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Alfonso Julián Dávila junto a José Cobo, arzobispo de MadridEl Debate

Entrevista a José Cobo, Arzobispo de Madrid

«La gente joven necesita que le preguntemos y no darle fórmulas ya hechas»

Cobo reconoce que recibió con gran sorpresa su elección como arzobispo de Madrid y como una gran broma pesada, su elección como nuevo cardenal de la Iglesia católica

El recién nombrado arzobispo de Madrid y nuevo cardenal de Francisco, José Cobo, concede una distendida entrevista a los lectores de El Debate desde Lisboa, dónde se celebra la JMJ.

Cobo nació en Sabiote (Jaén) el 20 de septiembre de 1965. Es Licenciado en Derecho por la Universidad Complutense de Madrid y fue ordenado sacerdote en 1994.

Recibió con gran sorpresa su elección como arzobispo de Madrid y como una gran broma pesada, su elección como nuevo cardenal de la Iglesia católica.

–Para comenzar la entrevista, algo muy sencillo, ¿ qué desayuna el arzobispo de Madrid?

–Es importantísimo y es un es una penitencia que me imponen. Un café con leche y como siempre, desayuno con gente. Todos me insisten «tienes que comer más, tienes que comer más». Pero yo con mi café con leche no me salgo de ahí.

–Qué tal estas semanas como obispo en Madrid?

–Pues es como un despegue rápido, porque han sucedido muchas cosas. Se complica con el verano, el final del curso... Un montón de experiencias, de saludos, de cariños, de proyectos, de prisas, porque como todo va empacado; ha sido un poco intenso y ahora con con el culmen de la JMJ, pues todavía más.

–Y en noviembre te hacen cardenal. ¿Cómo acoges esto que fue tan rápido para todos?

–Pues tampoco te da tiempo, que es en 24 horas. Uno no empieza a ser arzobispo, luego cardenal...Yo creo que son acontecimientos que van llegando. Dios siempre actúa de forma muy misteriosa. Cuando lo decía ayer el Papa, yo creo que eso es verdad, que Dios siempre sorprende. Yo creo que la postura es acoger lo que llega y acogerlo también en una postura también mariana, distinto al desayuno, pero en una postura mariana que es acoger lo que llega y dejarlo reposar. Entonces, yo creo que ahora tenemos en Madrid un camino por delante interesante. Tenemos en la Conferencia Episcopal también trabajando con otros obispos, un camino interesante y ahora el Papa también apunta, el que tengamos también en el futuro un planteamiento y un pensamiento de la Iglesia universal, ayudando el Papa en lo que pida y lo que necesite, que ese es la tarea.

–¿Cómo se entera uno que va a ser obispo, después arzobispo y después cardenal? Porque sabemos que el Papa no tiene móvil.

–Pues un día te llama el nuncio y dice que te ha escrito el Papa una carta. Y tú ves la carta. Dices «Arzobispo de Madrid». Entonces le dices que se han equivocado (esto es una broma). Así llegan las cosas y luego ya te llaman y te dicen que es verdad, que lo de la carta va como para que te asustes poco y luego ya pongas cara distinta. Y después fue muy rápido porque sabíamos que en Madrid iba a haber cambios, pero tampoco teníamos muy claro por dónde iban a venir los tiros, no? Hasta que llega de repente una nota diciendo que tú eres el arzobispo de Madrid. Entonces estás en una reunión, miras al cielo y dices perdón, que me voy a salir un momento.

–¿Llamaste?

–Así fue como me enteré. Llama el Papa y he estado hablando con él. Incluso he estado estos últimos días una mañana con él. Pero lo de cardenal es todavía más traumático, porque creía que era una gran broma que me habían hecho, porque claro, Inicio Ministerio en Madrid fue el día 8 y entonces el día 9 me voy a un pueblecito. Además dije: aquí vamos a empezar por lo pequeño que era lo que es, un pueblo chiquitito y ahí estaba la gente del pueblo y tal, y entonces llego un poquito antes porque yo con mi coche y digo bueno, vamos a prever el tiempo y la misa, las 12:30 y llego yo a las 12 o así, llego a las 12 y allí con la entrada de la parroquia estábamos hablando y de repente empieza el móvil a saltar... ¡Felicidades hombre! Y a estos vienen un poquito tarde a salir por lo de ayer, empezando por lo de ayer y felicidades, felicidades, y me digo: «bueno, serán los del último día que ya se han enterado», pero cuando tengo varias llamadas de Roma digo qué raro es esto. Entonces cojo una llamada y me felicitan. Felicidades que eres cardenal, que bien lo han montado. Esta bromita ya está currada al máximo, pero cuando me empiezan a llamar de Roma también que dije no, que es que el Papa ha dicho tu nombre desde el balcón del Ángelus. Y entonces yo ya con mi extrañeza, tenía el delegado de medios de la diócesis y desde lejos asiente con la cabeza diciendo que esto va en serio. Y fue cuando ya me puse...

