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Pedir perdón es una forma de reparar el daño causado

¿Por qué hay que pedir perdón a quienes no nos perdonan?

No siempre es fácil dar ese paso, sobre todo cuando la persona a la que hemos ofendido o dañado no quiere escucharnos o nos rechaza

Pedir perdón es un acto de humildad y de amor que nos ayuda a sanar las heridas del pasado y a reconciliarnos con nosotros mismos y con los demás. Sin embargo, no siempre es fácil dar ese paso, sobre todo cuando la persona a la que hemos ofendido o dañado no quiere escucharnos o nos rechaza.

¿Qué hacer en esos casos? ¿Insistir o desistir? ¿Cómo afrontar el dolor de no ser perdonados? ¿Cómo mantener la esperanza de una posible reconciliación?

Antes de nada, lo primero que debemos hacer es reconocer nuestra culpa y arrepentirnos sinceramente de lo que hemos hecho mal. El primer paso es pedir perdón a Dios. Él siempre nos perdona si nos arrepentimos de corazón. Luego debemos pedir perdón a la persona ofendida, aunque sepamos que no nos va a escuchar o que nos va a rechazar. Es un deber moral que tenemos con ella y con nosotros mismos.

Pedir perdón es una forma de reparar el daño causado y de mostrar nuestro respeto y nuestro amor por el otro. No podemos obligar a nadie a perdonarnos, pero sí podemos ofrecerle nuestra disculpa sincera y nuestra disposición a enmendar el error. Eso es lo que Dios espera de nosotros

Pero no debemos caer en la obsesión o en la insistencia excesiva. Si la persona no quiere escucharnos o nos cierra la puerta, debemos respetar su libertad y su tiempo. No podemos forzar una reconciliación que depende de dos partes. Lo que sí podemos hacer es rezar por ella, pedirle a Dios que le conceda la gracia del perdón y que le dé paz a su corazón.

no nos dejemos abatir por el desánimo o la culpa. «Dios sabe que somos débiles y que cometemos errores. Él nos ama tal como somos y nos ofrece su misericordia infinita. Si hemos hecho lo posible por pedir perdón y reparar el daño, debemos confiar en su bondad y en su providencia. Él puede hacer posible lo imposible y cambiar los corazones más duros», asegura.

No debemos perder la esperanza de una posible reconciliación, Dios puede obrar milagros en las relaciones humanas. A veces basta un gesto, una palabra, una mirada, para romper el hielo y abrir el camino al perdón. No sabemos cuándo ni cómo puede ocurrir, pero debemos estar preparados para acogerlo con alegría y gratitud. El perdón es un regalo de Dios que nos libera y nos hace felices.