Un asesor del Papa afirma que «quien no cree en la economía del bien común es ignorante o egoísta»
Stefano Zamagni (Rimini, 1943), catedrático emérito de la Universidad de Bolonia (Italia), ha participado en el reciente IV Congreso Internacional de Pobreza y Hambre de la Universidad Católica de Valencia (UCV)
El prestigioso economista Stefano Zamagni (Rimini, 1943), catedrático emérito de la Universidad de Bolonia (Italia), participó en el reciente IV Congreso Internacional de Pobreza y Hambre de la Universidad Católica de Valencia (UCV) para analizar las implicaciones antropológicas de estas fallas de la humanidad. En su intervención, Zamagni, que ha sido hasta el pasado mes de abril el presidente de la Academia de Ciencias Sociales del Vaticano, afirmó que «quien no cree en la economía del bien común, o es un ignorante o es un egoísta».
Ir más allá del capitalismo
«Resulta necesario ir más allá del capitalismo, que no es lo mismo que ir en su contra. La meta debería ser hacer que el sistema capitalista evolucione en una dirección diversa. Hemos de apostar por el modelo económico civil, cuyas raíces están en la matriz católica, empezando por la primera escolástica, siguiendo por la segunda –la de la Escuela de Salamanca– y hasta el 1753, cuando nace lo que es propiamente la economía civil en la Universidad de Nápoles», remarcó.
Dicho modelo económico tuvo «un gran desarrollo» después, aseguró Zamagni, «pero se ha ocultado porque habla del bien común y de la felicidad pública». Sin embargo, este asesor de Francisco –como lo fue también de Juan Pablo II y de Benedicto XVI– adujo que la economía civil está «emergiendo» de nuevo. «La visión de la economía que expuso Francisco en 2019 es, de hecho, una recuperación actualizada de ese paradigma gestado por la Iglesia», añadió.
Dentro del modelo circular, muchas empresas deberían cambiar sus métodos de producción
«Debemos pasar de un modelo de producción lineal, que es el que siempre ha utilizado la teoría económica mainstream, a otro de tipo circular. El modelo lineal tiene el problema de que contabiliza los costes directos (compra de materiales, sueldo de los empleados...), pero no los indirectos. Así, una empresa que tiene una fundición, por ejemplo, no tiene en cuenta los costes que el humo expulsado a través de sus chimeneas supone para quienes viven a su alrededor», indicó.
Siguiendo con ese ejemplo, Zamagni expuso que «las empresas que contaminan lo hacen porque no quieren gastar dinero en poner filtros de humo o lo que sea necesario para evitar la polución. Dentro del modelo circular muchas empresas deberían cambiar sus métodos de producción, pero ocurre que muchas de ellas dicen: «Si se nos obliga a adoptar ciertas medidas, cerraremos. Y eso creará desempleo». Entonces, nos encontramos en una situación de chantaje donde sólo una exigua minoría acepta hoy las medidas del modelo circular. En Italia, por ejemplo, el número de empresas que lo hace está entre el 15 % y el 20 %».
La economía civil propuesta por Francisco no tiene nada que ver con el comunismo
Por otra parte, Zamagni ha querido aclarar que «la búsqueda del bien común no implica que las empresas deban renunciar al beneficio propio, sino que este ha de ir acompañado del beneficio de los demás. La economía civil no es comunismo, no tiene nada que ver, porque no es igualitarista. Para entendernos: mientras que la competición extrema de la economía actual se resume en el dicho mors tua, vita mea (Tu muerte es mi vida), la del bien común se expresaría, en cambio, con la frase 'tu vida es mi vida'. Cuando los empresarios comprenden qué es la producción circular, la economía del bien común... y lo aplican, todos terminan satisfechos con los resultados».
Beneficio en el consumo
La implantación del sistema económico civil es «posible», no es una idea «ingenua» para el catedrático italiano: «El capitalismo ha ido variando de históricamente porque es un sistema muy flexible, se adapta, puede cambiar. El primer modelo fue el de la agricultura, después surgió el industrial y el inmediatamente anterior al actual fue el capitalismo financiero. Hoy el modelo dominante es otro. Se siguen obteniendo ganancias con la agricultura, la industria y las finanzas, obviamente, pero los grandes beneficios se hallan hoy en los bienes de consumo».
«Las empresas se han dado cuenta de que deben manipular las cabezas de la gente para que compren cosas de las que no tienen ninguna necesidad y nos convencen de que es un bien para nosotros adquirir el último modelo de teléfono móvil, de reloj, o de lo que sea. Esto es el neoconsumismo: compramos bienes que satisfacen demandas artificiales creadas por el vendedor», explicó Zamagni.
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El modelo de desarrollo actual no durará mucho: los ciudadanos están abriendo los ojos
En opinión del asesor de Francisco, «es obligatorio transformar el modelo de desarrollo económico actual; supone el descarte de muchas personas y, como dice el papa, tiene mucho que ver con la epidemia de soledad en Occidente y otras regiones del mundo. No podemos seguir en esta situación. Basta con mirar las tasas de suicidio. ¿Por qué continúan aumentando? ¿Por qué Estados Unidos es el país con la media más alta de suicidios? Hay que hacerse estas preguntas».
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Una felicidad ligada a los demás
«Debemos volver a una idea expresada hace 2300 años por Aristóteles: «No se puede ser feliz a solas. Hace falta, al menos, ser dos». Frente a la soledad y al individualismo de la economía actual, la verdad es que la felicidad del ser humano está ligada a la relación con las personas, no con los objetos. Los medios no hablan de esto por una sencilla razón: las relaciones personales no generan beneficios económicos», ha lamentado.
Zamagni cree que el modelo económico presente «no durará mucho». Basa su predicción en que «los ciudadanos, sobre todo los jóvenes, están abriendo los ojos, se están dando cuenta de que nos manipulan; y, cuando una persona descubre que le engañan, cuando un joven percibe que el influencer le utiliza para ganar dinero, se rebela y deja de aceptarlo».