La otra Sagrada Familia de Cataluña: de un discípulo de Gaudí y 74 años para acabarla
El Santuario de la Mare de Déu de Montserrat, en Montferri, es conocido por su vínculo con la célebre basílica de Barcelona
Estos días, la Basílica de la Sagrada Familia está de actualidad: el célebre templo expiatorio de Barcelona ha culminado las dos torres que faltaban del conjunto de los cuatro evangelistas, con la colocación de las esculturas de Mateo y Juan. Aunque no está previsto que se terminen las obras hasta el año 2026, uno puede amenizar la espera sin salir de Cataluña: un viaje de una hora hasta el pueblo de Montferri, en Tarragona, permitirá visitar la otra Sagrada Familia, el santuario de la Mare de Déu de Montserrat.
Este curioso templo modernista, cada vez más conocido gracias a sus vínculos con la basílica de la capital, se empezó a construir en el año 1925, en la cima de la colina del Corralet. Según se explica en la web del ayuntamiento de Montferri, existía en el pueblo a principios del siglo XX una gran devoción por la Moreneta –la Virgen de Montserrat, patrona de Cataluña 150, y cada año los vecinos peregrinaban hasta allí después de la vendimia.
De ahí que el sacerdote jesuita Daniel Vives -nacido en Montferri- quisiera acercar la Virgen a su pueblo natal, e impulsara la construcción de un santuario en un terreno que pertenecía a su familia. Vives realizó el encargo de proyectar el nuevo templo a su primo hermano, el arquitecto Josep Mª Jujol, que -y aquí viene el primer vínculo- era estrecho colaborador de Antoni Gaudí, el genial arquitecto de la Sagrada Familia.
Maestro y discípulo
La relación entre Jujol y Gaudí se remonta a los años en los que este era un estudiante de arquitectura: según señala el historiador del arte Josep Francesc Ràfols, los trabajos universitarios del joven ya dejan ver la influencia gaudiniana. Poco después, en 1905, antes de terminar los estudios, comenzaría a trabajar con su admirado Gaudí: participaría en obras como la Pedrera, el Parc Güell o –claro– la Sagrada Familia, trabajando mano a mano con el maestro hasta que, en 1915, dejó el estudio por sus obligaciones como profesor.
Además de la admiración que Gaudía suscitaba en Jujol, ambos arquitectos compartían el amor por la geometría y la naturaleza. Todo ello se puede ver en el santuario de Montferri, que aunque recuerda a la forma de la Sagrada Familia, en realidad busca imitar el característico perfil redondeado de las montañas en la que se encuentra la Moreneta. De hecho, en el interior del templo tarragonés se encuentra una réplica de la célebre estatuilla de tez morena que se venera en Montserrat.
Arquitectónicamente, se trata de una estructura con muy poca base y mucha altura, formada por 120 arcos parabólicos, del tipo que popularizó, precisamente, Gaudí. El edificio, de planta poligonal, está formado por diversos triángulos de diferentes proporciones, y cuenta con una flecha central de 27 metros de altura, coronada por una cruz.
Otro vínculo curioso entre la Sagrada Familia y el santuario es la extensa duración de las obras. La primera piedra de la iglesia de Montferri se colocó en 1925, pero las obras se detuvieron en 1930, cuando se terminó el dinero, y el estallido de la guerra supuso la paralización por completo de las mismas. No se retomaron hasta mediados de los años 80, y fue en 1999 -74 años después del inicio de las obras- cuando el santuario quedó oficialmente inaugurado.