La leyenda de la Mezquita Catedral de Córdoba: el buey que reventó tras llevar todas las columnas del templo
Desde que se inicia el proyecto, de nuevo dicen que el buey tuvo que cargar con 1.300 columnas. El esfuerzo tan prolongado le dejó agonizante, con las vísceras desparramadas por el suelo
Dicen que un buey blanco trasladó todas y cada una de las columnas que hoy sujetan la techumbre de la Mezquita Catedral de Córdoba. Al llegar a la última, también dicen que el bóvido reventó y quedó atrapado para siempre junto al púlpito de la capilla mayor.
La Mezquita Catedral comenzó a levantarse en el año 784, por orden de Abderramán I. Desde entonces, hasta 1588 fue la segunda mezquita más grande del mundo en superficie, solo superada por la de la Meca. No obstante, con la construcción de la mezquita azul de Estambul, la andaluza pasó al tercer puesto.
Desde que se inicia el proyecto, de nuevo dicen que el buey tuvo que cargar con 1.300 columnas. El esfuerzo tan prolongado le dejó agonizante, con las vísceras desparramadas por el suelo. Un supuesto cuervo negro trata de rapiñar los restos.
Ahora bien, ni se trata de un buey, ni de un cuervo, ni hay entrañas de mármol en el suelo. Estas últimas son en realidad las nubes sobre las que aparecen el toro y el águila, símbolos de Lucas y Juan, los evangelistas. Si uno levanta la mirada y deja a un lado la leyenda del buey, podrá ver que bajo el púlpito contrario están el león y el ángel, con los que se simboliza a Marcos y Mateo. Su significado no es otro que colocar a los cuatro evangelistas bajo el púlpito desde el que se leían las Sagradas Escrituras.
La Mezquita Catedral esconde otras muchas leyendas y misterios que los visitantes comparten tras su visita, como la del cautivo que talló una cruz en una de las columnas con sus uñas o el túnel secreto que une el templo con la ciudad de Medina Azahara y que todavía nadie ha encontrado.
También alberga curiosidades esta grandiosa construcción. Puede presumir de ser de las pocas mezquitas que no estén orientadas a la Meca. La quibla mira hacia el Guadalquivir. Una posible razón es porque los templos islámicos de Damasco, de donde era Abderramán I, tienen la ciudad del profeta Mahoma al sur. Al estar Córdoba inclinada hacia ese punto cardinal y hacia el río, es posible que otra orientación fuese imposible.