–Ya que estamos en la JMJ, ¿qué es lo que considera usted, que cuál es la importancia de la JMJ para los jóvenes?

–Yo creo que tiene la JMJ como dos direcciones. Hacia los jóvenes es una ocasión para hacer una gran experiencia de búsqueda y también para perder el miedo a reconocer lo que somos. Yo creo que es verdad que estamos en Madrid o en otras diócesis, o incluso en otros países donde hay grandes minorías cristianas, donde a veces perdemos el tufillo de lo que somos, o que formamos parte de una iglesia más grande y nos metemos un poco en nuestros cubículos. Ahí somos un poco mi grupito, mis amigos; y de repente podemos tener una lectura que pertenecemos a una historia más grande, y que somos parte también para construir una historia más grande. Entonces, creo que eso es una oportunidad que no debemos perder de hacer una lectura de cara a los jóvenes. Que cada joven y cada grupo haga una lectura en cuanto a la pertenencia a una historia más grande y que supone, y también yo creo que para el resto de la Iglesia también supone un reto, porque vemos una generación de jóvenes nueva. No tiene nada que ver esta generación con la JMJ anterior, aunque queramos poner clichés, no es verdad. Yo se lo digo a los obispos, digo que no, que estos son distintos, que estos jóvenes tienen cosas distintas. Entonces yo creo que también para el resto de la Iglesia supone una llamada a leer y a escuchar a esta generación de jóvenes nueva que tiene mucho que aportar y que también tiene redes entre ellos y tienen coincidencias en estas dos direcciones. Creo que sería muy útil la JMJ como oportunidad y luego también como un momento genial. Creo que es una siembra preciosa del encuentro, de sentirnos Iglesia, que es una gozada.

–¿Tiene algún recuerdo importante de alguna JMJ pasada?

Bueno, la de Madrid. Porque en Madrid fue la más intensa que vivimos. En cuanto yo era párroco también de una parroquia, llevaba a los jóvenes de toda una zona. (Esta de Lisboa) me recuerda mucho a la de Madrid, no en cuanto a número, en cuanto gente. Sí, yo creo que aquella fue intensa.

–¿ Cómo nace tu vocación?

–Pues a mi me la nacen, no yo. Mi vocación ha sido muy tranquila porque yo estoy en Madrid, crezco en Madrid, estoy en el colegio, en los salesianos, estoy en una parroquia y por ahí va creciendo. Yo siempre he estado cercano. Hombre, uno tiene sus crisis de «ahora acerco, ahora me voy, ahora me gusta, ahora no me gusta», pero bueno, siempre cerquita. Entonces yo creo que crece muy al filo de la parroquia, de los amigos y luego se se intensifican años de búsqueda en la facultad y tiene mucho que ver con el trabajo que estaba haciendo en distintos proyectos sociales. Entonces, mi vocación «me la nacen» de preguntas que me hacen los amigos, de preguntas que hace también el trabajo más social o más con gente que estaba más rota y con la aportación que me hacía la vida de la parroquia. Desde ahí empiezan a surgir preguntas más que respuestas. Y yo creo que siempre he dicho que el Señor siempre me empuja un poco. Ha ido rodando y –bueno–, no podía haber hecho otra cosa.

–La Pastoral universitaria te marcó a ti por lo que dices, ¿ qué encontraste?

