Fundado en 1910

Juan Carlos Guirao, capellán de Filosofía y Letras

Capellán en Filosofía y Letras de la Complutense

«La Iglesia si es fiel a su Fundador, será signo de contradicción. Esto es lo más «progresista» que existe»

Al hilo de los últimos cambios que se han producido dentro y fuera de la universidad y considerando la influencia histórica de la institución universitaria en la sociedad, hemos charlado con el capellán que se enfrentaba a Podemos en la Universidad

Hace 20 años que llegó a la universidad como capellán. Fue al poco tiempo de su ordenación sacerdotal. Casi fue su primer destino pastoral. En el año 2016 tuvo una intervención en la universidad con Pablo Iglesias que han visto en torno a dos millones doscientas mil personas. Actualmente está destinado como capellán de la facultad de Filosofía y Filología UCM en donde se fragua la formación política de Podemos, al menos en lo que se refiere a la cuestión ideológica. Al hilo de los últimos cambios que se han producido dentro y fuera de la universidad y considerando la influencia histórica de la institución universitaria en la sociedad querríamos preguntarle:

–¿Sigue creyendo en la universidad?

–Por supuesto que sí.

–¿Cuál es su opinión sobre la misma?

–La universidad es una institución fundamental en el conjunto de la sociedad. De ahí salen los futuros médicos, filósofos, teólogos, farmacéuticos, ingenieros, abogados, profesores, etc. Muchos cambios sociales, políticos, culturales, etc., se inician en la universidad.

–¿Y sobre la presencia de los católicos en el ámbito universitario? ¿Cuál es su opinión?

–Es una presencia minoritaria pero en modo alguno es irrelevante. Todo lo contrario.

–Durante estos últimos meses en Madrid ha habido cambios en la dirección de la Iglesia, de la universidad complutense, y no sería descartable que los hubiera también en el gobierno de la Nación. ¿Qué sería conveniente tener presente tanto en el ámbito eclesial, como académico, gubernamental para poder responder a las necesidades actuales de la sociedad?

–A mi juicio para poder dar respuesta a las demandas sociales es fundamental que en el gobierno de cualquiera de las instituciones a las que usted se refiere haya personas que tengan una idea cabal de Iglesia, de universidad, de España, etc., para ir gradualmente adoptando las medidas adecuadas. Sin una idea integral de Iglesia, de universidad, etc., estaríamos abocados, únicamente, en el mejor de los casos, a sólo gestionar administrativamente el día a día. Considero que en buena parte esto es lo que está sucediendo.

–¿Cuál es su opinión sobre el sistema de cuotas en cualquiera de los órganos de gobierno?

–Me parece un error. Necesitamos personas capacitadas y leales. Hombres y mujeres de Iglesia y de Estado. Con altura de miras. Los desafíos actuales lo requieren urgentemente.

–¿Qué le diría a una persona que tenga responsabilidad en la toma de decisiones de cualquier institución, ya sea de naturaleza académica, eclesial, o de otra índole?

–Es importante que estos puestos los ocupen personas con cualidades de gobierno, y que éstas, a su vez, cuenten con el asesoramiento de los mayores y mejores intelectuales para cada uno de los temas. Para esto resulta indispensable tener claros los objetivos que se persiguen, la identidad, y por supuesto conocer muy bien la realidad en la que nos movemos.

Otra consideración que creo importante es lo referente a la representatividad en el equipo de gobierno. Y esto, nada tiene que ver con cuotas, ni tampoco con el amiguismo.

–Como capellán de facultad de una universidad pública y laica si tuviera personalmente la oportunidad de hacer alguna sugerencia a los que tienen la máxima responsabilidad en la Iglesia, ¿q ué les diría?

–Además de lo que le señalaba en las respuestas anteriores es importante que asuman que la Iglesia si es fiel a su Fundador siempre, siempre, será signo de contradicción. Esto es lo más «progresista» que existe. No pueden pretender otra cosa. Y si no lo fuera –signo de contradicción-, acabaríamos siendo totalmente irrelevantes con las dolorosas consecuencias para la sociedad que esto acarrearía. Los ejercicios espirituales que Karol Wojtyla predicó a la curia romana en presencia del Papa Pablo VI los publicó bajo el título de «Signo de contradicción».

–Acerca de lo que sucede con la disidencia no pocos obispos sobre el sínodo en Alemania que por otra parte es extrapolable a otros episcopados y conferencias episcopales y el consiguiente debilitamiento de la Iglesia que esto produce, ¿cuál es su opinión al respecto?

–Son temas que desconozco pero pienso que es legítimo y pertinente preguntarse: ¿Cómo se les promociona? ¿Quién presenta los informes? A mi modesto entender sería fácilmente evitable y muy deseable, sobre todo viendo el daño que hacen a los más débiles.

También me pregunto si los que aparecen en los medios de comunicación como los amigos del Papa, ¿acaso no acaban siendo sus mayores enemigos? Y los que aparecen en los medios de comunicación como sus enemigos, ¿acaso no son los más leales, dóciles y respetuosos con la Iglesia?

–En estos momentos si tuviera qué recomendar algún libro, ¿cuál recomendaría?

–Acabo de leer el libro del que fue Portavoz de la Iglesia, Joaquín Navarro-Valls: Mis años con Juan Pablo II. Se lo recomiendo a cualquier persona.

–Personalmente, ¿qué le ha aportado la lectura de este libro?

–Había una extraordinaria simbiosis –comunión de ideas-, entre el gobierno de la Iglesia y la comunicación de la misma, en definitiva entre Juan Pablo II y Joaquín Navarro-Valls. Una relación extraordinaria de complementariedad entre ambos que produjo muchos frutos.

–¿Qué aporta esa época a la Iglesia actual, a la universidad, a la sociedad en definitiva?

–Señala un horizonte muy deseable y beneficioso. Un horizonte de comunión en la Iglesia, de identidad, de misión, etc.

–¿Siente nostalgia por esa época?

¿Nostalgia? Ninguna.

–Entonces, ¿qué le evoca?

–Gratitud. Enseñanza. Y, ¡Horizonte!