¿Qué es Torreciudad?
Bajo esta advocación de Torreciudad, la Virgen muestra su cercanía a la vida cotidiana de las familias, a las que atiende sus ruegos desde hace más de diez siglos
Torreciudad es un santuario mariano, un lugar para venerar a la Virgen, que derrocha sus gracias y devuelve la alegría, fruto de una experiencia personal de renovación interior.
Bajo esta advocación, la Virgen muestra su cercanía a la vida cotidiana de las familias, a las que atiende sus ruegos desde hace más de diez siglos.
El santuario se encuentra a 24 kilómetros de Barbastro (Huesca, España), localidad en la que, desde el siglo XI, los cristianos han venerado a la Virgen María bajo la advocación de Nuestra Señora de los Ángeles de Torreciudad.
Devoción milenaria
En el paraje se conserva una torre de vigilancia árabe que da nombre al conjunto: turris civitatis, (torre de la ciudad). Junto a ella se alza sobre unos riscos la ermita, construida sobre los vestigios medievales.
La Virgen de Torreciudad fue entronizada en 1084 en una ermita junto al río Cinca. Es una talla románica protagonista de una devoción verdaderamente secular: durante más de nueve siglos, generación tras generación, ha recibido la visita en peregrinación de los vecinos de los alrededores, que le han confiado sus alegrías y penas, han pedido por sus necesidades y le han agradecido favores y gracias. En la imagen, el Niño aparece sentado sobre las rodillas de su Madre, a modo de trono humano pero inmaculado.
San José María
San Josemaría Escrivá, fundador del Opus Dei, nació en Barbastro (Huesca) el 9 de enero de 1902. Cuando tenía 2 años, fue llevado por sus padres a la ermita de Torreciudad para agradecer la curación de una grave enfermedad. En 1975, bajo su impulso, se inauguró el nuevo santuario.
En una carta de junio de 1967, san José María dejó escrito: «Un derroche de gracias espirituales espero, que el Señor querrá hacer a quienes acudan a su Madre Bendita ante esa pequeña imagen, tan venerada desde hace siglos. Por eso, me interesa que haya muchos confesonarios, para que las gentes se purifiquen en el santo sacramento de la penitencia y –renovadas las almas- confirmen o renueven su vida cristiana, aprendan a santificar y a amar el trabajo, llevando a sus hogares la paz y la alegría de Jesucristo: la paz os dejo, la paz os doy».
Desde entonces, cientos de miles de fieles siguen acudiendo durante todo el año para invocar la intercesión de Santa María bajo esta advocación milenaria y para recibir todas sus gracias.