–En aquellos años ni había pastoral universitaria o la pastoral universitaria, y eso sí lo puedo decir, estaba marcada ideológicamente de una parte que yo la veía como muy sesgada. Yo no me identificaba en la pastoral universitaria con los universitarios que estaban allí, como que era muy limitado. Yo vivía una iglesia muy de barrio, muy de mi parroquia. Vivía una iglesia muy de procesos de que era importante discutir y yo allí en aquellos años ya estábamos hablando de los años 80 y tantos. La Facultad de Derecho era como más ideologizada y además no entraba en diálogo con la gente.

El último año de Derecho, entre mi grupo amigos, que era muy plural, yo siempre he ido con gente y es un regalo que Dios me ha dado: tener amigos muy distintos en todo, a mí me interpelan un montón. En la facultad eso pasaba, éramos un grupo muy variado, que te preguntan muchas cosas y que te dejas interpelar. Aquello me interpelaba más que aquella pastoral universitaria que estaba muy metida en la capilla.

Lo que sí que me dio la forma de vivir la fe es la Universidad, que me dio una amplitud de miras y de entrar. Que la fe entrara en diálogo.

Si yo tenía que explicar el último año de la facultad os decía, que al año siguiente iba a entrar al seminario, decían: «Dios, pero ¿ qué haces? Pero si ya tienes un futuro buenísimo»; o sea, el tener que explicar a gente no creyente o gente alejada porque yo entraba en el seminario afianzó mi fe y afianzó mi vocación.

La Lectura de la pastoral universitaria, quizá de aquellos años que yo viví, es entrar en la dinámica universitaria, pero entrar más como levadura y como diálogo, no como los frikis, que están metidos en la capilla y que no se hablan con el resto de la gente. Y yo creo que nuestra pastoral tiene que ser más de entendimiento.

–Creo que nos está faltando el proceso pastoral; que exista ese proceso.

–Yo creo que la pastoral es un camino, no un collage de cosas distintas; lo otro es pasar del Instagram de uno a otro y entonces la pastoral se puede convertir en flashes de Instagram, pero que dura lo que dura. El Instagram se olvida. Yo creo que ahí tenemos que dar flashes que son como puertas de entradas y abrir puertas, pero uno tiene que entrar a algún sitio. Si tienes unos amigos, tienes un grupo de amigos y le dices yo soy creyente, vale, vente conmigo. Pero, ¿a qué va? Vente aquí que vas a ver una cosa. No. Yo tengo que ofrecer una casa y un sitio donde estar, ¿no? Simplemente te puedo ofrecer un bareto donde te tomas la caña y te vas a tu casa. No, no; yo te ofrezco una casa y te ofrezco un lugar donde puedas estar cuando estás bien, cuando estás mal, cuando necesitas reposar. Eso es un poquito la fe.

Creo que necesitamos ofrecer y tener grupos y tener comunidades que ofrezcan proyectos para que el que llegue llega mucha gente que viene muy rota. Las heridas no se curan en un momento o no se curan simplemente en un evento. Jesús, cuando acogía a la gente, les ofrecía a seguir un camino. Yo creo que ahí tenemos que ir aprendiendo. Yo creo que el reto que tenemos es procesos, retos o lo que es lo mismo, crear lugares y hogares donde la gente que venga tenga su sitio, cada uno que tenga, pero que lo tenga. Yo creo que ese es un gran reto y lo trabajaremos.

– Hoy estar a favor de la vida es como ser un loco, ¿ qué sugerencia nos hace a los jóvenes de ahora?

–Yo creo que estamos en un momento que la Iglesia se ha visto pocas veces en él, porque la Iglesia siempre ha tenido que convivir con religiones distintas, con maneras de entender la religión o la fe de forma distinta. Y ahora mismo estamos conviviendo con una sociedad que tiene formas diversas de ver la vida y las personas. El problema es que hay gente que entiende la persona de otra manera. Entonces, creo primero que tenemos que hacer una reflexión nuestra y sobre todo con la gente joven; decir, tengamos las cosas claras: nosotros vemos el ser humano de forma distinta, tenemos que reforzar la experiencia de ser creados por Dios.

El Papa, cuando empezó con la Laudato Si, no venía simplemente a decir que plantemos árboles; el Papa insistió en ese tema diciendo: «daos cuenta que como no nos vemos como creaturas, es decir, seres creados por Dios, donde la vida no es nuestra, sino que la vida viene de Dios, no nos vamos a entender de qué hablamos».

