Fundado en 1910

Padre Sebastian VazhakalaMisioneros de la Caridad

¿Quién sostenía en la sombra toda la obra de la madre Teresa de Calcuta?

Pocos conocen la congregación de religiosos contemplativos fundada por la santa de origen albanés, y a su cofundador el padre Sebastian Vazhakala

Todos han escuchado hablar de las Misioneras de la Caridad, pero pocos conocen la congregación de religiosos contemplativos fundada por la santa de origen albanés. Su cofundador el padre Sebastian Vazhakala, nos da a conocer esta obra, a través de sus libros.

Para la santa la vida de oración y contemplación era tan importante que también fundó una congregación de religiosos «contemplativos».

La religiosa albanesa, su nombre de pila era Gonxha Agnes Bojaxhiu, fundó esta obra en Roma, el 19 de marzo de 1979; junto al sacerdote de origen indio, Sebastian Vazhakala.

Su vocación nació cuando conoció a la Madre Teresa en 1971 y quedó impresionado por su testimonio de amor a los más pobres entre los pobres. Se ordenó sacerdote en 1975 y desde entonces ha servido en diversas misiones de la congregación. Hoy día son unos cincuenta religiosos, que, además de Roma, están presentes en Tierra Santa (en Nazaret), La India, Albania, Nigeria y Ghana.

La diócesis de Roma, les ha reconocido desde el 8 de diciembre de 1993 como una familia religiosa «contemplativa»; aunque no viven en estricta clausura, pues comparten su oración y su vida junto a los más pobres.

El padre Sebastian ha mostrado a través de sus libros la espiritualidad de la Madre Teresa, su experiencia como cofundador de las Misioneras de la Caridad. Mi vida con la Madre Teresa, En el silencio del corazón, o La sed de Dios ilustran el fruto de treinta años de amistad.

Contemplativos

Los Hermanos Contemplativos Misioneros de la Caridad son una comunidad religiosa que vive la Palabra de Dios en la pobreza, la humildad y la alegría de la adoración eucarística y el servicio a los más necesitados en las cárceles, los hospitales, las calles y entre los nómadas. Siguen el carisma de la Madre Teresa de saciar la sed de Jesús por el amor y las almas mediante el cuarto voto de servicio libre y de todo corazón a los más pobres de entre los pobres.

El padre Sebastian explica que «la vida de oración es central en nuestra vocación. De hecho, es nuestro deseo y objetivo que toda nuestra vida se convierta en una profunda oración a Dios, en la que permanezcamos unidos a Él mientras nos dedicamos a todas nuestras diversas actividades, tanto dentro de nuestras casas como fuera de ellas durante los periodos de apostolado».

El sacerdote, que conoció a la madre Teresa cuando era un joven estudiante en La India, aclaró en múltiples ocasiones que «para alcanzar ese nivel de unión con Dios (que, por supuesto, es principalmente obra suya y no se alcanza ni se merece por ninguno de nuestros esfuerzos), nos apoyamos en un sólido programa diario de oración comunitaria, que incluye la Santa Misa celebrada por uno de nuestros sacerdotes, al menos dos horas de Adoración Eucarística, la Liturgia de las Horas -de la que siempre cantamos Laudes y Vísperas-, el Rosario, las Letanías diarias, etc».

Estos religiosos, también reservan durante el día un tiempo, para la lectura espiritual y siempre hay algún tiempo para la oración privada adicional, y tienen un día de oración profunda en completo silencio y soledad una vez al mes.

Silencio

No son una orden estrictamente silenciosa, ya que sus obras apostólicas lo prohíben.

«Nuestra vida diaria incluye una serie de formas específicas de penitencia; pero más importante que todas ellas es la tendencia subyacente de nuestra vida en la que aspiramos a la conversión diaria al Evangelio aceptando con alegría todas las cruces que Dios nos envía. A menudo de forma inesperada, y que nunca faltan», señala el padre Sebastian.

Apostolado

Esta enseñanza la aprendió una vez en la Casa de los Moribundos de Calcuta a la que un día llegó una ambulancia con una persona de la calle. Al verle, el P. Vazhakala se dio cuenta de que ya habían llevado a ese mismo hombre unas diez veces antes y le dijo a la Madre Teresa: «Es inútil recoger a este hombre porque cuando se encuentre un poco mejor volverá a la calle».

La cuestión es si este hombre que está delante de ti necesita ayuda o noPadre Sebastian

El padre Sebastián recuerda en su libro, La alegría del amor; «la Madre Teresa me explicó que la cuestión no es dónde estaba esa persona el día anterior o si se iría al día siguiente, la cuestión es si este hombre que está delante de ti necesita ayuda o no». Desde entonces, cada vez que llega una persona a su casa de Roma, el padre Sebastián piensa de esta forma.

Según sus Constituciones, se comprometen activamente para ayudar a los más necesitados, según las circunstancias en las que están enclavadas cada una de sus comunidades.

Nuestra vida es esencialmente contemplativa, apostólica y misioneraPadre Sebastian

Una característica importante de la vida de estos contemplativos es el uso de un hábito – gris para los hermanos profesos – con un crucifijo en el hombro y calzar sandalias.

La oración matutina de la comunidad suele comenzar a las cinco de la mañana. El resto del día se desarrolla en estricta pobreza, reflejada en la sencillez de la comida y de los enseres para uso personal. Para vivir el espíritu de pobreza, han decidido no tener objetos como televisores, radios y lavadoras…, aunque poseen, furgonetas, ya que son esenciales para su trabajo al servicio de los necesitados.

En definitiva, el padre Sebastian resume así esta nueva vocación contemplativa en la Iglesia: «No somos contemplativos en el sentido de que nuestra vida sea perpetuamente silenciosa y estrictamente encerrada en el claustro; sino que, como afirman nuestras Constituciones, nuestra vida es esencialmente contemplativa, apostólica y misionera, una vida en la que la contemplación subyace a toda actividad». Un espíritu de «misericordia y compasión» que se refleja hoy en la figura del Papa Francisco, que lo demuestra «no solo con palabras sino con hechos».