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JMJ 2023, Estoril

Más de 37.000 corazones españoles preparados para una nueva vida

Hoy vi con esperanza el futuro de la Iglesia, porque vimos cómo nuestros jóvenes españoles se reunieron por un mismo amor, fueron convocados por Cristo para vivir un proyecto de amor y misericordia

Homero en la Odisea, una obra que se tiene que leer al menos una vez en la vida, narra cómo Ulises y sus compañeros llegan a la tierra de los lotófagos, una extraña tribu que gana su nombre por una planta que era dulce cómo la miel y que producía en la persona que la tomaba un efecto que le hacía olvida su pasado remoto y cercano. Estos ciudadanos que no recordaban nada de lo que les acontecía en su vida, vivían sin preocupaciones, pues carecían de memoria. Era una sociedad que vivía tranquila tumbada en la playa sin preocuparse de nada.

Pues ayer por la tarde viví una experiencia, también en la playa, de cómo Cristo nos saca de nuestra lotofagia-existencial, nos zarandea y nos lleva a la vida. Nos trae a la vida cambiando el alimento, nos da a comer su cuerpo y nos da de beber su sangre, que no producen un efecto placebo o de pérdida de memoria, sino todo lo contrario. La Eucaristía produce un efecto de memoria, por eso Cristo dijo –y los Sacerdotes repetimos al final de la consagración– «Haced esto en conmemoración mía».

El futuro y el agradecimiento

Hoy vi a cientos, miles de corazones que se levantaban de sus lotofagias para comenzar a vivir una nueva vida. A esto nos invitó el Cardenal de Barcelona, a preocuparnos por la vida, a entregar a Cristo todo lo que tenemos sin importar que sea lo mejor o lo peor que podemos entregar.

Hoy vi con esperanza el futuro de la Iglesia, porque vimos cómo nuestros jóvenes españoles se reunieron por un mismo amor, fueron convocados por Cristo para vivir un proyecto de amor y misericordia. No eran jóvenes de sofá, no eran jóvenes-lotófagos eran jóvenes que se alimentan del mejor alimento. En estos jóvenes veo el futuro de nuestra fe. Veo esperanza al caminar, veo lo que la Iglesia necesita para continuar, jóvenes como estos. Jóvenes que no tengan miedo de ir al llamado de Cristo.

Este día lo terminó dando Gracias a Dios por el amor de estos jóvenes, porque Dios nos demuestra que esta Iglesia va a continuar, qué cómo dijo hoy Mons. Omella: Lisboa sea el trampolín de la juventud del 23, posiblemente no volveremos a vernos, pero de aquí saldrán los próximos evangelizadores de España y del mundo.