Yo que a los jóvenes lo primero que les diría es decirles tenemos que volver a nuestras fuentes y entender que estamos en una tradición que tiene que entrar a hablar con otras tradiciones, pero que tenemos una tradición propia, preciosa y fascinante. Si queremos defender la vida, nos defendemos como criaturas y desde ahí viene todo lo demás. Desde ahí viene que la vida no la creo yo, viene de Dios, que la vida es sagrada porque es de Dios y que en todo momento, desde el principio, al final, tenemos un especial lugar de sacralidad, porque es donde Dios respira. Y tenemos que cuidar la vida en el inicio. Tenemos que cuidar la vida de los últimos o cuando la vida es degradada y tenemos que cuidar que la vida al final, la última etapa, sea acompañada, no sabiendo que viene de Dios. El otro día me sorprendió mucho en una catequesis hablando de esto; pregunté a un joven por la muerte y luego me decían «qué raro...», y yo dije: «¿cómo que qué raro?» No es raro que un joven pregunte por la muerte; el problema es cuando no nos lo preguntamos.

–Y ahora, para estos amigos que tenemos, otros que no son creyentes, cómo se podría defender la vida?

–Pues primero escuchándoles a ellos, porque muchas veces el planteamiento que tienen es porque no se han enterado de lo nuestro, porque se han creído que nuestras propuestas de vida son como las de los partidos políticos. Error. Entonces te debaten con los planteamientos políticos, claro. «Eutanasia Sí. Eutanasia no, aborto sí». Y ¿qué pasa con el aborto?

Ahora el problema es «llévales a tu campo». Es decir, cuéntanos tu experiencia. Lo que tienen que entender no son ideologías políticas. Lo que tienen que decir es «¿por qué dices eso?» Decir, pues mira, yo me he encontrado con una experiencia de la vida que es mayor que yo y estoy feliz porque lo he encontrado y te respeto. Que sí, que lo que dices está muy bien. Pero mira, nosotros cuidamos a toda la vida y a todas las personas. Yo provocaría más preguntas, que hay que ir con la verdad por delante. Una verdad que a veces es muy sectorial.

–Un día un chico me preguntó: «Bueno, fraile, ¿usted va a ir a la JMJ? Sí, sí, yo voy a ir a la JMJ. Y en eso otro dijo: »Pero no es un evento para jóvenes" y me dolió. ¿El arzobispo de Madrid se considera joven?

–Los obispos me dicen que soy joven, pero los jóvenes me dicen que soy ya un viejo. Entonces no me considero joven porque los que lo tienen que decir son los jóvenes. No, yo no soy joven. No, yo creo que además yo ya pasé por lo mío.

Lo que no se debe pasar son actitudes que la gente joven sí tiene. Y que son las que están proponiendo ahora, que es la de la búsqueda, la de encontrarse y darnos cuenta que eso es algo que tenemos que leer todos de esta JMJ.

Están todas las nacionalidades representadas, incluso países que están en guerra y han venido al evento. Cuando ayer veíamos el festival aquel de Banderas, nunca, nunca en la historia de la humanidad de los últimos 100 años ha sucedido esto. Eso quiere decir algo. Y eso se puede hacer a través de la gente joven. Quizá la gente adulta no es capaz de hacer eso porque tiene otros prejuicios. Y eso se ha conseguido aquí. Yo cuando veía la bandera de Marruecos o la bandera de países que están donde la Iglesia está perseguida envuelta por las otras banderas. Esto lo puede hacer la Iglesia, nadie más lo puede hacer. No me considero viejito.

–Nuestros jóvenes de hoy en día beben cualquier cosa en vasos pringosos, pegajosos y mezclados con de todo y mal lavados. La labor de la gente de Pastoral es ayudar al joven a cambiar de vaso. ¿Cómo podríamos ayudar a nuestros jóvenes a cambiar de vaso?

–Yo creo que a la gente joven no le puedes decir hay que beber esto porque hay que beber esto. Primero tienes que preguntarle por la sed. Yo que creo que ahora mismo a la gente joven, antes de darle cosas hay que decir «¿qué te pasa? y qué heridas tienes?» Dime lo que te pasa a ti, incluso si traes un vaso roto. Venga, Reconoce que tienes un vaso roto. Ya está, que tiene sed y que se te ha roto el vaso. O que si no tiene vaso me da igual.

