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Joseph Li Shan celebrando misa en la catedral de PekínAFP

El jefe de la Iglesia católica china inicia una histórica visita a Hong Kong

Li Shan es desde el año pasado presidente de la Asociación Patriótica Católica China, organismo oficial controlado por el régimen del Partido Comunista Chino

El arzobispo de Pekín, Joseph Li Shan, presidente de la Asociación Patriótica Católica China, ha emprendido este martes una histórica visita de cinco días a Hong Kong. El objetivo del viaje es estrechar las relaciones y fomentar el diálogo entre ambas diócesis.

Li Shan es desde el año pasado presidente de la Asociación Patriótica Católica China, organismo oficial controlado por el régimen del Partido Comunista Chino (PCCh, gobernante). Con este encuentro en Hong Kong el prelado corresponde así a la visita realizada a la capital china por el cardenal Stephen Chow el pasado mes de abril, la primera de un obispo de Hong Kong a Pekín después de casi treinta años.

Li llegó a la excolonia británica el lunes, y en su primer encuentro entregó como obsequio a Chow una imagen de cristal de Matteo Ricci, un sacerdote italiano que visitó China en el siglo XVI, y el cardenal de Hong Kong le regaló a cambio una imagen de los santos Pedro y Pablo tallada en mármol blanco.

Según los expertos, la llegada de Li se produce en un contexto de acercamiento cada vez mayor entre el Vaticano y China continental, tras la reciente renovación de un acuerdo que regula el nombramiento de obispos. Asimismo, la llegada del arzobispo chino a la excolonia británica se produce apenas una semana después de que más de diez obispos de todo el mundo pidieran la liberación del activista católico prodemocrático Jimmy Lai, encarcelado en Hong Kong desde hace casi tres años, y en espera de recibir sentencia judicial.

El Vaticano lleva años en desacuerdo con Pekín sobre la Iglesia católica en China, donde el Partido Comunista desconfía de cualquier organización sobre la que no tenga un control directo. Las iglesias católicas en el país asiático deben registrarse y operar bajo la Asociación Patriótica Católica, afiliada al Estado, una organización supervisada por el Departamento del Frente Unido de Trabajo del Partido Comunista, que el Vaticano no reconoce.

El acuerdo de 2018 cuenta con numerosos críticos que lo consideran una «traición» a los católicos que se mantuvieron leales al Vaticano, mientras que grupos defensores de los Derechos Humanos denuncian que Pekín ha aprovechado el pacto para llevar a cabo una ofensiva para desmantelar las llamadas iglesias «clandestinas», en comunión con Roma y perseguidas por China.

Por su parte, el Papa Francisco ha afirmado que desea continuar el «diálogo» con China pese a los desafíos. La diócesis de Hong Kong, que abarca toda la antigua colonia británica, no forma parte de la iglesia patriótica ni de la clandestina, sino que trabaja directamente bajo las órdenes del Papa. Se estima que Hong Kong cuenta con 400.000 católicos entre sus 7,4 millones de habitantes, mientras que China continental alberga a doce millones de fieles.