentes en varias diócesis indonesias, como Bogor, Semarang, Palangka Raya (en Borneo).

La hermana Marie-Cecile será probablemente la última de las hermanas que visite la antigua misión de Indonesia y regresará a Holanda con una certeza: el Espíritu Santo continúa su labor y el legado espiritual y el celo apostólico de las religiosas holandesas seguirá perviviendo en sus hermanas de Indonesia como «una sola cosa», según la promesa del Señor.