JMJ Lisboa 2023
Contra las críticas de superficialidad, la JMJ responde con oleadas de confesiones
Los peregrinos están dejando imágenes de recogimiento, oración, diversión y esparcimiento, cuando es necesario
Los 150 confesionarios construidos por presos de las cárceles de Paços de Ferreira, Oporto y Coimbra, en el norte y centro del país, ya están a pleno rendimiento, una vez que se ha dado el pistoletazo de salida a la JMJ de 2023.
El perdón
Para los católicos que pasan por el Parque del Perdón, la experiencia es positiva y hacen uso del «servicio» sacramental del perdón desde su llegada a Lisboa, ciudad que acoge este año la Jornada Mundial de la Juventud (JMJ).
«Todos merecemos el perdón, el catolicismo se asienta mucho en esta cuestión de la comunidad y del perdón», recuerda uno de los peregrinos, que considera que es una buena forma de permitir que los reclusos que han construido los confesionarios, también pueden disfrutar de la JMJ con su trabajo para los asistentes al evento mundial.
La confesión está disponible para todos aquellos que lo deseen a horario completo, en los cinco idiomas oficiales de la Jornada (portugués, inglés, español, francés e italiano) y en decenas de otras lenguas a determinadas horas.
Naturalidad y conversión
Frente a las críticas de los sectores más radicales, que afirman cada tres años que la Iglesia se protestantiza a pasos agigantados y que en las Jornadas Mundiales de la Juventud, solo hay superficialidad y poca devoción, los peregrinos están dejando imágenes de todo lo contrario: de recogimiento, oración y diversión, cuando es necesario.
La asistencia a las catequesis con los obispos (Rise Up) también está siendo muy provechosa para profundizar en el trabajo propuesto por la Iglesia con el lema de la JMJ y por las indicaciones pastorales del Papa Francisco a lo largo de su pontificado.
Toda la predicación y los encuentros están girando en torno a un cambio necesario en la mentalidad del católico–según las palabras de san Pablo, una metanoia– a propósito de una nueva mirada a la creación como casa común y al ser humano, como centro de esa creación querida por Dios, que es llamado a responsabilizarse de sus hermanos, los hombres.
Así lo ha enfatizado Francisco en su discurso a los universitarios al recordarles « la urgencia dramática de hacernos cargo de la casa común» pero «esto no se puede hacer sin una conversión del corazón y un cambio en la visión antropológica que está en la base de la economía y de la política».