Yo creo que nosotros tenemos el vino bueno. Nuestra tarea es primero descubrir la sed y después ayudar a que cada joven limpie o prepare su vaso, pero cada uno el suyo. Que no hay dos iguales, que uno será de mini, otro será de tubo, otro será una copita y otro chupito. Me da igual, pero que cada uno lo beba a su manera. La gente joven necesita que le preguntemos y que no darle fórmulas ya hechas. No es tiempo de fórmulas ya hechas porque a todos nos gusta bajarnos la app que me solucione. Y esto no, así no, es decir, vente y te bajas la app y con esto ya estás, ya eres cristiano. No todo funciona de otra manera.

–Si no hubieras podido desayunar hoy con nosotros, con qué tres personas te hubiera gustado desayunar? Uno tiene que ser una persona a la que tú quieras, el segundo un santo y el tercero un personaje de la Biblia.

–Me hubiera gustado desayunar con amigos. Tengo buenos amigos jóvenes que no han podido venir a la JMJ.

Estos días me estoy acordando mucho de San Juan Bosco. Creo que se preocupó por la juventud, que no tenía los mismos medios que otros y ver una experiencia de Iglesia así, donde ni las clases sociales ni los países ricos y pobres tienen.

Y con personaje de la Biblia sería muy fácil decir María. Pero si hablamos de gente joven, –permitidme–, me encantaría. desayunar con Zaqueo. El Zaqueo de después. Zaqueo se entendería muy bien porque venía de heridas muy grandes e hizo un cambio muy grande en la vida. Y sería interesante.

Que va a ser el arzobispo de Madrid el 7 de agosto, cuando ya se haya acabado la JMJ, cuando guardemos las cámaras y.

–Y por último, ¿qué espera de los jóvenes madrileños tras esta Jornada?

–Yo les pediría especialmente que esta experiencia de ser puentes y de intercambio que están viviendo aquí, que la lleven a sus comunidades y que ayuden a las comunidades, incluso a los sacerdotes, a hacer puentes. Bueno, que ya que se conocen, que esa red que se ha creado aquí que sirváis vosotros los jóvenes de puente para ayudar a la parroquia. En otra vamos a hacer cosas juntos o vamos a conocernos, ya que en la JMJ ha posibilitado el encuentro, que sea esta actitud de encuentro la llevéis a Madrid y que ayudéis a las comunidades adultas que ya sabéis que les cuesta un poquito más,

–Con esto de la JMJ, de juntarnos todos y tal, lo suyo era hacer una cosa parecida, pero en Madrid, como unirnos una vez al año todos madrileños a compartir nuestra fe.

–Llevamos tres años deseándolo y preparándolo. Es bueno que vengamos aquí para que nos demos cuenta de que eso ya está. La propuesta será en septiembre. Recibiréis una nota mía con una propuesta para todos los que habéis venido a la JMJ hacer una lectura creyente de lo que habéis vivido, no solo hacia el grupo sino hacia afuera, con un texto bíblico para que desde la Palabra de Dios hagáis eso. En septiembre y en octubre tendremos un encuentro en la explanada de la Almudena. De todos los que han venido y de los que no han podido venir para que se lo contéis y para que le contéis a los que no han podido venir la experiencia.

–¿Qué mensaje darías a los curas después de haber vivido la JMJ?

–Que merece la pena. Esto nos lo decía el Papa en las vísperas para sacerdotes obispos. Muchas veces nos dejamos ganar por el derrotismo y y creemos que por poner un cartel en la parroquia, invitar a algo a los jóvenes, si no llegan, es que estos jóvenes no quieren, no nos quieren. Creo que tenemos que salir. Tenemos que hacer la pastoral del café o del bar. Estar con ellos, acompañarles. Los jóvenes que tenemos que apostar por ellos. Sobre todo porque esto se lo digo yo mucho a mis compañeros de clase y le digo a ustedes tienen que hacer dos cosas en la vida uno comenzar a trabajar cuanto antes y dos, tener hijos. Porque para que me paguen mi pensión y tengan quien les pague la pensión. Queremos que la Iglesia siga y creo que está en sus manos y lo tenemos que lograr.